Entre sorbos y tropiezos

Capítulo 36 – “El gran final… pero todavía divertido”

El lunes siguiente, la oficina despertó con un aire de calma extraña. La guerra de bromas, los conflictos divertidos y las pequeñas batallas creativas habían quedado atrás. Sin embargo, nadie podía negar que la química entre Camila y Andrés había cambiado todo.

Don Ernesto entró con su habitual seriedad, aunque esta vez con una sonrisa apenas perceptible.
—Buenos días, equipo. Solo quiero decir… que estoy impresionado con sus recientes logros y con la paz que reina… más o menos.

Camila y Andrés intercambiaron una mirada cómplice.
—Más o menos —susurró él, rozando discretamente su mano con la de ella.
—Sí, más o menos —contestó ella, sonriendo.

Ese día, Jimena decidió organizar una pequeña “ceremonia de cierre de guerra de oficina”, colocando globos, confeti y una nota gigante que decía:
"Gracias por sobrevivir a la semana más loca de la historia de la oficina"

Todos aplaudieron, rieron y, por supuesto, las bromas continuaron: Tomás hizo que un globo explotara accidentalmente sobre la cabeza del jefe, Claudia lanzó confeti desde la ventana y un pequeño pájaro apareció de nuevo, esta vez posándose sobre el teclado de Andrés.

—¿En serio? —dijo Andrés, mirando al pájaro.
—Sí —contestó Camila, riendo—. Es como si estuviera aprobado nuestro romance cómico.

Entre risas y bromas, Andrés tomó la iniciativa:
—Camila… —dijo, bajando la voz—. Quiero que sepas que, entre todas las locuras, los besos accidentales y los días lluviosos, me haces increíblemente feliz.
—Yo también —contestó ella, con la voz temblorosa y una sonrisa—. Eres imposible… y perfecto al mismo tiempo.

Se acercaron y compartieron un beso largo, divertido y lleno de complicidad, mientras Jimena, desde lejos, los observaba con los brazos cruzados y una sonrisa cómplice.

La tarde continuó con risas, historias repetidas de accidentes pasados y comentarios de todos sobre los momentos más absurdos de la oficina. Cada escena reforzaba la sensación de que, aunque la guerra de bromas había terminado, su relación recién comenzaba: llena de humor, complicidad y romance inesperado.

Cuando el día terminó y todos se preparaban para irse, Andrés sostuvo la mano de Camila:
—Prometamos algo —dijo él—. Que nunca dejaremos de reírnos juntos, aunque la oficina nos vuelva locos.
—Prometido —contestó ella—. Con risas, caos y amor incluido.

El sol se puso sobre la ciudad, iluminando la oficina y dejando una sensación cálida. Entre charlas, miradas cómplices y la promesa de nuevas aventuras, Camila y Andrés comprendieron que su historia no tenía que terminar, sino continuar con la misma mezcla de humor, romance y locura que los había unido desde el principio.

Y así, mientras la oficina se vaciaba y la noche caía, quedaba claro que la guerra había terminado… pero la diversión y el amor apenas comenzaban.



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En el texto hay: amor, odio, gracioso

Editado: 13.10.2025

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