Valentina – Presente
Salí de esa oficina con la espalda recta y el rostro impasible, pero por dentro era una tormenta a punto de desbordarse.
No podía creerlo. No solo por lo que Adrik había dicho, sino por lo que no había dicho. Sus ojos hablaban de guerras que nunca me contó. De dolores que aún cargaba. De amores que no había dejado atrás.
Y yo…
Yo tampoco lo había hecho.
Entré en mi auto y cerré la puerta con fuerza. Me quedé unos segundos en silencio, aferrada al volante como si eso pudiera mantenerme en una sola pieza.
Me había tocado sin tocarme.
Me había desnudado sin quitarme la ropa.
Y lo peor era que… todavía podía hacerlo.
Me recosté hacia atrás, cerré los ojos y la memoria me traicionó.
---
Flashback – Tres años atrás
—Valentina —su voz era un susurro cálido en la oscuridad.
Adrik estaba acostado a mi lado, con una mano en mi cintura y el rostro enterrado en mi cuello. Era una noche sin amenazas, sin sombras. Solo nosotros. Respirando el mismo aire, compartiendo el mismo corazón.
—¿Alguna vez pensaste en cómo sería todo si no fueras… tú? —pregunté, con cuidado.
—¿Si no fuera el hijo de un demonio? —respondió con ironía.
—Si no tuvieras que temer por todo. Si no vivieras entre sangre y secretos.
Él se quedó en silencio. Luego giró sobre mí y me sostuvo la cara con ambas manos.
—Entonces me quedaría contigo —dijo, sin pestañear—. Sin miedo. Sin culpas. Te tendría solo para mí.
Y me besó. Lento. Despacio. Como si pudiera sellar esa fantasía en mi piel.
Pensé que eso era amor.
Hasta que dejó de tocarme como un amante… y comenzó a alejarse como un fantasma.
---
Adrik – Presente
Ella sigue siendo mi maldito talón de Aquiles.
La vi irse por la cámara del ascensor. Tan segura. Tan jodidamente hermosa.
Pero sabía que por dentro estaba igual que yo: rota. Confundida. Quemándose por todo lo que no se ha dicho.
Y ahora, para empeorar las cosas, hay otra amenaza.
Él.
Luca Di Benedetto. El italiano.
Un bastardo elegante con una sonrisa falsa y negocios sucios. Un hombre que ya había mostrado interés en Valentina antes… cuando yo no estaba. Y ahora que ella ha vuelto al mapa, también ha vuelto su maldita atención.
—No dejaré que la toques —susurré para mí, mientras tomaba el celular.
Marqué un número en clave.
—Sí. Quiero que vigiles a Luca. Si se le acerca… actúen.
Colgué. Me pasé la mano por el rostro, cansado, furioso.
Valentina ya no era solo una herida abierta.
Era una promesa.
Y esta vez… nadie me la iba a arrebatar. Ni siquiera ella misma.
---
Valentina – Presente, más tarde esa noche
Esa noche no dormí.
Me serví una copa de vino, puse música suave y me senté en la terraza de mi apartamento. El cielo estaba despejado, pero dentro de mí llovía.
Recordé su tacto, sus caricias, los silencios en los que me decía más que con palabras.
Y recordé también las noches en las que lo esperaba… y no volvía.
Me prometí a mí misma que no iba a caer.
Pero ¿cómo se le niega el alma a quien ya la tiene?
El celular vibró. Un número desconocido.
"¿Estás bien? No respondas. Solo quiero saberlo."
No firmaba. No lo necesitaba. Sabía que era él.
No contesté. Pero mi corazón sí.