Entre Sueños y Pactos

Capítulo 13: El encuentro que no necesitó prisa

Elira eligió el lugar con cuidado.
No por nostalgia.
Por significado.

Era la misma librería donde todo había comenzado.
Donde las notas se escondían entre páginas.
Donde las palabras tejían puentes invisibles.

Llevaba su bufanda azul.
No por costumbre.
Por ritual.

En su bolso, una carta.
La última.
La única que no había dejado en secreto.

Lucian llegó puntual.
No por ansiedad.
Por respeto.

La vio desde lejos.
No como una desconocida.
Como alguien que había habitado sus sueños, sus pensamientos, sus silencios.

Se acercó.
Ella lo miró.
Y el mundo no se detuvo.
Se alineó.

—Hola —dijo él, con voz suave.

—Hola —respondió ella, con una sonrisa que no necesitaba explicación.

Se sentaron en una mesa junto a la ventana.
Pidieron café.
No hablaron de los meses pasados.
No hablaron de las cartas.
Hablaron de libros, de símbolos, de lo que estaban construyendo.

Y al final, Elira sacó la carta.

—Es para ti —dijo, entregándosela como quien ofrece un fragmento de sí misma.

Lucian la abrió.
Leyó en silencio.
Cada palabra era una confirmación.

---

Lucian;

Gracias por esperarme.
Gracias por no apresurarte.
Gracias por leerme sin interrumpirme.

Esta carta no es una confesión.
Es una celebración.

De lo que fuimos sin vernos.
De lo que somos sin apurarnos.
De lo que podemos ser sin perder lo que ya somos.

No sé si esto es amor.
Pero sé que es verdad.

Y eso, para mí, es suficiente.

—Elira

---

Lucian guardó la carta en su chaqueta.
No dijo nada.
Solo extendió su mano.
Elira la tomó.

No como quien se entrega.
Como quien camina al lado.

Los años pasaron.

No se apresuraron.
No se encerraron en etiquetas.
Tuvieron pequeñas salidas: cafés, museos, caminatas bajo cielos estrellados.

A veces hablaban de sus sueños.
A veces escribían juntos.
A veces simplemente se quedaban en silencio, sabiendo que el silencio también habla.

Elira publicó su primer libro:
“Cartas en el viento: una historia entre sueños y símbolos.”

Lucian empezó a dar talleres sobre escritura emocional.
Usaba fragmentos de sus cartas como ejemplos de cómo el alma se comunica sin ruido.

Vivían separados.
Pero nunca distantes.

Cada uno construyó su futuro:
Elira con su investigación, sus rituales, su escritura.
Lucian con sus proyectos, sus lecturas, su forma de enseñar a otros a escuchar lo invisible.

Y un día, sin aviso, se miraron y supieron.

No porque el amor hubiera llegado.
Porque siempre estuvo ahí.



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En el texto hay: cartas, amor, tiempo

Editado: 18.08.2025

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