Entre tu Corazón y el Mío Libro 2

Capítulo 28. El nuevo Alonso

 06 de julio de 2020

Se me cae la cara de vergüenza. Me da igual Sandra, Miriam, Bryan y su ángel superior. Solo me importa Cristopher, está decepcionado de mí, lo veo en sus ojos. Me siento terrible, él me siempre me apoya y cuando me pasa algo es el primero que busca la forma de ayudarme. No merezco que me esté defendiendo y mucho menos que esté dando la cara por mis errores.

─Ángel Alonso, ¿está escuchando?

Me limpio la nariz con la manga de mi sudadera y levanto la cara, los ojos de Sandra me disparan con una bala invisible.

─Lo siento ─me disculpo.

─En está ocasión no le pondremos una falta al reglamento, pero a partir de este momento se le prohíbe la entrada a La Nube ─mis alas se van bajando poco a poco─. El ángel Edevane es el único que podrá entrar para ver algún asunto de tu ángel, él será el encargado de comunicarte la información.

─Pero…

Decido quedarme callado, ya no vale la pena protestar. Me merezco algo peor por todo lo que he hecho.

─Ángel Miller, voy a ser muy directa con usted. Esta es la primera y la última falta que le pasamos por alto. Los del comité le tenemos mucho aprecio al ángel Edevane y sabemos el gran cariño que le tiene, al igual que sabemos que usted no es así, por lo que esperamos que cambie su comportamiento y su actitud.

Asiento con la cabeza. No creí que lo diría, pero tal vez debería de regresar al grupo de “Te doy una ala”.

─Al salir le pedirá una disculpa al ángel Miriam y al ángel Hale ─mentalmente pongo los ojos en blanco─. Pueden retirarse ─señala la puerta.

Me levanto y salgo detrás de Cristopher. Bryan y Miriam me miran con recelo, ambos tienen los brazos cruzados y golpean el piso con su pie.

─Miriam, te pido una disculpa por haber utilizado tu computadora y por haber entrado a la Nube sin un permiso. Martín, te pido una disculpa por haberte pedido que me ayudaras y por no hacerte caso cuando me dijiste que no hiciera locuras. Bryan, te pido una disculpa por haber falsificado tu firma, utilizar tus datos y ver el futuro de tu ángel. No volverá a pasar.

A ninguno de los tres lo miro a los ojos, me paso por un lado y me voy derecho. Cristopher me toma del brazo.

─Tenemos que hablar.

─No quiero habar ─quito el broche de alas de mi sudadera y se lo entrego─. No puedo tenerlo, he hecho trampa muchas veces y no he sido honesto. No lo merezco... Perdón.

 

Me siento en el taburete, llevo mis dedos a las teclas y toco la primera canción que mamá me enseño. Es una de sus melodías favoritas, siempre la toca cuando no tiene ánimos, está cansada, tuvo un mal día o se siente triste. Es perfecta para la ocasión.

En cada tecla que oprimo una corriente entra por mis dedos. El aroma de su perfume me pasa por la nariz, siento sus brazos dándome un abrazo por la espalda y escucho su voz. Conforme avanza la canción siento más cerca a mi mamá. La tengo sentada a mi lado, me sonríe y se une a la melodía.

Solo somos el piano, ella y yo.

─Me gusta tocar el piano a tu lado.

─A mí también ─le confiesa el Alonso de ocho años─. Eres la mejor mamá del mundo. Siempre te voy a amar.

─Yo también, mi pequeño Alonso.

 Las lágrimas me recorren las mejillas cayendo sobre las teclas, mis dedos se detienen, apoyo los codos en el borde del piano y me tapo la cara con las palmas de las manos. Daría lo que fuera por tenerla a mí lado por lo menos cinco minutos. Extraño a mi mamá, a la mujer que me daba paz con tan solo respirar.

Su presencia se va dejándome solo en la fría habitación.

Retiro las manos de mi cara cuando alguien se sienta a mi lado, es el ángel Emma. Al sonreír se le arrugan los ojos, toma mis manos haciendo que un poco de tranquilidad entre a mi alma.

─La amas, ¿cierto?

─Sí.

─Desde el primer instante que te conocí supe que tu cariño hacia ella era más que el de un guardián a su ángel ─acaricia mi mejilla─. Eres un alma pura, de las que brillan por si solas, no dejes que nada ni nadie te quite eso. Tienes mi cariño, sabes que te adoro y que siempre puedes contar conmigo. Sé que buscas cuidar el corazón de mi nieta, ¿pero quién cuida el tuyo? No te aferres al amor y mucho menos a una persona.

La abuela de Ana es lo máximo, en estos años se ha vuelto una buena amiga y una consejera, hay veces que mi abuela se pone celosa.

─Ven, acompáñame a dar un paseo.

Le sonrió y con gusto acepto la invitación.

 

07 de julio de 2020

No le tomo importancia a nada, solo estoy enfocado en mi trabajo y en una lista que estoy escribiendo sobre cosas que puedo realizar para distraer mi mente. No me meteré más en problemas y ya no hare trampa. Por mi bien es mejor que deje todo atrás, a partir de este momento solo soy su guardián y ella mi ángel. Lo único que siento es la necesidad de cuidarla y de protegerla, lo demás poco a poco tendrá que desaparecer… sé que lo lograre.




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