Los días después del incómodo encuentro nocturno parecían seguir su curso normal, con la rutina en la oficina manteniéndose aparentemente sin alteraciones. Sin embargo, para mí, la normalidad era una fachada que ocultaba la creciente complejidad de mis sentimientos hacia Luca.
Luca empezó a mostrar un interés más evidente en mi bienestar. Aunque intentaba mantener la distancia profesional, su comportamiento me hacía sentir especial. Las invitaciones a almorzar, que antes parecían un simple gesto de cortesía, se estaban convirtiendo en una costumbre. Durante estos almuerzos, nuestras conversaciones se volvieron cada vez más personales. Hablábamos de nuestras familias, sueños y aspiraciones. A través de nuestras charlas, parecía que estábamos descubriendo partes de nosotros mismos que normalmente manteníamos ocultas.
En uno de estos almuerzos, mientras disfrutábamos del sol de la tarde en una terraza del restaurante, Luca parecía particularmente relajado. Su risa era más frecuente y su mirada, a veces, se detenía en mí con una intensidad que me hacía sentir incómoda, pero también emocionada.
—¿Alguna vez has pensado en dejarlo todo atrás y empezar de nuevo? —preguntó Luca mientras tomábamos un café después del almuerzo.
La pregunta me sorprendió.
—¿Dejarlo todo atrás? ¿Por qué lo preguntas? —respondí, intentando entender el motivo detrás de su pregunta.
—Solo es una pregunta casual —dijo él, aunque noté un matiz de seriedad en su tono—. A veces, la vida nos pone en caminos que no esperábamos. Me pregunto si alguna vez has considerado tomar un riesgo y cambiar tu destino.
—No estoy segura —respondí—. A veces me pregunto qué haría si tuviera la oportunidad de seguir mis sueños más arriesgados, pero también me siento cómoda con el camino que estoy recorriendo.
Luca sonrió, pero había una tristeza en sus ojos que no pude identificar.
—Es un pensamiento interesante. A veces, es necesario tomar riesgos para descubrir quiénes somos realmente.
Su comentario me dejó pensativa. La manera en que hablaba sobre los riesgos y cambios en la vida parecía más que una simple charla; era como si estuviera hablando desde una experiencia personal que no estaba dispuesto a compartir por completo.
A lo largo de las semanas, los momentos que pasaba con Luca comenzaron a tener un impacto profundo en mí. Su presencia se convirtió en una fuente de consuelo y excitación. Me sentía más viva cuando estaba cerca de él, y, aunque trataba de no dejarme llevar por mis emociones, me estaba enamorando.
Luca también parecía mostrar signos de afecto, aunque de manera sutil. Nuestros pequeños toques al pasarle documentos o al ajustarnos en nuestras sillas durante el almuerzo provocaban una chispa en mi interior. Su sonrisa y la forma en que me miraba con esos ojos que parecían desnudar nuestras emociones me hicieron sentir una conexión que iba más allá de la amistad.
Una tarde, después de un día particularmente estresante en la oficina, Luca me invitó a su despacho para discutir algunos detalles del proyecto en el que estábamos trabajando. La reunión era más informal de lo habitual, y mientras hablábamos, él se inclinó hacia mí con una cercanía que me hizo sentir que estábamos compartiendo algo más que simples datos de trabajo.
—Elena —comenzó, su voz suave y casi susurrante—, he estado pensando en lo bien que trabajas bajo presión. Me impresiona cómo manejas todo con calma.
—Gracias, Luca —respondí, sintiendo que mi corazón latía con fuerza—. Trato de dar lo mejor de mí en todo momento.
—Lo haces muy bien —dijo él, su mirada fija en mis ojos—. A veces, la gente como tú es la que realmente marca la diferencia. No solo en el trabajo, sino en la vida en general.
Sus palabras me hicieron sentir apreciada y valorada. La forma en que me miraba, con una mezcla de admiración y afecto, hizo que mi corazón se acelerara. Era evidente que había una conexión entre nosotros, una que se estaba profundizando con cada encuentro.
Sin embargo, había momentos en los que Luca se retiraba, como si intentara protegerse de algo más grande. Aunque parecía disfrutar de nuestra compañía y mostraba signos de afecto, había una barrera que mantenía nuestras emociones a raya. Me preguntaba si había algo que lo mantenía distante, algo que no me estaba diciendo.
A pesar de las dudas, mi atracción por Luca no podía ser ignorada. Cada vez que estábamos juntos, el mundo parecía desvanecerse, dejándonos en una burbuja de intimidad y conexión. Estar cerca de él me hacía sentir completa, y la idea de que pudiera haber algo más entre nosotros me mantenía en una constante mezcla de esperanza y confusión.
Sabía que estaba navegando por un terreno complicado. Mi amor por Luca crecía, pero también lo hacía la incertidumbre sobre su verdadero yo. La fascinación y el afecto que sentía estaban entrelazados con una sensación de inquietud. No sabía qué esperar ni cómo enfrentar lo que estaba descubriendo, pero estaba decidida a seguir adelante, a ver hasta dónde me llevaría esta mezcla de amor y misterio.