La niebla cubría Londres como un manto espeso y silencioso, y Elena sentía que cada sombra se movía con vida propia. Había algo en el aire que le erizaba la piel: un peligro que no podía ver, pero que sabía que la acechaba.
Lucian apareció a su lado, su presencia salvaje y protectora un bálsamo y una advertencia a la vez.
—Siento algo… cerca —dijo, con los músculos tensos y los ojos brillando en la penumbra—. No estás sola en esta noche.
Antes de que pudiera responder, un grito desgarrador resonó desde un callejón cercano. Sin pensarlo, ambos corrieron hacia el origen, y allí vieron la silueta de una criatura envuelta en sombras, con garras que brillaban bajo la luz de la luna. No era un hombre-lobo conocido, sino algo más oscuro, más desesperado.
Elena sintió que su poder reaccionaba por instinto. Extendió las manos y dejó que la energía fluyera, dorada y brillante, envolviendo a la criatura y empujándola hacia atrás. Sin embargo, algo dentro de ella le decía que esto era solo un aviso, un primer contacto con fuerzas que no podía controlar completamente.
Dorian apareció desde la neblina, elegante y silencioso, como si hubiera surgido de la misma sombra que los rodeaba.
—Tu fuego no pasa desapercibido —susurró, su voz acariciando el aire—. Algunos que observan desde la oscuridad desean poseer lo que despiertas.
Elena lo miró, sintiendo que cada palabra de Dorian era un hilo que la conectaba con secretos que aún no podía comprender. Su atracción hacia él crecía, pero también su temor. Cada mirada de Lucian, cada roce de su mano, la hacía tambalear entre deseo y miedo, entre pasión y peligro.
—Tienes que entrenarte —dijo Lucian, tomando su mano con firmeza—. Lo que viene no permitirá errores.
Dorian se inclinó apenas hacia ella, sus ojos profundos y misteriosos.
—Y recuerda, Elena… algunos retratos esconden más que almas. Pueden contener destinos. Algunos de ellos son peligrosos incluso para quienes los crean.
La criatura desapareció entre la niebla, pero Elena supo que no sería la última amenaza. Entre fuego y sombras, pasión y peligro, comprendió que su destino estaba intrínsecamente ligado a Dorian, a Lucian y al poder que despertaba dentro de ella.
La noche cerró sus brazos sobre la ciudad, y mientras la niebla susurraba secretos que solo Elena podía sentir, comprendió que su vida jamás volvería a ser la misma. Entre brujas, hombres-lobo y misterios antiguos, la oscuridad no era solo un enemigo… era parte de su esencia.
Y en los ojos de Dorian, vio un secreto que aún no estaba lista para enfrentar, un misterio que prometía cambiarlo todo.