El sonido del timbre de la oficina resonó en la tranquila mañana de Milán, marcando el inicio de un nuevo capítulo en mi vida. Me llamo Elena Rossi, y hoy era mi primer día en Moretti & Associati, una firma de consultoría financiera que, según mi entrevista, era conocida por su seriedad y profesionalismo. Mis nervios y mi emoción competían por ocupar el primer lugar en mi mente mientras atravesaba las puertas del elegante edificio de vidrio y acero.
Vestida con un conjunto negro que había elegido cuidadosamente, me dirigí a la recepción con una sonrisa nerviosa. La recepcionista, una mujer mayor con un peinado impecable y un aire de sofisticación que reflejaba la atmósfera del lugar, me saludó cordialmente.
—Bienvenida, señorita Rossi. El señor Moretti la está esperando.
El nombre de Luca Moretti había sido una constante en mis pensamientos desde que me ofrecieron el puesto. Era el jefe de la firma y, por lo que había escuchado, un hombre respetado y admirado en el mundo de los negocios. Sin embargo, nadie parecía tener una idea clara de quién era realmente. Algunos lo describían como un genio en su campo, otros como un enigma.
Subí en el elegante ascensor hasta el último piso, donde se encontraba la oficina de Luca. Cada piso que pasaba me llenaba de una mezcla de ansiedad y anticipación. Finalmente, llegué a la puerta de su despacho. Antes de tocar el timbre, respiré hondo, intentando calmar los nervios que me invadían.
El hombre que me recibió tras abrir la puerta era todo lo que había imaginado y más. Luca Moretti era alto, con una presencia que demandaba atención sin esfuerzo. Su cabello oscuro estaba perfectamente peinado, y sus ojos, un azul profundo, me miraban con una intensidad que me hizo sentir inmediatamente consciente de mi propia presencia.
—Señorita Rossi —dijo con una sonrisa que parecía tener un toque de misterio—, es un placer conocerte. Soy Luca Moretti.
Su voz tenía un tono suave pero autoritario, y aunque su saludo era cortés, había algo en su postura que indicaba que no era un hombre con el que se pudiera tratar a la ligera. Me extendió la mano, y al estrecharla, sentí una conexión inesperada, como si nuestras manos estuvieran destinadas a encontrarse.
—Gracias por darme la bienvenida, señor Moretti —respondí, intentando ocultar mi nerviosismo—. Estoy emocionada por comenzar.
—Espero que encuentres el ambiente aquí tan estimulante como yo lo hago —dijo, guiándome hacia un elegante escritorio de caoba en el centro de la oficina.
Las paredes estaban adornadas con fotografías enmarcadas de eventos corporativos y diplomas que demostraban la prominencia de la firma. Todo en la oficina hablaba de éxito y sofisticación.
Luca se sentó en su escritorio y me hizo señas para que tomara asiento frente a él. Su mirada permaneció fija en mí mientras hablaba.
—Elena, te hemos seleccionado por tus credenciales y tu entusiasmo. Espero que puedas aportar tu energía y habilidades al equipo. Estoy seguro de que te adaptarás rápidamente.
A medida que charlábamos, me di cuenta de que Luca tenía un carisma innegable. Hablaba con una pasión controlada sobre la firma y sus objetivos, y aunque su discurso era profesional, había algo en su forma de expresarse que me hizo pensar que había una historia más profunda detrás de su fachada pulida.
—No quiero ser demasiado inquisitiva, pero me gustaría saber más sobre el tipo de proyectos en los que estaré involucrada —pregunté, intentando parecer interesada y profesional.
Luca sonrió, y aunque su sonrisa era cálida, había una sombra en sus ojos que no pude descifrar.
—Nos encargamos de una variedad de proyectos, desde consultoría financiera hasta estrategias de inversión. Todo lo que hacemos está orientado a mantener y expandir nuestra influencia en el mercado. Estoy seguro de que encontrarás tu lugar en nuestro equipo.
A lo largo de la conversación, me di cuenta de que Luca no solo era un líder en el mundo de los negocios, sino también alguien que mantenía una distancia emocional calculada. Su encanto parecía diseñado para mantener a los demás a una distancia segura. Sin embargo, había algo en él que despertaba mi curiosidad, una mezcla de sofisticación y misterio que me hacía querer saber más.
Cuando el tiempo de nuestra reunión llegó a su fin, me ofreció una sonrisa que parecía contener una promesa de futuros desafíos y descubrimientos.
—Estoy deseando ver cómo te desempeñas, Elena. No dudes en venir a verme si necesitas algo.
Salí de la oficina sintiéndome emocionada y ligeramente inquieta. Aunque mi primer encuentro con Luca Moretti había sido profesional y educado, no pude evitar sentir que había una profundidad en él que aún no había logrado comprender. La intriga que sentía solo aumentaba mi determinación de demostrarme a mí misma y a él que estaba a la altura del desafío que tenía por delante.