La invitación de Luca para cenar en uno de los restaurantes más exclusivos de Milán era un gesto que llenaba de emoción y nerviosismo. La última vez que había estado tan cerca de él, la conversación con el misterioso visitante había dejado una sombra de duda en mi mente. No obstante, la promesa de una noche especial y la oportunidad de conocer mejor a Luca me impulsaron a prepararme con esmero.
Elegí un vestido azul oscuro que resaltaba mis ojos y me hacía sentir elegante. Me peiné y me maquillé con cuidado, deseando impresionar a Luca y mostrarle mi mejor versión. Cuando finalmente llegó a recogerme a mi apartamento, su sonrisa y el brillo en sus ojos hicieron que los nervios se desvanecieran, reemplazados por una sensación de anticipación.
El restaurante era impresionante, con una decoración sofisticada y un ambiente íntimo. Nos llevaron a una mesa en una esquina apartada, con vistas a las luces de la ciudad reflejadas en el vidrio. Al sentarnos, noté que Luca se veía diferente esa noche. Aunque seguía siendo el mismo hombre carismático y seguro de sí mismo, había una vulnerabilidad en su mirada que no había notado antes.
La conversación comenzó de manera ligera, hablando sobre el menú y las ofertas del restaurante. Pero a medida que avanzaba la noche, la atmósfera se volvió más relajada y personal. Luca empezó a compartir historias sobre su infancia y sus primeros años en el negocio, relatos que revelaban una faceta de él que raramente mostraba.
—Cuando era joven, solía ir a este pequeño café cerca de la oficina de mi padre —comenzó Luca, con un tono nostálgico en su voz—. Era un lugar humilde, pero tenía un encanto especial. Mi padre solía llevarme allí después de la escuela. Me contaba historias mientras tomábamos café y pasteles.
Me sorprendió escuchar sobre el lado más humano de Luca, un lado que parecía tan lejano del hombre que conocía en la oficina. Sus historias estaban llenas de calidez y emoción, y me hizo sentir una conexión más profunda con él. Era como si estuviera viendo una parte de su alma que había estado oculta detrás de la fachada de empresario exitoso.
—¿Y qué pasa con tu familia? —pregunté, curiosa por saber más—. ¿Cómo te han influenciado en tu vida y en tu carrera?
Luca sonrió, pero había una tristeza en sus ojos.
—Mi familia ha sido una fuente de fortaleza y apoyo, pero también hay muchas cosas que he tenido que manejar solo. Mi padre era un hombre de principios, pero el mundo en el que vivíamos no siempre era amable. Aprendí a adaptarme y a encontrar mi propio camino.
La forma en que hablaba de su padre y de su vida me hizo comprender que había mucho más en él de lo que había visto. La cena se convirtió en un momento de apertura y sinceridad, y cada palabra que Luca compartía me hacía sentir más cercana a él. La barrera que había estado entre nosotros comenzó a desvanecerse, dejándonos en un espacio donde la conexión emocional era palpable.
Durante el postre, mientras disfrutábamos de un exquisito tiramisú, Luca se inclinó hacia mí, sus ojos fijos en los míos.
—Elena —dijo con suavidad—, hay algo que quiero que sepas. No suelo mostrarme vulnerable, pero contigo, me siento en un lugar seguro. No solo eres una excelente secretaria, sino alguien en quien confío y a quien aprecio profundamente.
Sus palabras me conmovieron profundamente. Sentí que el mundo se reducía a solo nosotros dos en ese momento. La cercanía que compartíamos era más intensa de lo que había experimentado antes, y aunque traté de mantenerme compuesta, no pude evitar que mis sentimientos se desbordaran.
—Yo también aprecio mucho nuestra conexión, Luca —respondí, sintiendo la sinceridad en cada palabra—. Me has mostrado un lado de ti que no esperaba, y eso significa mucho para mí.
Luca sonrió y tomó mi mano en la suya, un gesto que me hizo sentir que estábamos compartiendo algo especial. Su toque era cálido y reconfortante, y me hizo desear que la noche no terminara nunca.
Sin embargo, mientras la velada llegaba a su fin, noté una sombra de preocupación en su expresión. Aunque su sonrisa era amable, había un destello de conflicto en sus ojos. Me pregunté si, a pesar de la cercanía que estábamos construyendo, había algo que lo mantenía alejado. No quería presionar, pero no podía evitar sentir que había una parte de su vida que seguía siendo un misterio.
Cuando nos despedimos, Luca me llevó a mi apartamento, y su abrazo cálido al decir adiós fue un reflejo de los sentimientos profundos que ambos compartíamos. Sin embargo, mientras cerraba la puerta detrás de mí, no pude evitar sentir una mezcla de emoción y preocupación. La noche había sido mágica y reveladora, pero la sombra de incertidumbre seguía presente. Me preguntaba si Luca estaba luchando con la misma confusión que yo, o si había algo en su vida que estaba dispuesto a mantener a distancia para protegerme. La cena había sido inolvidable, un momento de intimidad que había fortalecido nuestra conexión, pero también había dejado en claro que, a pesar de la cercanía que estábamos construyendo, había un conflicto interno en Luca que no podía ignorar.