Entre sombras y susurros

Capítulo 5: Los Retratos del Alma

La mansión estaba silenciosa, pero Elena podía sentir que algo se movía entre las paredes. Cada retrato que adornaba los corredores parecía observarla con un interés inquietante, como si sus ojos pintados supieran más de ella de lo que cualquiera podría imaginar.

Dorian Gray apareció en el umbral de la biblioteca, elegante y sereno, como si siempre hubiera estado allí, esperando. Su mirada se posó en Elena y en el retrato que ella había descubierto días atrás.

—Cada retrato guarda una historia —dijo con voz suave, casi musical—. Algunos son recuerdos… otros advertencias.

Elena frunció el ceño. Había algo en su tono que hacía que cada palabra pesara más de lo normal.

—¿Por qué coleccionas estas imágenes? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Dorian permaneció en silencio un instante demasiado largo, y luego respondió:
—Lo que ves es solo la superficie. Cada alma que se refleja aquí tiene secretos que ni siquiera su dueño conoce.

Antes de que Elena pudiera responder, un golpe seco resonó en la mansión. Lucian apareció desde la escalera, su expresión tensa, sus músculos preparados para actuar.

—No estás sola —dijo, sus ojos brillando con la intensidad de un depredador—. Alguien más está aquí, observando.

Elena sintió que un escalofrío le recorría la espalda. Algo en la casa se había despertado con su magia, con la presencia de Dorian, con el poder que comenzaba a surgir en ella.

Dorian dio un paso adelante, sus dedos rozando un retrato antiguo.

—Algunas verdades solo se revelan cuando el peligro es inminente —murmuró—. Y tu fuego, Elena, ha llamado la atención equivocada.

Lucian se acercó, manteniendo su postura protectora, pero Elena notó que incluso él parecía inquieto ante la figura enigmática de Dorian. La tensión entre los dos hombres se hacía palpable, y en medio de ese fuego y sombra, Elena comprendió que su destino estaba atrapado entre ellos.

—Debes aprender a escuchar a tus aliados… y a tus enemigos —continuó Dorian, su voz un susurro que parecía acariciar el aire—. Algunos secretos solo se revelan en la penumbra.

En ese instante, las velas parpadearon y los retratos de la pared parecieron vibrar, como si respiraran. Elena extendió las manos y sintió su poder crecer, alimentado por miedo y deseo, por la necesidad de proteger y la curiosidad de conocer la verdad.

Lucian tomó su mano con firmeza, su calor contrastando con la frialdad elegante de Dorian.
—Lo que despiertas no es solo magia —dijo con voz grave—. Es destino. Y hay quienes harán cualquier cosa para poseerlo.

Elena cerró los ojos y respiró hondo. La noche estaba viva, los retratos la observaban, y la tensión entre Dorian y Lucian la arrastraba hacia un futuro incierto. Entre sombras y susurros, supo que ya no podía retroceder. Su vida, sus pasiones y su poder estaban a punto de convertirse en una danza peligrosa que la marcaría para siempre.

Y mientras los retratos parecían inclinarse hacia ella, un secreto más profundo se escondía en los ojos de Dorian, uno que Elena aún no estaba lista para comprender.



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En el texto hay: misterio, amor, sobrenarutal

Editado: 22.09.2025

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