PRÓLOGO

Hace cinco años
Sus labios sabían a peligro.
A fuego.
A adiós.
Y aun así, lo besé como si pudiera salvarnos.
La habitación olía a deseo y a despedida. La penumbra lo envolvía todo, y él me miraba como si yo fuera su única salida… o su perdición.
Su cuerpo cubría el mío con una urgencia temblorosa, como si esa noche pudiera borrar todo lo que éramos, o todo lo que nunca seríamos.
—Valentina… —susurró mi nombre con voz rasgada, quebrado entre la necesidad y el dolor.
Sus manos se aferraron a mi cintura como si el mundo se le escapara.
Yo lo abracé como si supiera que era la última vez.
Y lo fue.
Él me tocó con desesperación. Me besó con rabia. Me amó como si no tuviera derecho a hacerlo.
Cuando desperté, él ya no estaba.
Adrik Demyanov había desaparecido…
y con él, la parte de mí que todavía creía en el amor.
Ahora, cinco años después, vuelve a estar frente a mí.
Más letal. Más dominante. Más hombre.
Pero yo ya no soy la misma.
Y si quiere tocarme otra vez, va a tener que sangrar por ello.