Capítulo 7 EL PRECIO DEL CILENCIO

Elías

La noche en que dejé a Meliza fue la más larga de mi vida. No por la distancia, sino por el peso de lo que no dije. Hay silencios que protegen, pero también hay silencios que destruyen. El mío hizo ambas cosas.

Cuando vi a Lucía por primera vez, supe que el tiempo no había borrado nada. Sus ojos eran los de Meliza, pero su sonrisa… esa sonrisa era nueva. Era esperanza. Y yo no sabía si merecía verla.

Iván apareció antes de que pudiera explicarlo todo. Como siempre, con su tono de amenaza disfrazado de cortesía.

—¿Creíste que podías volver sin pagar? —me dijo, mientras encendía un cigarro que nunca fumaba.

—Ya pagué —respondí.

—No. Solo diste un adelanto. Ahora quiero el resto.

El “resto” era mi libertad. Mi nombre. Mi derecho a ser padre.

Me ofreció un trato. Uno que me obligaba a volver a ese mundo que me quitó a Meliza. Un mundo de favores, de negocios sucios, de promesas que se escriben con sangre.

Pero esta vez, no era por mí. Era por ellas.

Volví a casa con la carta que nunca quise entregar. La escribí hace dos años, cuando pensé que no volvería. Cuando creí que el amor era un lujo que no podía permitirme.

La dejé en su cuaderno. No como una excusa. Como una confesión.

Ahora, mientras camino por las calles de Villa Clara, siento que cada paso me acerca a una decisión que no tiene vuelta atrás.

Meliza merece la verdad. Lucía merece un padre. Y yo… yo solo quiero redimirme.

Pero Iván no olvida. Y el pasado tampoco.

> Si tengo que elegir entre el amor y la justicia, elegiré el amor. Aunque me cueste todo.