Entre sombras y piel

CAPÍTULO 11 – El cuerpo recuerda lo que el alma calla

Valentina – Presente

No podía dormir.

Desde la llamada de amenaza, todo dentro de mí estaba en alerta.
No solo por miedo.
Sino por la rabia.

Rabia de haber dejado que él volviera a tocarme.
Rabia de no poder odiarlo.
Rabia de saber que lo amo… y que eso puede matarlo.

Adrik entró a la habitación con el rostro tenso, el celular aún en su mano.
—Localizamos el número. No era un aficionado.

—¿Fue Luca?

—No. Pero eso no lo hace menos peligroso.

Lo miré. Sus ojos tenían ese brillo que conocía: el de la furia contenida, el del lobo al borde de atacar.
Y por primera vez en años, no me callé lo que sentía.

—¿Por qué no me dijiste que estaba en peligro desde el primer día? ¿Por qué me dejaste entrar a todo esto sin advertirme?

Él se acercó como un huracán.
—¿Y tú? ¿Por qué volviste si no estabas lista para lo que eso implicaba?

—¡No volví por ti! —mentí, aunque mi voz tembló.

—¡Mentira! —gritó, alzando la voz por primera vez—. Me buscas con la mirada cada vez que entro a una maldita habitación. Te estremece mi voz. Te duele lo que sientes. ¡Y aún así me niegas!

Su respiración era pesada. La mía, también.
Y sin darme cuenta, ya lo tenía frente a mí.
Tan cerca… tan jodidamente cerca.

—¿Quieres que lo diga? —susurré—. ¿Quieres que admita que te amo aunque eso me aterre? ¿Aunque sé que amarte puede matarme?

—¡Dilo!

—¡Te amo, maldita sea!

Y lo besé.

Lo besé con todo lo que dolía.
Con todo lo que negué.
Con todo lo que aún ardía.

Adrik me levantó en un segundo, sus manos en mi espalda, en mi cintura, en cada parte de mí que había extrañado.
Me empujó contra la pared con fuerza, pero sin violencia. Como si necesitara fundirse conmigo para seguir respirando.

Su boca en mi cuello.
Mis uñas en su espalda.
El deseo golpeando más fuerte que el miedo.

Desgarramos la ropa como si el tiempo no nos perteneciera.
Y cuando finalmente me tuvo…
no fue solo placer.

Fue rendición.
Fue necesidad.
Fue amor crudo, doloroso, irremediable.

—Dios, Valentina… —jadeó en mi oído mientras me tenía contra la pared, con mi cuerpo temblando contra el suyo—. No sé cómo vivir sin esto.

—Entonces no lo sueltes —susurré entre lágrimas y gemidos.

Y no lo hizo.

Me amó con furia.
Con culpa.
Con todo lo que había callado por años.

Y yo…
me quebré sobre él.
Sobre su boca.
Sobre sus brazos.

Porque esta vez, no había marcha atrás.



#1160 en Otros
#217 en Acción
#3344 en Novela romántica

En el texto hay: mafia +21 herencia, mafia amor

Editado: 26.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.