Entre sombras y susurros

Capítulo 10 – Entre retratos y susurros prohibidos

La galería de Dorian estaba en silencio, salvo por el leve crujido del parquet y el viento que se colaba por las ventanas altas. Elena avanzaba entre los retratos, cada uno más perturbador que el anterior, pero ninguno tenía el poder que aquel que la había llamado desde la penumbra. Su corazón latía como un tambor guerrero mientras sus dedos rozaban el marco antiguo, sintiendo un calor extraño que parecía emanar del lienzo.

—Nunca había visto que te acercaras así a mis colecciones —dijo Dorian desde la sombra, su voz cargada de curiosidad y peligro—. Casi parece que… lo entiendes.

Elena giró y lo encontró a pocos pasos, impecable, su porte elegante contrastando con la sensación salvaje que Lucian provocaba en ella. Dorian siempre era control absoluto, un imán que despertaba miedo y deseo al mismo tiempo.

—Lo siento —susurró Elena—. No puedo evitarlo. Siento que… me llama.

Dorian sonrió, acercándose apenas. Su aroma era intoxicante, una mezcla de incienso, tabaco y secretos prohibidos. Por un instante, Elena sintió la tentación de ceder, de perderse en esa calma peligrosa que emanaba de él.

Pero un gruñido profundo la hizo girar. Lucian estaba allí, a medio paso, los ojos brillando en la penumbra. Su presencia era fuego y alerta, un recordatorio de que el mundo no era seguro y que la oscuridad podía devorarla si se equivocaba.

—No puedes tocarlo sola —dijo Lucian, su voz rasgada y temblorosa de pasión contenida—. Ese retrato… no es sólo un cuadro. Despierta fuerzas que ni siquiera Dorian puede controlar.

Elena cerró los ojos un instante, sintiendo que su corazón estaba partido en dos: entre la seguridad salvaje de Lucian y la tentación irresistible de Dorian. Pero la curiosidad la venció. Extendió la mano y tocó el lienzo. Un calor profundo recorrió su brazo, y un susurro se filtró en su mente: palabras antiguas, promesas y advertencias mezcladas en un murmullo que sólo ella podía escuchar.

—Lo sientes, ¿verdad? —preguntó Dorian, acercándose tanto que el perfume de su cuello rozó el de Elena—. Está vivo… de alguna forma.

Lucian dio un paso adelante, su cuerpo tenso, casi protegiéndola. Elena podía sentir la energía de ambos hombres, tan diferentes y complementarios: uno fuego salvaje, otro hielo elegante, y ella en medio, atrapada entre ambos.

—Si quieres sobrevivir, Elena… —dijo Lucian, su voz grave—. Debes elegir… o aprender a caminar entre sombras y susurros sin perder tu corazón.

Elena abrió los ojos y vio el retrato otra vez. La figura en el lienzo parecía mirarla con conocimiento, como si supiera que su destino estaba allí, colgando entre la realidad y la fantasía. Y mientras la niebla londinense se colaba por los ventanales, Elena comprendió que nada volvería a ser igual.

Una chispa de deseo y peligro recorrió la sala. Y por primera vez, Elena se dio cuenta de que amar y sobrevivir en aquel mundo de sombras no eran mutuamente excluyentes: todo dependía de cómo jugara con el fuego que ambos hombres le ofrecían… y con la oscuridad que despertaba dentro de sí misma.



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En el texto hay: misterio, amor, sobrenarutal

Editado: 30.10.2025

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