Clara decidió enfrentar una situación que había evitado por meses: hablar con sus padres sobre algo que la estaba afectando profundamente. Su corazón latía con fuerza, y el miedo se mezclaba con la determinación.
—Mamá, papá… necesitamos hablar —dijo, con voz firme pero temblorosa—.
La conversación fue intensa y larga. Lágrimas, reproches y explicaciones se entrelazaron en un diálogo que duró horas. Clara comprendió que enfrentar la verdad, aunque doloroso, era esencial para crecer y reconstruir relaciones basadas en la honestidad.