Entre sombras y susurros

Capítulo 4: Entre Fuego y Sombras

La luna se alzaba sobre Londres como un farol espectral, bañando los techos de la ciudad en un resplandor pálido. Elena caminaba por la azotea de la mansión, intentando dominar el temblor que aún recorría sus manos. Aquella chispa que había sentido no era un accidente; era su poder, y estaba despierto, reclamando su lugar.

—No puedes controlarlo sola —dijo una voz familiar detrás de ella. Lucian emergió de la penumbra, su figura imponente y salvaje. Sus ojos amarillos brillaban con intensidad, y un rugido contenido vibraba en su garganta.

—Entonces enséñame —respondió Elena, con una mezcla de desafío y miedo—. No puedo seguir ignorando esto.

Lucian se acercó, y la distancia entre ellos hizo que la sangre de Elena ardiera. Había peligro en su proximidad, un riesgo que no podía ignorar, pero también una atracción que la llamaba como un fuego incontrolable.

—El poder no es un juego —advirtió—. Puede consumir lo que más amas.

Antes de que pudiera replicar, un susurro suave y elegante llegó desde las sombras:
—Algunas llamas no pueden apagarse… solo transformarse.

Dorian Gray apareció entre la neblina, su porte inmutable y su mirada penetrante. Su presencia tenía un efecto extraño: era como si el tiempo mismo se detuviera. Elena sintió que algo en él estaba conectado con los retratos que coleccionaba, algo que nadie mencionaba, y que despertaba un miedo que no podía explicar.

—Tu fuego es joven, Elena —dijo Dorian—. Pero incluso el fuego más débil puede iluminar la oscuridad… o quemar todo a su paso.

Elena bajó la mirada, sintiendo la tensión entre ambos hombres, cada uno atrayéndola de manera diferente. Lucian era peligro y deseo, visceral y apasionado; Dorian era misterio y promesa, elegante y perturbador. Entre ellos, Elena sentía que cada decisión podía ser definitiva.

Con un suspiro, cerró los ojos y concentró su energía. Las sombras de la azotea comenzaron a retorcerse a su alrededor, respondiendo a sus emociones. Una brisa gélida la envolvió, y por un instante, la ciudad pareció contener la respiración.

—Estás lista —murmuró Lucian, con una voz que vibraba entre advertencia y admiración—. Pero no todos querrán que sobrevivas a lo que viene.

Dorian se inclinó apenas hacia ella, sus labios cerca de su oído:
—Escucha las sombras… y tal vez descubrirás secretos que nadie más se atreve a mirar.

Elena abrió los ojos. La noche estaba viva, y ella también. Entre fuego y sombras, pasión y peligro, comprendió que su vida estaba a punto de cambiar para siempre. La elección de a quién confiar, de quién amar y de cómo usar su poder, definiría no solo su destino, sino también el de aquellos que la rodeaban.

Y mientras la luna iluminaba la ciudad, las sombras parecían susurrar, recordándole que en Londres, nada es lo que parece, y cada deseo tiene su precio.



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En el texto hay: misterio, amor, sobrenarutal

Editado: 22.09.2025

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