Entre sorbos y tropiezos

Capítulo 15 : Ingenio y caos

El viernes amaneció con un aire de conspiración total. La oficina estaba llena de rastros de la guerra anterior: papeles arrugados, tazas apiladas de manera sospechosa y post-its pegados en lugares inesperados. Los compañeros se movían con cautela, anticipando el caos que estaba por venir.

Camila entró con su mochila cargada de trampas ingeniosas:

●Una taza que se volcaba al menor toque.

●Clips escondidos que hacían que los papeles se desparramaran.

●Sándwiches sorpresa con ingredientes inesperados.

●Notas adhesivas con mensajes engañosos que dirigían a Andrés a lugares equivocados.

—Hoy sí… hoy gano —susurró mientras inspeccionaba la oficina—. Esto será legendario.

Andrés, desde su escritorio, ya había preparado su arsenal creativo:

●Un bolígrafo que lanzaba pequeñas pelotas de goma.

●Un teclado con teclas “pegajosas” para sabotear la computadora de Camila.

●Un dispensador de clips “trampa” que saltaba cuando alguien intentaba tomar un clip.

—Buenos días, capitana del caos —dijo con una sonrisa traviesa—. Hoy nadie saldrá ileso.

—¡Perfecto! —replicó Camila—. Que comience la guerra definitiva.

La primera batalla del día ocurrió en la sala de reuniones. Camila había colocado notas adhesivas que indicaban caminos falsos a la impresora y al baño, mientras Andrés había colocado su teclado “pegajoso” en el escritorio de Camila. Cada vez que ella intentaba escribir, las teclas se quedaban atascadas o cambiaban de posición.

—¡Esto es trampa! —gritó ella, mientras los compañeros reían—. Pero debo admitir… esto es brillante.

—Punto para mí, creo —dijo Andrés, tratando de recuperar la seriedad—. Pero no durará mucho.

A media mañana, Camila decidió mezclar sabotaje con romance. Preparó un sándwich “peligroso” para Andrés: pan, queso pegajoso, tomate resbaladizo y un toque de mostaza escondida.

Andrés mordió y el sándwich explotó en un desastre cómico: mostaza por todas partes, queso estirado y tomate rodando por el escritorio.
—¡Ataque culinario recibido! —gritó él, riendo mientras intentaba limpiar su camisa—. Pero debo admitir… esto es divertido.

Camila sonrió, disfrutando la escena, mientras sentía que cada desastre lo hacía más adorable.

El clímax llegó cuando ambos quedaron atrapados en el pasillo principal, intentando recuperar sus gadgets. Entre notas engañosas, clips saltarines y tazas tramposas, tropezaron accidentalmente y terminaron casi abrazados, chocando ligeramente las frentes.

—¿Estás bien? —preguntó él, con voz suave y divertida.

—Sí… sí, gracias —respondió ella, con un cosquilleo en el pecho mientras reía nerviosamente.

Se rieron juntos, conscientes de que la guerra continuaba, pero ahora había coqueteo y complicidad romántica mezclados con cada sabotaje creativo.

Antes de salir, Andrés dejó un post-it en el escritorio de Camila:

“Empate provisional… pero la próxima batalla será aún más legendaria. Prepárate, capitana. —A”

Camila lo leyó, sonrió y guardó el papel en el bolsillo.
La oficina estaba hecha un desastre, los compañeros exhaustos, pero entre gadgets, sándwiches sorpresa y tazas tramposas, la guerra y la chispa romántica seguían creciendo, dejando la historia abierta para más caos y diversión.



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En el texto hay: amor, odio, gracioso

Editado: 22.09.2025

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