Capítulo 10: Voces que rozan el destino

Lucian no dormía bien.
Desde que escuchó el nombre Elira, algo en él se había desordenado.
No era ansiedad.
Era una especie de urgencia silenciosa.
Como si el tiempo estuviera empujándolo hacia algo inevitable.

Volvió a la plaza.
Volvió a la librería.
Volvió a mirar desde lejos.

Y allí estaba ella.
Bufanda azul.
Mirada absorta en un libro.
Cabello recogido con descuido, como si el mundo interior fuera más importante que el exterior.

Lucian se detuvo a unos metros.
Respiró hondo.
El corazón le latía como si fuera a romperle el pecho.

“Es ahora.”

Dio un paso.
Luego otro.
Estaba a punto de hablarle.
A punto de decir algo, cualquier cosa.
Pero entonces, una voz lo interrumpió.

—¡Lucian! —gritó alguien detrás de él.

Se giró.
Era un amigo de la universidad, alguien que no veía hace meses.
Lo abrazó con entusiasmo, sin notar la tensión en su cuerpo.

—¡Qué casualidad verte aquí! ¿Tienes un minuto?

Lucian miró hacia Elira.
Ella había levantado la vista.
Sus ojos se cruzaron por un segundo.
Pero él no pudo moverse.
No pudo hablar.

“No ahora. No así.”

El momento se desvaneció.
Como un sueño que se escapa al despertar.

Después de unos minutos de conversación forzada, Lucian se despidió.
Volvió a mirar hacia la librería.
Elira ya no estaba.

Esa noche, escribió:

“Estuve a punto de hablarle.
Pero el universo me detuvo.
¿Fue una prueba? ¿Un error?
Sus ojos me vieron.
Y yo no supe qué hacer.”

Mientras tanto, Elira caminaba por una calle cercana.
Había sentido algo extraño en la librería.
Como si alguien la observara con intención.
No con deseo.
Con memoria.

Se detuvo frente a una cafetería.
Entró.
Pidió un té de jazmín.
Se sentó junto a la ventana, con su libreta abierta.

Dos chicos hablaban en la mesa de al lado.
No les prestaba atención.
Hasta que uno de ellos dijo:

—Lucian está raro últimamente. Dice que sueña con una chica que lleva una bufanda azul.

Elira se congeló.
Bufanda azul.
¿Lucian?

El otro chico respondió:

—¿Lucian? ¿El que estudia literatura? Ese tipo siempre ha sido medio místico.

Elira sintió que el aire se volvía más denso.
Como si el universo le respondiera con un susurro.

“Lucian.”

El nombre le sonaba familiar.
No por los chicos.
Por sus sueños.

Recordó el chico de la biblioteca.
El que le dejaba notas.
El que la miraba como si supiera quién era.

Escribió en su libreta:

“Hoy escuché su nombre. Lucian.
Dicen que sueña con una chica de bufanda azul.
¿Soy yo?
¿Es él?”

Esa noche, Elira soñó con un puente.
Ella estaba de un lado.
Lucian del otro.
Ambos querían cruzar.
Pero el puente se deshacía si se apresuraban.

Una voz en el sueño dijo:

“Solo cuando ambos estén listos, el puente se mantendrá.”

Despertó con lágrimas en los ojos.
No de tristeza.
De certeza.

Lucian también soñó con el mismo puente.
Y con la misma voz.