La pregunta le pesaba en la cabeza, pero no tuvo tiempo de darle vueltas. Su instinto le exigía hablar, romper la incertidumbre antes de que este encuentro también desapareciera.
—¿Quién eres? —preguntó, sin rodeos.
La chica parpadeó, visiblemente sorprendida.
—¿A qué te refieres?
—No te conozco —continuó Ethan, sintiendo su propia voz tensa—. Pero actúas como si sí lo hiciera. Como si… esto fuera normal.
Ella inclinó la cabeza levemente, como si intentara descifrarlo.
—¿Por qué dices eso? Siempre hemos estado juntos.
El corazón de Ethan dio un vuelco.
—No… yo… —Se detuvo, sin saber cómo explicarlo sin sonar como un loco—. No recuerdo haberte conocido antes.
La chica frunció el ceño, pero no parecía ofendida. Más bien, parecía… confundida.
—Eres tú el que siempre olvida —susurró, como si hablara más para sí misma que para él.
Las palabras hicieron que Ethan sintiera un escalofrío.
—¿Olvida qué?
Ella no respondió de inmediato. En su lugar, se acercó lentamente, como si el simple hecho de moverse pudiera ayudarle a entenderlo mejor.
Ethan no retrocedió, pero su cuerpo se tensó.
Su proximidad era extraña, familiar pero desconocida al mismo tiempo.
—Ethan… ¿estás bien? —preguntó ella, con un leve tono de preocupación.
Su nombre en su voz lo hizo estremecerse.
—Yo… —tragó saliva—. Estoy tratando de entender qué está pasando.
Ella ladeó la cabeza, su cabello lacio moviéndose con la brisa.
—No tienes que pensar tanto en eso. Siempre terminas volviendo.
Ethan sintió un nudo en la garganta.
"¿Volviendo?"
Se llevó una mano a la cabeza, tratando de ordenar sus pensamientos. Todo esto se sentía mal.
Si ella lo conocía tan bien, ¿por qué él no recordaba nada de ella?
—Si hemos estado juntos tanto tiempo… —murmuró—. ¿Por qué no puedo recordarlo?
Ella sonrió suavemente, como si su pregunta no la sorprendiera.
—Eso me gustaría saberlo yo también.
Su tono tenía un matiz de nostalgia, como si estuviera acostumbrada a esta conversación.
Ethan apretó los puños. Tenía que encontrar una respuesta.
—¿Tú recuerdas todo? —preguntó, sintiendo que su voz temblaba un poco.
Ella asintió sin dudarlo.
—Por supuesto.
La convicción en su voz lo dejó sin aire.
¿Cómo podía estar tan segura?
Ethan abrió la boca para seguir preguntando, pero entonces, la chica lo miró directamente a los ojos y sonrió con cierta diversión.
—Sabía que vendrías. Dijiste que lo harías.
Ethan sintió un escalofrío.
—¿Qué?
—Me lo prometiste la última vez que nos vimos.
Su expresión era tranquila, como si estuviera recordando algo simple y cotidiano.
Pero para Ethan, fue como si el suelo bajo sus pies desapareciera.
Él nunca le había prometido nada.
O al menos, no que él recordara.
Abrió la boca para responder, pero en ese instante, el viento en la azotea pareció cambiar.
La brisa se volvió más fuerte. La luz del atardecer se tornó más difusa.
Ethan sintió cómo su visión comenzaba a oscurecerse.
Algo lo estaba arrastrando de vuelta.
El viento se intensificó a su alrededor, como si el sueño mismo estuviera desmoronándose. El atardecer perdió su color, tornándose en tonos más fríos, difusos, irreales.
"No… aún no…"
El pánico lo golpeó. No podía irse ahora.
Dio un paso adelante, extendiendo una mano hacia ella, como si al tocarla pudiera anclarse a este mundo un poco más.
—Espera… —murmuró, su voz perdiéndose entre el viento.
Pero la chica no parecía afectada por lo que estaba ocurriendo.
Lo miró con la misma serenidad de antes, su cabello meciéndose con la brisa.
Y entonces, sonrió.
No era una sonrisa de despedida. Era una sonrisa de certeza.
Como si supiera que él volvería.
Como si esto ya hubiera pasado antes.
Ethan quiso decir algo más, pero el vacío lo envolvió antes de que pudiera hacerlo.
Todo se tornó negro.
Y despertó.