Entre Sueños y Pactos

Capítulo 15: Dónde el amor se convirtió en vida

Pasaron dos años desde que Elira y Lucian decidieron compartir techo.
Dos años de libros, de abrazos nocturnos, de discusiones sobre qué planta poner en la ventana.
Dos años de consuelo, de crecimiento, de pactos silenciosos.

Y una mañana, mientras Elira preparaba café, lo supo.

No por síntomas.
Por intuición.

Lucian entró a la cocina, medio dormido, y la vio con una expresión distinta.

—¿Estás bien? —preguntó.

Elira lo miró.
Sonrió.
Y dijo:

—Creo que estamos por comenzar otro capítulo.

---

La prueba lo confirmó.
Elira estaba embarazada.

Lucian se quedó en silencio.
No por miedo.
Por emoción contenida.

La abrazó.
No como quien protege.
Como quien celebra.

—Vamos a hacerlo a nuestra manera —dijo él.

—Sin prisa. Sin perfección —respondió ella.

Y así fue.

---

Los primeros meses fueron una mezcla de risas y caos.

Elira tenía antojos extraños: aceitunas con miel, pan tostado con mermelada de chile.
Lucian corría a la tienda a horas absurdas, buscando ingredientes imposibles.

—¿Sabes que esto no tiene sentido? —decía él, mientras cocinaba.

—¿Y cuándo lo ha tenido? —respondía ella, riendo.

---

Los cambios de humor eran parte del ritual.

A veces Elira lloraba viendo comerciales.
A veces se reía sin parar por cosas mínimas.

Lucian no intentaba arreglarlo.
Solo la acompañaba.

—Hoy soy un mar de emociones —decía ella.

—Entonces yo seré tu orilla —respondía él.

---

Decoraron la habitación del bebé con calma.
Libros ilustrados, estrellas colgantes, una mecedora junto a la ventana.

Elira escribía cartas para el futuro hijo.
Lucian grababa cuentos con su voz, para que el bebé los escuchara algún día.

---

En el séptimo mes, Elira tuvo una noche difícil.
Dolores, miedo, insomnio.

Lucian se sentó junto a ella, tomó su mano, y comenzó a leerle una carta que ella había escrito años atrás.

No sé si esto es amor. Pero sé que es verdad.”

Elira lloró.
No por dolor.
Por gratitud.

—Gracias por no dejarme sola en esto —susurró.

—Nunca lo haré —respondió él.

---

Y llegó el día.

Una madrugada lluviosa.
Elira sintió las contracciones.
Lucian, aunque nervioso, mantuvo la calma.

La acompañó al hospital.
Le habló durante todo el proceso.
Le recordó que era fuerte.
Que no estaba sola.

Horas después, el llanto llenó la sala.

Era un varón.

Pequeño.
Perfecto.
Con ojos que parecían contener siglos de ternura.

---

El nombre lo eligieron juntos, días antes.

Caelum.

Del latín, “cielo”.

Porque había llegado como una promesa.
Como una estrella que se había gestado en silencio.
Como un puente entre dos almas que aprendieron a amar sin prisa.

---

Lucian lo sostuvo primero.
Temblando.
Llorando.

Luego se lo entregó a Elira.
Ella lo miró.
Y supo que todo había valido la pena.

Caelum abrió los ojos.
Y en ese instante, el mundo se volvió más claro.

Lucian se acercó.
Elira lo miró.
Y se dieron un beso.

No como cierre.
Como inicio.

---

El ciclo se había cerrado.
Pero la historia apenas comenzaba.

Caelum era el símbolo.
El fruto.
El poema vivo.

Y en ese hogar lleno de cartas, libros, y pactos silenciosos, ahora había una nueva voz.
Pequeña.
Pero infinita.



#5056 en Novela romántica
#187 en Paranormal
#74 en Mística

En el texto hay: cartas, amor, tiempo

Editado: 18.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.