Entre sonrisas y cicatrices

Capitulo 26 " MESES DESPUÉS"

Alexander

Seré honesto: jamás pensé que yo, Alexander —el hombre que era más frío que un congelador en promoción— terminaría pasando mis tardes viendo a Alison reírse porque “mi cara parece la de un gato molesto cuando no estoy de acuerdo con algo”. Meses juntos. Meses. Y todavía hay momentos en los que me pregunto cómo diablos terminé tan… enamorado. Hoy está sentada en mi sofá, con una manta encima y el cabello hecho un desastre adorable. Está comiendo helado, a pesar de que le dije que nos íbamos en diez minutos. Diez. No treinta. Pero bueno, soy su novio. Por alguna razón, acepté perder en casi todas las discusiones desde que la amo. —¿Estás lista? —pregunto por quinta vez. Ella me mira con esos ojos grandes que parecen decir “no me regañes, que me derrito”. —Cinco minutos —responde. Cinco minutos mis narices. Pero… sonrío. No puedo evitarlo. Me acerco, le quito una cucharada de helado y digo: —Eres un desastre. Mi desastre… Luce mía. Sí, lo dije. El apodo. Ese apodo ridículo que me salió sin pensar una noche en la que estaba llorando y aun así iluminaba todo a su alrededor. Y se quedó. Ahora cada vez que la llamo así, se sonroja como si fuera ilegal. —No me digas así delante de la gente —reclama, roja como tomate. —Lo digo cuando quiero —respondo, rozando su frente con un beso rápido. Ella intenta negar con la cabeza pero sonríe. Esa sonrisa. Odio cómo me destruye y me reconstruye cada vez. Y aunque soy frío con el resto del planeta, con ella… No puedo. Se me deshace la dureza. Y lo peor es que lo sabe. —Alex… —dice de repente, bajando la voz—. No pensé que íbamos a llegar tan lejos. Me siento a su lado, tomándola de la mano. —Yo tampoco, Luciérnaga. Pero tú… haces que quiera darte todo. Ella se queda mirándome, sorprendida. Alison siempre cree que soy más duro de lo que soy, y cuando me sale lo cariñoso, parece que le reinicio el cerebro. —¿Desde cuándo eres así de tierno? —dice sonriendo. —Desde que tú existes —respondo sin pensar. Ella ríe, se tapa la cara y yo aprovecho para abrazarla tan fuerte que la escucho quejarse. —¡Alex! ¡Me vas a romper las costillas! —Lástima —le digo, soltándola con una sonrisita—. Así no podrías escaparte. Alison me da un empujón que no mueve ni un centímetro de mi cuerpo. Es adorable. —Eres imposible —gruñe. —Y tú me amas igual —contesto. Ella suspira, me mira a los ojos… y sí, ahí está. Esa mirada que me derrite. —Sí —dice—. Te amo, Alex. Siento que mi corazón hace algo extraño. No sé si es porque lo dijo tan suave o porque nunca me acostumbro a escucharlo. La jalo hacia mí, beso su cabeza y respondo: —También te amo, Luce mía Y en ese momento, me doy cuenta de algo. Soy completamente suyo. Solo suyo. Y no podría ser de otra manera.



#1759 en Novela romántica
#619 en Chick lit
#531 en Otros
#230 en Humor

En el texto hay: amor celos, jefe ceo frío y serio, jefe empleda

Editado: 28.11.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.