Entre sombras y piel

CAPÍTULO 12 – Donde sangra la lealtad

Valentina – Presente

El día había amanecido gris, como si el cielo supiera lo que iba a pasar.

Me desperté sola en la cama. Adrik ya no estaba. Solo quedaban el calor de las sábanas y el olor de su piel en mi cuerpo. Me senté, con el corazón un poco apretado.
No por él.
Por lo que sentía.

La noche anterior había sido brutal. Íntima.
Una rendición sin máscaras.
Y aún así, algo me decía que la calma no duraría.

Cuando salí al salón, su mano derecha —Mikhail— estaba en la puerta. Alto, serio, leal. Lo había visto muchas veces en la sombra, cuidando sus espaldas sin cuestionar.

—¿Dónde está Adrik? —pregunté.

—Reunido con un contacto. Volverá en una hora.

Pero algo en su tono…
Algo en su mirada.

Fingí no notarlo.
Pero mi pecho se apretó.

No era intuición.
Era presagio.

---

Adrik – En otro punto de la ciudad

El lugar era neutral. Una nave abandonada que alguna vez fue una fábrica. Era el sitio que usaba para cerrar tratos delicados.

Pero esta vez, no era un trato.

Era una trampa.

Apenas entró, lo supo.

Demasiado silencio. Demasiada calma.

Y entonces, el disparo.

Le rozó el hombro, lo tiró al suelo.

No cayó por el dolor. Cayó por el asombro…
cuando vio quién sostenía el arma.

—Mikhail… —murmuró, incrédulo.

El hombre que había estado a su lado durante años. El que conocía sus secretos. El que juró lealtad.

—Lo siento, jefe —dijo, sin emoción—. Pero ya no puedo quedarme viendo cómo te arrastras por una mujer.

Adrik se incorporó con dificultad, sangrando, pero con los ojos ardiendo de furia.

—¿Esto es por ella?

—No —respondió—. Es por lo que te hace débil.

—Ella no me hace débil. Me hace humano.

Otro disparo.

No dio en el blanco.

Y Adrik, a pesar del dolor, sacó su arma y disparó sin dudar.

Mikhail cayó.
Y con él, la última parte de su pasado que creía intocable.

---

Valentina – Presente

La llamada llegó veinte minutos después.

—Está herido. Te necesita.

No pensé.
Solo corrí.

Cuando lo vi en el sofá, con la camisa rota y el hombro vendado, algo en mí se rompió.
Corrí a él. Me arrodillé frente a su cuerpo cansado. Le tomé el rostro con ambas manos.

—¿Qué pasó?

—Mikhail.

—No…

Asintió.

—Quiso matarme. Por ti. Por lo que significas. Por lo que cree que soy cuando estoy contigo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

—¿Y qué eres cuando estás conmigo, Adrik?

Él me miró. Sin barreras. Sin orgullo.

—Un hombre que ya no tiene miedo de amar… aunque eso le cueste la sangre.

Me incliné y besé su herida con ternura.
—Entonces deja que te cuide yo esta vez.

Él me abrazó con fuerza.

Y en ese abrazo, supe algo que no había sentido nunca:

Ahora me tocaba a mí protegerlo a él.
Y esta vez… no iba a fallar.



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En el texto hay: mafia +21 herencia, mafia amor

Editado: 26.03.2025

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