Más tarde cuando llego a la casa, Karina ya estaba esperándola allí sentada en el sillón revisando su teléfono.
—Hola Karina.
—Hola Kiny.
—Encontré trabajo.
—Pues te felicito. ¿Y de qué es?
—De un poco de todo.—Kiny se lanzó al mueble para quitarse las sandalias que la venían matando.
—Genial que explicita eres.
—No es que de verdad es un poco de todo. Lavar limpiar, barrer vez un poco de todo.
—¿Y los estudios Kiny?
—Tranquila tengo todo solucionado, iré en la tarde antes de que abran y limpiare todo. Las clases solo son en las mañanas pierde cuidado.—Guiño el ojo con parsimonia.
—Y entonces como vas a hacer las tareas del curso.
—Ya me acomodare.
—Eso no es bueno. —Karina torció los ojos.
—Tranquila sabes que voy bien en los estudios y unas horas de más no pasara nada.
Karina miro a Kiny y vio que estaba descansando cómodamente, aunque las cosas se ponían mejores cada vez para ella. Karina convencida de que Kiny no iba a poder llevar las dos cosas en un mismo tiempo era mucho para ella. Cegaría aquella decisión en la que perdería las notas del semestre por un momento y callada dejaría que ella se diera cuenta que era mucho para ella, las cosas iban a caer por su propio peso aunque nunca le deseaba lo peor.
—Kiny es muy necesario para ti ese trabajo.
Kiny miro a los lados viendo que su abuelo no estuviera escuchando.
—Es necesario, sabes que mi abuelo no tiene que cubrir todos los gastos de la casa, y la pensión no alcanza para dos.
Karina entendió. Con cara de alegría entendió, aunque no la dejaría sola por la vida con aquel peso que llevaba su espalda.
—Sabes que puedes contar conmigo para cada cosa que hagas.
—Lo sé pero no puedo depender de la gente Karina. Ya es hora de crecer.
—Lo sé ¿pequeña cuando te hiciste grande?
Karina había sido amiga de Kiny desde la infancia, Karina tenía 30 años, era de verdad algo mayor, pero nunca cohibió a su amiga de que estuviera con ella, como hacia el resto de las niñas. Cuando conoció a Kiny la conoció en la escuela, Kiny empezaba a cursar el sexto grado, mientras que ella estaba a punto de Salir de la preparatoria. Pero con esfuerzos innumerables empezaron a entablar una amistad. Y ahora que su pequeña estaba en la universidad se sentía orgullosa, aunque nunca pensó que el tiempo pasaría tan rápido. Karina elevo sus brazos y le dio un abrazo fuerte a Kiny. Era como su hermana pequeña que nunca tuvo, y para Kiny era lo mismo. Ambas para cada una significaban mucho.
—Karina mañana tengo que trabajar ¿Que debería ponerme?
—Importa mucho eso. Solo ponte algo deportivo. —Kiny afirmo con la cabeza.
—Sabes y ¿Raúl donde esta?
—No lo he visto.
—Típico él se pierde y no le avisa a nadie.
—¡Ha! Tampoco es que deba avisarle a nadie.
—¿Porque? Somos sus amigas y él está interesado en ti Kiny. —Sonrió con picardía.
—Sabes que no me gusta.
—No seas tan mala dale una oportunidad que sabes de lo que puede hacer por ti.
—Nada—Alzo la voz— No va a hacer nada por mí, no quiero que nadie haga algo por mí. Seguro intentas provocarme. Es más seguro que te mando a que hablaras de él.
—No en lo absoluto.
—Como lo confirmo.
—Solo piénsalo él te quiere.
—¡Ja!—Kiny aplaudió— que buena broma. Sabes que nadie lo hace, y mucho menos conociéndome. Además de verdad no estoy interesada en él, o en nadie ahora debo concentrarme en otras cosas, y tú lo sabes.
—Si lo sé aunque sabes que he estado pensando en ti también, y por eso me moleste en hacer esto Kiny, no es típico de mi estar buscando cosas de moda ni nada por el estilo, pero en una de las tiendas del centro había una oferta para una modelo aunque no sé si te vaya a gustar.—Karina mostro su celular a Kiny, el casting era hasta pasado mañana, la empresa buscaba a una chica entre 20 y 30 años.
—¿Karina es enserio?
—Sí.
—Te quiero mucho amiga. —Kiny abrazo a Karina con una sonrisa de punta a punta.
—Claro que no es algo tan de categoría pero puedes empezar por ahí.
—Claro que si estoy muy agradecida Karina gracias.
Paso la noche entre confidencias indiscretas, Karina se quedó esa noche en la casa de Kiny prepararon una cena deliciosa y para las diez de la noche ya estaban acostadas, mañana Kiny empezaría a trabajar.
La mañana llego con buenas nuevas, Kiny se levantó tan temprano, muy temprano a las cinco de la mañana Karina seguía durmiendo en la cama, mientras tanto Kiny se bajó y vistió con ropa deportiva, una sudadera gris y unas licras del mismo color. Las botas con la que antes corría en las mañanas por la ciudad, y sus auriculares por afuera de la sudadera. Una chaqueta de tela que cubría del frio y una toalla. Vestía como lo haría alguien que iba al gimnasio. Hizo la comida sin ninguna dilación y con algo de parsimonia dejo comida hecha para el resto del día. Ya eran las ocho de la mañana el sol aún no había salido del todo, mas algunos de sus rayos se reflejaban en la punta de los edificios. Sin tiempo de despedirse de nadie salió de la casa a la parada del auto bus. Para no gastar más dinero del que no podía, se quedó en el distrito uno y camino hasta el distrito tres, que era una caminata que alternaban los diez minutos, ya eran las ocho y treinta, iba allegar con un poco de retraso, pero la señora Lily entendería.
Con sudor en la frente pese al clima frio llego al bar, la señora Lily esperaba en la entrada con el pie para arriba y abajo, los brazos cruzados y de no muy buen humor, cuando la vio se pararon enfrente de ella y le dijo que pasara, mucho trabajo estaba esperando. Sin chace de respirar Kiny se metió al bar, cuando vio lo que estaba adentro volvió a perder el aliento. Las mesas desordenadas, algunas machas en la mesa, resto de comida encima de las mismas, envoltorios de condones por todos los lados. Botellas rotas por un lado y esquirlas de vidrios en el suelo. Totalmente una locura.
—Ayer alguien se descontrolo e inicio una pelea. Hay un desastre gigantesco. —La señora Lily salto por una de las mesas y trajo una escoba de la despensa—. Limpia muchacha.
—Si señora Lily. —Sindy se cuadro haciendo un saludo militar. Aunque cuando Lily salió de su vista, volvió a tomar su postura erguida y suspiro con frustración.
Empezó por las mesas poco a poco fue subiendo una tras otra, la pelea era demasiado fuerte no se imaginaba el desastre que paso en esa noche, aunque las cosas en su cama estaban tranquilas, el mundo maquinaba sin pararse ni un segundo. Mientras alguien estaba bien, en ese mismo instante podía estar muriendo un inocente, o lo que se consideraba como una tarde bella y color rojizo de untos de hadas. Para otros era una noche de tempestad, así mismo el instante más rápido para otros se convertían en el más corto, y viceversa. Kiny siguió concentrada en su labor, ahora empezaría a barrer el piso, las cosas estaban pasando muy lentas en ese bar, estaba completamente sola, a excepción de la enojada —Con muchas razones, la pelea tuvo que costar mucho dinero— señora Lily, la sala estaba vacía y los auriculares de Kiny se escuchaban a lo largo.
La señora Lily miraba constantemente miraba a Kiny por la rendija de la ventana del segundo piso, para ver que estaba haciendo el respectivo trabajo, aunque nunca la vio hacer nada más que lo que estaba establecido, su trabajo. La chica mostraba determinación aunque no era tan fuerte como un hombre para hacer las tareas pesadas, pero poco a poco fue entonces vaciando la pesada basura, al cabo de las tres de la tarde, ya había llenado tres bolsas negras muy grandes, repletas de basura sólida, desechos de la pelea y de la fiesta, los vidrios los barrio hacia un rincón los recogió con una pala y después los fue a echar en la basura del contenedor de la esquina, levanto todas las mesas y las limpio con un desinfectante que olía a fresas, cosa que encontró en la despensa, limpio el piso y por ultimo dejo las cosas como estaban en la despensa, para las tres de la tarde había terminado con la amplias tareas.
Kiny se paró en medio de la basta sala, las mesas relucían y el piso brillaba, se jacto por el orgulloso trabajo que había hecho, se puso las manos en la cintura y después se tomó una foto en las mesas relucientes. De la nada apareció la señora Lily. Poco a poco se acercó a donde estaba sentada la chica, y sin que ella se diera cuenta le llego por detrás.
—No sabía que eras tan orgullosa para hacer tu trabajo.
—Señora Lily. —Kiny guardo su teléfono con parsimonia y se levantó de la silla—.solo estaba…
—No digas nada, igual por lo que veo, ya terminaste todo el trabajo. Quedo muy bien todo. Te felicito. —La señora Lily sonrió.
—Gracias. He hecho lo que pude.
—Bueno ya te puedes ir.
—Pero es temprano solo son las tres.
—Si pero ya hiciste el trabajo, ven mañana.—Kiny le dio la espalda y camino a la salida, pero el rugido estrepitoso de su estómago la delato e hizo que se detuviera en seco antes de salir.
—¿Tienes hambre?—Pregunto la señora Lily, Kiny se sentía avergonzada.
—No disculpe.
—No si tienes hambre.
—No solo fue…
—Ven conmigo muchacha. Es una orden.
Kiny haciendo caso a las órdenes de la mujer la siguió, Lily se metió para la segunda planta del edificio, aunque ella no había estado allí, la primera impresión fue estrepitosa, los muebles de allí eran de cuero color vino. Tragaluces y algunos cuartos con muchas camas, adentro de esos cuartos no habían nada, la señora doblo en una esquina de la pared, Kiny la siguió como un perro sigue a su amo. Llegaron a una parte de la casa que no había visto nunca, la cocina. Abajo solo había un bar, llenos de licores caros y otros más malos. Pero esa parte de la casa nunca la había visto. La señora le indico que se sentara en la mesa, cosa que hizo sin ningún problema, ella espero a que la señora saliera de la cocina.
Lily salió con una bandeja que la puso encima de la mesa donde estaba sentada Kiny, aunque las cosas no eran tan dulces para la chica, la señora abrió la bandeja y en ella había pollo frito con algo de arroz y una salsa de ajos. Kiny miro impresionada.
—No.
—¿Que dices niña?
—No puedo señora esto es suyo no mío.
—Deja lo loca, come si no te harás daño en el cuerpo.
Kiny miro la bandeja era obvio que no comía desde las siete de la mañana pero estaba violando su moral de no pedirle a nadie comida, eso era un pecado para ella, aunque la señora de buen corazón le estaba brindando una muestra de solidaridad. Aunque fuera solidaridad ella dudo por unos segundos hasta que el rugido de su estómago divago la respuesta. Con ánimos agarro una alita de pollo y empezó a comer con ahínco, la señora Lily rio cuando vio como estaba comiendo.
—Chica eres muy bonita para que dejes de comer, cuídate más. Kiny.
—Si señora.—Las palabras de Kiny no salían bien de su boca, porque tenía la comida en su boca, cual ardilla con nuez—. No volverá a pasar.
—Come en vez de hablar.
Con ironía la señora Lily logro que Kiny comiera un buen plato de arroz con pollo y algo de salsa, cuando termino de comer la muchacha quedo atapuzada en la silla tanto que no se podía mover.
—Gracias señora Lily. De verdad gracias.
—Niña cuando vengas tráete un almuerzo o algo, para que no pases tanto sin comer.
—Si lo tomare en cuenta.
—¿Vives muy lejos?
—Pues algo así, en el distrito cinco.
—¡Uy dios santísimo!, ¿muchacha cómo has llegado tan temprano a pesar de vivir tan lejos?
—Me levante temprano.
Lily admiro la determinación por llegar a tiempo al trabajo.
—Chica, pues si quieres te llevo a la casa.
—¿Cómo?
—En mi coche, además te ves cansada para que camines hasta la parada.
—Creo que sería un abuso hacer eso.—Kiny negó con la cabeza.
—Tranquila solo hazme caso. Levántate te llevare me guairas cuando vayamos por el camino que dirige a tu casa.
—Siguió creyendo que es un abuso, además va a dejar el bar solo.
—No solo lo cerrare.
—Segura jefa.
—Si tranquila muchacha.
Ambas bajaron al estacionamiento, allí estaba un bólido de color negro, Kiny no supo reconocer la marca pero si supo que era de nueva generación, la señora Lily se montó primero y abrió las puertas del carro. Enseguida el olor a nuevo invadió la nariz de la chica, el carro estaba impecable y los asientos tan pulcros como los de algún político de la ciudad.
—Sube niña.
Enseguida Kiny volvió a reaccionar y subió al carro, la señora Lily empezó a conducir a un velocidad estable y llevo a la chica hasta su casa. En la calle antes de entrar a su casa, Kiny se despido de la señora con la promesa que lo más temprano posible iría a su bar para limpiar nuevamente, la señora con una sonrisa afirmo, y después condujo de vuelta al bar. Después que Kiny llego a la casa, se aseguró que su abuelo había comido, y con algo de dinero que le había dado Lily como recompensa por haber hecho el trabajo a tiempo, fue a la tienda del barrio y compro comida, volvió a la casa, y preparo la cena, el timbre sonó alrededor de diez minutos más llego Karina y con emoción Kiny la recibió, se quedó para la cena, que fue muy divertida contando las experiencias que había tenido en el bar.
—Fernando como es que no vas a promocionar la nueva marca de Alejandra.
—Fácil creo que esa marca es una ridiculez Lorena.
—Pero es tu amiga.
—Si pero la marca es una ridiculez, una marca de ropa para perros, vamos por favor no tendría éxito ni en china. Además no soy su hombre para estar patrocinando cada idea loca que tiene.
Lorena había llegado al despacho una hora antes de la salida ejecutiva, la verdad es que se metía mucho en la vida del empresario aunque Fernando ya lo había notado.
—¿Fernando tienes tiempo libre?
—Un poco entre descanso pero no mucho ¿Por qué?
—Llévame a comer. —Fernando rio.
—No.—Lorena frunció el ceño.
—¿Porque?
—Te está enviando Alejandra a convencerme de que le dé el dinero para su campaña.—Lorena se sintió ofendida, pero en parte era realidad, aunque no estaba por el dinero sino por el empresario.
—No me digas que me crees de esa clase. —Lorena cruzo los brazos con orgullo.
—Si estas con Alejandra y se cómo son sus amigas.
Lorena sintió indignación.
—No soy así.
—Pues veremos. Además hoy tengo que hacer algunos papeles. —Metió en su maletín una carpeta llena de papeles y cerro con forcé el mismo—. Nos vemos después. —Fernando salió dándole un beso en la mejilla a Lorena y acabando la conversa.
Luego Fernando se subió a su deportivo y condujo hasta el edificio con rapidez como era de costumbre haciendo sinfonía con el motor de carreras que rugía como un león. Llego directamente a la casa, cuando entro en el departamento se fue a la cama, durmió por dos horas y luego se volvió a despertar, empezó a rellenar firmas en los documentos, así pasaron las once, las doce y las una de la mañana. Cuando termino con los papeles estiro los brazos por encima de su cabeza, estaba estresado pero no cansado, el resto de la noche la paso en el balcón de su departamento, desde la altura veía las calles de la ciudad, el centro, el aire que pegaba era frio, la brisa fresca. Las luces de la ciudad eran intensas, por lo cual no encendió las del departamento pues alumbraban perfectamente su edificio. Pensó en ella en Kiny.
Pensaba también en el pasado, cuando estaba en la universidad, aunque lo malo era que el empresario se había pasado de bueno con todos, cosa que era de esperarse viniendo de una familia católica ortodoxa, poco a poco fue creando su negocio, primero un pequeño local, con esfuerzo lo llego a extender a la capital y después el dinero le empezó a llover, aunque sin su esfuerzo no habría conseguido nada. Nunca había tenido una mujer a su lado aunque de sobra le salían en las fiestas y en su Facebook, siempre lleno de solicitudes de mujeres que cualquier hombre desearía tener, más en ellas no encontraba nada, así pensaba hasta hace algunas semanas, cuando conoció a Kiny. La chica aunque era algo desordenada emocionalmente y se iba cada vez que él pensaba tenerla cerca, su corazón le decía que la buscara eso era un motivo para buscarla estaba creyendo en sus sentimientos y a pesar de que las cosas siempre habían sido aburridas ya se estaban poniendo algo más emocionante con la llegada de Kiny.
Pensó en ella aunque no por toda la noche, siendo protagonista de sus fantasías y miles de preguntas que el hacía en su mente, la brisa acariciaba su nariz y el frio se apoderaba de su cuerpo, así paso unas horas más hasta que pudo conseguir entrar en proceso de sueño, cuando sintió que sus ojos se estaban poniendo pesados, poco a poco se fue despejando y desesterándose por completo hasta el punto que el sueño lo invadió y se metió a la cama.
El día siguiente llegaba con energía, Fernando se levantó de la cama buscando una ropa menos formal, estaba cansado de la ropa elegante, hoy se fue en jeans, y una camisa de color amarillo, comió el desayuno y después salió en su auto en dirección a la oficina. Condujo hasta el edificio y como siempre subió en el elevador. Los empleados se extrañaron cuando el jefe llego tan temprano a la oficina, la gente empezó a decir que muchos iban a ser despedidos por la negligencia empresarial. Pero tampoco buscaron una excusas para tener miedo, los empleados que estaban llegando se quedaban impresionado con la presencia de Fernando Linares en la empresa, el empresario siguió con el maletín en dirección a su oficina, le dijo con órdenes explicitas a la secretaria, que a excepción de Hernando su vicepresidente no dejar pasar a nadie más, a menos que fuera Kiny, cosa que no menciono era muy improbable.