Entre sonrisas y cicatrices

EPÍLOGO – LA LUZ DE SU HOGAR

La casa que Alexander y Alison habían construido juntos no era la más grande ni la más elegante, pero estaba llena de vida. Desde la entrada se escuchaban risas pequeñas, pasos corriendo y las voces suaves que habían llenado los últimos años de su historia de una felicidad que ellos jamás imaginaron merecer. Aurora, la mayor, de ojos brillantes y curiosidad inagotable, estaba sentada en el suelo pintando estrellas en una hoja arrugada. Decía que quería dibujar “el cielo donde mamá y papá se enamoraron”, aunque ninguno de los dos recordaba haberlo hecho bajo un cielo tan despejado como el que ella imaginaba. Nicolás, el segundo, más risueño y travieso, corría detrás de su hermana intentando arrebatarle uno de los colores. Alison lo miraba desde la cocina con una mezcla de amor y resignación; cada día parecía que él tenía más energía que toda la casa junta. Emily, la pequeña, se aferraba a la pierna de Alexander, balbuceando palabras que él fingía entender. La levantó con cuidado y la niña apoyó su cabeza en su hombro, rendida a la tranquilidad que solo él sabía darle. Alison apareció detrás de él, rodeando su cintura mientras apoyaba la mejilla en su espalda. —¿Ya se durmió? —preguntó con voz cansada y feliz. —Casi —murmuró Alexander, moviendo la mano sobre la espalda de Emily—. Igual que tú, luce mia. Ella rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír. Ese apodo siempre la derretía, aunque fingiera lo contrario. El atardecer entraba por la ventana, tiñendo de naranja las paredes que habían pintado juntos meses antes. Todo ahí tenía una historia: la marca en la pared que Nicolás dejó con una pelota; las manchas de pintura cuando Aurora quiso “ayudar”; el sillón donde Emily aprendió a dar sus primeros pasos hacia los brazos de Alexander. Un hogar. Su hogar. —¿Crees que podamos con tres? —preguntó Alison riendo mientras veía a los niños corretear. Alexander la miró como si aquella pregunta fuese la más obvia del mundo. —Podemos con eso y más —respondió con una certeza tranquila—. Desde que te tengo a ti, puedo con todo. Ella lo besó suavemente, como quien agradece, como quien promete sin palabras. Afuera, las luces comenzaron a encenderse en la calle. Dentro, el ruido disminuyó por unos segundos, solo para volver a estallar en risas y gritos infantiles. Aurora había terminado su dibujo y corría para mostrárselo a su padre; Nicolás ya estaba intentando trepar al sofá, y Emily se despertó lo suficiente para estirar la mano hacia Alison. Y en medio del pequeño caos que solo una familia real puede tener, Alexander y Alison se miraron con esa complicidad que los había acompañado desde el inicio: la certeza de que, después de todo lo vivido, habían llegado justo al lugar donde siempre pertenecieron. Un hogar lleno de amor. Tres hijos que eran su mundo. Una vida que jamás habrían imaginado. El pasado había sido difícil. El futuro seguía siendo incierto. Pero mientras se tuvieran el uno al otro, y mientras las risas de Aurora, Nicolás y Emily siguieran llenando la casa… Su historia no tendría un final. Solo nuevos comienzos.

Holaaa,

Espero que les haya gustado el libro ya que este es su final, perdón si tengo errores la verdad es que es mi primer libro,así que solo espero que les guste y ps si tienen sugerencias o algo me encantaría escuchar.

Gracias.



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En el texto hay: amor celos, jefe ceo frío y serio, jefe empleda

Editado: 28.11.2025

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