Entre Sueños y Destinos

Capítulo 3: Ecos del Pasado

Caminé a su lado mientras el sol descendía en el horizonte, tiñendo el cielo de un anaranjado cálido. Su mano seguía aferrada a la mía, y aunque mi mente adulta me gritaba que todo esto era imposible, mi corazón latía con la certeza de que era real.

La chica—la desconocida que parecía conocerme mejor de lo que yo la conocía—me guiaba con paso firme. La observé de reojo, grabando en mi mente cada detalle de su expresión. La curva de su sonrisa, la forma en que su cabello se movía con la brisa, la tranquilidad que irradiaba. Algo en ella despertaba una nostalgia que no entendía del todo, como si estuviera recordando un sueño olvidado.

De repente, un pensamiento me atravesó el pecho como un dardo helado.

Si estoy en el pasado y lo cambio... ¿significa que todo lo que viví en mi vida adulta desaparecerá?

Un recuerdo fugaz cruzó mi mente. Un amor que había surgido en los últimos años de la secundaria, con todos sus altibajos, sus risas, sus silencios y despedidas. No era solo una persona, sino una parte de mi historia, de quién era en el presente.

Si algo cambiaba en este sueño—si es que realmente estaba alterando algo—¿seguiríamos cruzando caminos? ¿Y si, al tocar un solo hilo de mi pasado, todo lo que viví con ella simplemente... desaparecía?

Me estremecí. No, no puede ser así de fácil. Esto solo es un sueño, me repetí. Un sueño más vívido de lo normal, pero nada más.

Pero en el fondo de mi mente, una voz susurraba que no era tan simple.

—¿Estás bien? —preguntó ella, deteniéndose un momento para mirarme de frente.

Parpadeé, volviendo a la realidad del sueño. Su expresión era tranquila, pero en sus ojos había una pizca de preocupación.

—Sí, solo... estaba pensando —respondí con una sonrisa forzada.

Ella me observó por unos segundos, como si pudiera ver a través de mí, pero finalmente asintió y siguió caminando.

Minutos después, llegamos a un parque. No cualquier parque, sino uno que reconocí de inmediato. Estaba más limpio, más vibrante, con menos estructuras modernas de las que recordaba. Pero sin duda, era el mismo lugar al que había ido incontables veces en mi infancia.

Ella se sentó en un columpio y dio unas ligeras patadas al suelo para balancearse suavemente.

—Este es nuestro lugar —dijo, con un dejo de nostalgia.

La forma en que lo dijo me hizo contener la respiración. Nuestro lugar.

Mi corazón se aceleró. Busqué en mi memoria, tratando de encajar las piezas, pero no había ningún recuerdo claro. Solo una sensación difusa, una emoción enterrada en lo más profundo de mi ser.

—Siempre venimos aquí —continuó ella—. Aunque a veces pareces olvidarlo... —me miró con una sonrisa juguetona—, pero no importa. Yo siempre te lo recordaré.

Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Olvidarlo? ¿Quién era ella realmente? ¿Cómo podía conocerme tan bien si yo no la recordaba?

Me senté en el columpio a su lado, intentando ordenar mis pensamientos. La brisa nocturna trajo consigo un aroma familiar, uno que no podía identificar, pero que llenó mi pecho con una inexplicable sensación de calidez.

—Tal vez... solo necesite un poco de ayuda para recordar —murmuré sin pensar.

Ella sonrió ampliamente y tomó mi mano de nuevo. El contacto me estremeció. No solo por la suavidad de su piel, sino por lo natural que se sentía, como si mis dedos encajaran perfectamente entre los suyos.

—Entonces empecemos desde el principio —dijo ella, con un brillo en los ojos.

Y en ese instante, supe que nada volvería a ser igual.

No respondí de inmediato. Algo en su mirada, en la seguridad de sus palabras, me hacía dudar aún más. ¿Qué tanto había olvidado? ¿Y qué tanto estaba a punto de recordar?



#3081 en Fantasía

En el texto hay: fantasia, romance

Editado: 07.04.2025

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