No sé por qué me enamoré de el,
no busqué respuestas,
no pedí señales al destino,
y aun así, llego a habitarme el alma.
Quizás fue el brillo secreto de sus ojos,
o la forma en que su risa rozó mi silencio,
quizás fue su voz,
que parecía conocer mis heridas
antes de que yo pudiera contarlas.
No lo entiendo… y no quiero entenderlo.
Porque el amor no siempre se explica,
se siente, se desborda,
se convierte en raíz dentro del pecho,
como si siempre hubiera estado ahí,
esperando a que yo lo encontrara.
Me enamoré de el sin razones,
sin excusas, sin lógica,
solo con la certeza de que en su presencia
mi corazón encontró un hogar
al que jamás quiere renunciar.