Valeria pasó el miércoles entero tecleando con una furia silenciosa. La indiferencia profesional de Damián, tras el baile y el abandono abrupto en la fiesta, era más difícil de soportar que los chismes de la oficina. Se sentía subestimada, como una diversión de un minuto que él ya había olvidado.
Esa tarde, Damián la llamó a su oficina para lo que parecía ser otra revisión de informes. Al entrar, Valeria cerró la puerta con más firmeza de lo necesario.
"Valeria, necesito tu opinión en el enfoque creativo de la campaña..." Damián comenzó, señalando una pantalla.
"Con todo respeto, Damián," lo interrumpió Valeria, manteniendo la voz baja pero firme. "Podemos hablar de la campaña. Pero necesito que hablemos de la fiesta primero. No puedo pretender que no pasó nada."
Damián levantó la vista, sorprendido por su franqueza. El silencio llenó la oficina. Su rostro se volvió serio, toda la luz casual que había mostrado en el café se había desvanecido. "Tienes razón. Lo siento, Valeria. No fue profesional de mi parte."
"No es por ser profesional," replicó Valeria, cruzándose de brazos. "Se trata de respeto. Un minuto me haces sentir que somos... algo, y al siguiente me dejas sola en medio de la pista sin una palabra, para hablar de un acuerdo. La gente lo notó. Y honestamente, me hiciste sentir muy incómoda."
Damián suspiró, pasándose una mano por el cabello. Se levantó de su silla y se dirigió a la terraza adyacente, un espacio privado con vistas al atardecer de la ciudad. Valeria lo siguió.
"Lo que pasó en la pista de baile," comenzó él, apoyándose en la barandilla de cristal, "fue real para mí, Valeria. Demasiado real. Y por eso me fui."
Valeria lo miró con incredulidad. "¿Te fuiste porque fue real? ¿Qué se supone que significa eso?"
"Significa que en la pista, eras solo tú y yo. Me olvidé de que soy tu jefe, de la empresa, de los rumores. Y en ese momento, recibí una llamada crucial sobre un posible cliente que podría cambiar el futuro de la agencia," explicó, su voz ahora cargada de frustración. "Mi primera reacción fue ignorarla, y ese es un lujo que no me puedo permitir. Me asusté, no por el negocio, sino por lo que sentí. Rompí el momento para romper la conexión. Y sí, te dejé plantada. Fue cobarde, y te pido disculpas de nuevo."
Valeria sintió que la rabia se desvanecía lentamente, reemplazada por una mezcla de confusión y una punzada de esperanza. "No quiero ser un factor de riesgo en tu vida profesional, Damián."
Él se giró para mirarla directamente, sus ojos castaños más intensos bajo la luz del sol poniente. "No lo eres. El riesgo es que esto... que nosotros, es lo primero en mucho tiempo que me importa más que mi carrera. Y eso es peligroso, en el buen sentido." Hizo una pausa, y su voz se suavizó. "Pero necesito que entiendas algo. Mi vida es complicada y tiene compromisos que no desaparecen con un baile. Si queremos que esto funcione, si hay un 'esto', tendremos que ser honestos y poner límites muy claros."
"Límites. Honestidad," repitió Valeria, asimilando sus palabras. "Empecemos por ahí. ¿Ahora podemos hablar de la campaña sin que nos afecte lo que pasó en la fiesta?"
Damián sonrió, una sonrisa genuina de alivio. "Absolutamente. Y Valeria, gracias por ser directa. Lo aprecio más de lo que imaginas."