Entre tu Corazón y el Mío Libro 2

Capítulo 4. Primera cita

08 de octubre de 1999

Cinco minutos, solo cinco minutos para ser libre.

Tengo que aguantar un mes más, la clase se vuelve cada vez más aburrida e irritable. El día de hoy solo se habla sobre si fueron o no aceptados en las universidades de sus sueños. Antes de venir a la escuela vi una carta a mi nombre, emocionado la abrí y fueron buenas noticias, una de las escuelas a las que envié solicitud quiere que vaya a hacer una audición y así ver si estoy capacitado para ser cocinero. La audición es el otro viernes, tengo una semana para ponerme a estudiar y a practicar.

Escapo del salón antes de que la señorita Padilla me detenga. El día de hoy no me apetece hablar con ella, después de la pelea mamá me obliga a que una vez a la semana vaya a hablar con ella. Durante toda la semana evite la sesión, no necesito hablar con nadie.

─¿Cómo va el tobillo? ─pregunta Barth, caminando a mi lado.

─Va mejorando.

─Cuídate mucho, sigue con las indicaciones de tu médico.

Cada que me ve me dice lo mismo. Lo único que quiere es que me recupere para que Martín y yo regresemos al equipo. Ninguno de los dos planea regresar. King aprovecho la oportunidad para volver a replantearme la oferta de unirme al equipo matemático, no entiendo para que si ya me voy a graduar.

─¡Alonso! Querido amigo ─grita Martín. En segundos aparece alado mío─. No vas a creerlo, me aceptaron en la facultad, voy a estudiar administración de empresas.

─No te escucho muy emocionado.

─Estoy feliz por la noticia, pero no estoy emocionado.

─Solo porque tu papá estudio administración de empresas, no significa que debes de estudiar lo mismo.

Sigo sintiéndome culpable al respecto, ambos sabíamos que seríamos elegidos para Malto y así ninguno de los dos nos preocuparíamos por entrar a alguna universidad o facultad. Ahora por mi culpa va a tener que estudiar algo que detesta.

─No tengo otra opción y como papá da clases ahí me darán un descuento en la inscripción. Tal vez y al final me termina gustando la administración.

Ambos sabemos que no será así, tengo la esperanza de que Malto haga una segunda convocatoria. Está vez vamos a ir sí o sí. Para los dos el fútbol es lo mejor que nos ha pasado en la vida.

─¿Cómo te fue a ti? ¿Alguna noticia?

─Tengo una audición en una de las escuelas a las que mande solicitud. Al final ellos me dirán si soy bueno o no.

─Yo digo que si te aceptan, tienes un talento increíble en la cocina.

─Gracias, Marto.

Mi estómago se llena de millones de mariposas al ver a Rosie, no la había visto en todo el día. Las cosas van progresando, todo ha cambiado desde que me confeso que le gusto. Estaría mintiendo si dijera que yo no siento nada por ella, por primera vez me gustaría intentar algo más que una amistad.

─¿Cómo sabes cuando estás enamorado? ─pregunto, sin dejar de ver a Rosie.

─No dejas de pensar en esa persona, solo quieres estar con ella, sonríes al escuchar su nombre, te brillan los ojos… ¿Qué más? ─cruza los brazos. Pensando en más cosas, agrega: ─. Sientes lo típico de mariposas en el estómago.

─Mierda, estoy enamorado.

─¿Apenas te das cuenta?

Lo golpeo en el estómago para que se callé. Rosie aparece enfrente de nosotros con una hermosa sonrisa. Mis manos sudan y los labios me tiemblan.

─Me vas a odiar, hice algo terrible.

─Nunca te odiaría ─digo, Martín me mira con una cara divertida.

Es cierto, nunca la odiaría. A menos que diga que su equipo favorito de fútbol es Panda, ese equipo apesta y el nombre es ridículo.

─Si lo harás, digamos que le dije a Danielle que tendrás una cita con ella. Hoy a las cinco de la tarde en la cafetería Fresa y Chocolate.

─¿Una cita? ¿Con Danielle? ─asiente con la cabeza─. Paso, apenas ayer me levantaron el castigo y debo seguir manteniendo reposo, agregando que tengo que ponerme una compresa fría cada dos horas por quince minutos.

La palabra cita aun no entra en mi vida. Me gustaría tener mi primera cita con Rosie, no con una chica que gasta su dinero comprando fotografías mías y que lo único que se es su nombre.

─Oh, vamos. Danielle es muy linda ─dice Martín. Suelta un suspiro─. Su cabello huele a coco y es amante de los libros.

─En ese caso… Tú sal con ella ─propongo.

─No puedo, tengo que ir al dentista.

─No tienes que hacerlo si no quieres ─asegura Rosie─. Hablare con Danielle, es mi culpa. Es solo que le debo un favor y ella no deja de decir que quiere tener una cita contigo.

No me gusta ver su rostro de culpabilidad. Espero no arrepentirme por lo que estoy a punto de decir.

─Iré, dile que la espero en la cafetería y que sea puntual.

Odio a la gente que no sea puntual. Si uno se toma la molestia de llegar temprano, ¿por qué los demás no pueden hacerlo?




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