Entre teclas y Café

Capítulo 6: La espiral de rumores

El lunes por la mañana, un silencio incómodo flotaba sobre la oficina. Valeria se sintió observada desde el momento en que puso un pie en la puerta. Las risas se apagaban al pasar, y las conversaciones se convertían en murmullos. Se sentó en su escritorio y trató de concentrarse, pero sus oídos captaban fragmentos de frases: “¿Viste cómo la dejó?”, “¿Qué pasaría entre ellos?”, “Ella parece tan ilusionada...”. El zumbido de los rumores se sentía como una picadura de abeja constante, molesta y dolorosa. El brillo de la fiesta se había desvanecido, dejando un sabor amargo en su boca.
Valeria se esforzó por ignorar los chismes, pero la curiosidad de Lucas y Sofía era insaciable. A la hora del café, Lucas se sentó en la silla de su escritorio, con una expresión de intriga en el rostro. “Entonces, ¿qué pasó con el jefe en la fiesta?”, le preguntó, sin rodeos. “Te vi bailando con él, y luego... desapareció. ¿Te dejó plantada?”

Valeria intentó sonar casual. “No fue nada. Salió una llamada de trabajo y se fue. Nada del otro mundo.”
Sofía se unió a la conversación, con una mirada de preocupación genuina. “Valeria, sé que el ambiente en la oficina puede ser difícil. A veces, las personas pueden ser crueles, especialmente cuando ven a alguien que brilla.” Sofía le dio una palmada en el hombro. “Escucha, no sé lo que pasó, pero si te sientes incómoda, solo ignóralos. No dejes que los chismes te afecten.”

Valeria apreció el gesto de Sofía, pero las palabras de Lucas se habían clavado en su mente. ¿Damián la había dejado plantada? Recordó la forma en que él la había mirado, la forma en que sus manos la habían sostenido, y la forma en que se había alejado sin una palabra. El contraste era doloroso. Se sintió como si hubiera sido arrastrada a un juego del que no conocía las reglas.

El resto del día fue un infierno. La sensación de ser juzgada era insoportable. Los rumores le hicieron cuestionar el momento mágico en la pista de baile. ¿Había sido real, o solo un truco de su mente? La incertidumbre se instaló en su corazón. Y por primera vez, Damián no se veía como un salvador, sino como la fuente de su dolor.

El clímax de su miseria llegó cuando Damián la llamó a su oficina. Valeria se acercó con el estómago revuelto, esperando una explicación. Sin embargo, no hubo excusas, ni disculpas. Él solo se centró en el trabajo. “Valeria, necesito que revises este informe. Tómate tu tiempo y dime tus pensamientos.” Su tono era tan profesional como siempre. Valeria se dio cuenta de que el jefe, el hombre que la había hecho sentir especial en la pista de baile, no tenía la menor idea del dolor que le había causado.




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