Entre Sombras Y Promesas

El vestido rosa

La caja llegó envuelta en papel dorado, con una cinta tan delicada que parecía temer romperse. No tenía remitente, solo una nota escrita con una caligrafía que reconocí al instante:

> “Para ella, cuando esté lista para saber la verdad.”

Lucía dormía en su cuna, ajena al torbellino que se desataba en mi pecho. Desaté la cinta con dedos temblorosos. Dentro, un vestido rosa pastel, suave como los recuerdos que me negaba a revivir. Era idéntico al que había imaginado ponerle el día que Elías la conociera.

Pero Elías no estaba. No desde hacía dos años. No desde que eligió el silencio.

La brisa de Villa Clara entraba por la ventana, moviendo las cortinas como fantasmas del pasado. Me senté en el borde de la cama, con el vestido entre las manos, y dejé que las lágrimas hicieran lo que el orgullo había evitado por meses.

No era solo un vestido. Era una señal.

Esa noche, mientras Lucía seguía dormida, salí. Caminé hasta el malecón, donde los recuerdos me esperaban como sombras. Y allí, bajo una farola que apenas iluminaba su rostro, lo vi.

Elías.

No había cambiado. O tal vez sí. Su mirada ya no era arrogante, sino rota. Como si el tiempo le hubiera cobrado cada decisión equivocada.

—Pensé que no vendrías —dijo él, con voz baja.

—Pensé que no debía —respondí, sin moverme.

El silencio entre nosotros era más fuerte que cualquier palabra. Dio un paso, luego otro, hasta que sus dedos rozaron los míos.

—No quiero que huyas de lo que sentimos —susurró—. No esta vez.

Cerré los ojos. Amar a alguien como él era como caminar sobre fuego. Pero algunas llamas no queman: iluminan.

Y esa noche, entre sombras y promesas, decidí quedarme.



#3193 en Novela romántica

En el texto hay: contenido18

Editado: 19.10.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.