Entre sombras y piel

CAPÍTULO 8 – El instinto de poseer

Valentina

No sabía si era cobardía o autoprotección.

Había huido del beso de Adrik con el corazón latiendo fuera del pecho y las piernas temblando como si me hubiera enfrentado a un incendio… y de alguna forma, hubiera salido viva.

Pero no ilesa.

Nada en mí estaba intacto.
Y por eso, cuando Luca me llamó esa tarde para invitarme a una cena privada en la azotea de un hotel boutique, dije que sí.

No porque quisiera estar con él.
Sino porque necesitaba recordar que aún tenía el control.

Mentí.

Porque desde que volví a ver a Adrik…
no controlo nada.

---

El lugar era hermoso. Exclusivo. Luces cálidas, velas, vino tinto de una botella que probablemente costaba más que mi bolso. Luca era encantador, atento, y peligrosamente carismático.

Y sin embargo, no sentía nada.

—¿Te pasa algo? —preguntó, cortando un pedazo de carne con elegancia quirúrgica.

—Estoy bien —mentí de nuevo.

—¿Es por él?

Mi tenedor se detuvo en el aire.
Levanté la vista.
—¿Quién?

Él sonrió.
—No subestimes mi intuición, Valentina. El hombre que llega a tu mesa y no necesita tocarte para marcar territorio… ese, no se ha ido de tu piel.

Quise negar. Disimular. Pero algo en su mirada me dijo que no servía de nada fingir.

—No tiene nada que ver contigo —respondí con honestidad.

—¿Y tú con él?

Guardé silencio.

Y entonces, el universo hizo lo suyo.

Un disparo.
Lejano, pero claro.

Gritos.
Cristales rotos.
Y luego… caos.

Luca se levantó de inmediato y se puso delante de mí, sacando un arma de debajo de su chaqueta.

—¿Qué está pasando? —dije, temblando.

—Quédate abajo. No te muevas.

Mi corazón golpeaba con fuerza. Las luces parpadearon. Algo había estallado en la entrada del edificio.
Y fue entonces que vi al hombre de negro entrar a la azotea, con un arma en la mano.

No iba por Luca.
Me miró a mí.

Y supe que ese disparo… era un mensaje.

Grité.
Luca disparó primero. El otro cayó.
Pero ya nada estaba bien.

Habían venido por mí.

---

Adrik

La llamada me llegó dos minutos después.
—La atacaron. Azotea del Belvedere. Está bien. Luca intervino.

Ese nombre me supo a ácido.

No dudé.
Tomé mi chaqueta, mi arma y salí sin decir una palabra.

Cuando llegué, ella ya estaba siendo escoltada por seguridad privada. Su rostro estaba pálido, su vestido manchado de vino, y sus ojos…
estaban buscándome.

No lo pensé.
La tomé de la mano.
Y por primera vez desde que volvió…
no me apartó.

—Estás temblando —dije en voz baja.

—Casi muero, Adrik. ¿Qué esperas? ¿Que lo celebre?

—Espero que me dejes protegerte.

Ella me miró con una mezcla de rabia, miedo y algo más…
Confianza.

—No vuelvas a dejarme sola —susurró.

Mi pecho se quebró.

—Nunca más —prometí, y lo dije en serio.

Esa noche, la llevé a mi casa.
No para seducirla.
Sino para cuidarla.

Y aunque no cruzamos más de diez palabras…
ella se quedó.
En mi cama.
En mi lado.

Con su cabeza en mi pecho.
Y mi mundo… volviendo a tener sentido.



#668 en Otros
#120 en Acción
#1901 en Novela romántica

En el texto hay: mafia +21 herencia, mafia amor

Editado: 26.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.