Entre Tu Mirada y La Mía

Capítulo 6

La mañana se fue en un pestañeo ahora la tarde se acoplaba como los tarantines de los vendedores del centro, la oficina se llenó de alegría con la presencia de Hernando que en efecto llego gritando, Fernando estaba tirado en su silla giratoria viendo al vidrio hialino, que separaba el vacío de la caída y el, pero dejaba ver una maravillosa vista de la ciudad.  
—Hola cap. 
Fernando dejo de hacerse fantasías y giro la silla para recibir a su vicepresidente. 
—Hernando espero que me hayas traído buenas noticias. 
—En efecto.—Dijo sin inmutarse.
—La encontraste. 
—No.—Fernando arrugo la comisura de sus ojos—. Pero la constructora va viento en popa, y la campaña de publicidad para la empresa está casi cerrado, solo faltan algunas modelos para que termine. —Fernando puso los ojos en blanco. Pero también se sorprendió. 
—Hernando—Dijo Fernando excitado— se lo que hay que hacer. 
—¿Que cap.?
—El certamen.—Explico. 
—Si el casting. ¿Qué vamos a hacer con eso?
—Ponle un premio de dos millones a la actriz que califique.
—¡!!Que!!!—La cara de Hernando se puso pálida—. Vamos a regalar dos millones a la que gane. 
—No para nada. Solo es una buena forma para atraerla, a Kiny es modelo y una jugosa oferta nunca se le escaparía. 
—Cap eres inteligente. 
—Vamos Hernando no malgastes tiempo da la noticia a la prensa. 
—Si enseguida.
Hernando fue directamente a la sala de la prensa de la empresa, y contacto con una televisora para hacer la publicidad. Ahora Fernando volvió a tirarse en la silla, esta vez puso los pies encima del escritorio y se relajó tomando la Tablet. Después de unas horas las prensas estaban llenas de marketing con la notica, Dos millones para la modelo más bella. Ahora las redes estallaban como un boom. Fernando sonrió. El día finalizaba y fue directamente a su casa, llevando papeles para rellenar con su firma, así termino su día, volviendo a pensar en Kiny. 
Kiny despertó temprano para ir de nuevo al trabajo, se puso unos jeans vaqueros más ajustados que la ropa deportiva y una blusa campesina de color rosa, después de asegurarse que la comida que dejaba para su abuelo estuviera en las tasas correctas, espero en la parada de auto bus su transporte, subió al autobús minutos después y se quedó en la primer distrito, haciendo como los dos últimos días, camino hasta el bar de la señora Lily. Ahí la esperaba la señora Lily en la entrada del bar, con una sonrisa en la cara y muy buenos ánimos le deseo buenos días a Sindy, y entro para seguir con su labor. La fiesta de anoche fue más conservadora, en el bar las cosas estaban mucho más ordenadas que el primer día, las mesas estaban paradas, no regadas como la última vez, no había ni un escombro en el piso, y los restos de comida eran pocos, agradeció a Dios que las cosas no hubieran sido tan exuberantes como la primera vez, Kiny no pudo evitar sonreír con aquellas buenas noticias, enseguida se puso a trabajar. 
La hora de salida se acercaba, Kiny ya había hecho todo el trabajo además guardo las herramientas que le ayudaban, una fiel escoba un trapo sucio y unos guantes de hule, en la despensa del bar, quedaba justamente al lado de donde servían las copas, la señora Lily al ver que la chica había terminado su trabajo, se acercó a ella y la tomó por sorpresa asustándola un poco. Kiny casi muere de un susto por aquellas costumbres de la señora, lego de recuperar la respiración, Lily le ofreció comida a la muchacha, Kiny se negó en primera instancia pero sabiendo que la señora iba a insistir si no le aceptaba el plato de comida, prefirió hacerlo, y comió junto a ella en la segunda planta del edificio. 
La señora Lily le hizo una propuesta poco común a la chica, era que la acompañara al centro comercial a elegir ropa. Aunque Kiny se negaba por dentro, la señora era su jefa y tenía que obedecerla hasta cierto punto, la muchacha acepto y en menos de lo que canta un gallo ambas bajaron al estacionamiento, encendieron el bólido y pusieron rumbo al centro comercial. Para Kiny ahora las cosas se volvían más difíciles debía encontrar una vestimenta adecuada para su jefa estaba ganando confianza pero también más responsabilidad, con los consejos que le dio Karina sobre moda y vestimenta, se apaño con lo poco que sabía. Kiny sugirió entrar en una boutique, ya que tenían ropa para la ocasión, sin dilaciones la señora Lily subió a una de esa boutique y empezó a mirar vestidos y blusas que ofrecía la tienda.  Después de divagar un rato entre prendas de todos los colores y formas, después pago todo lo necesario. Con la tarea cumplida solo quedaba una cosa, comer helados. Al escucharla Kiny frunció el ceño extrañada pero haciéndole caso bajo hasta la cafetería. 
El helado que la señora Lily había invitado a Kiny era de dos capas de chocolate, chispas de todos los colores, jalea de chocolate y la señora Lily tenía solo uno de mantecado simple. Todos habían ganado ese día, Kiny recibió un helado mientras que la señora Lily lleno más su guarda ropa.
—¿Sindy estudias?
—Si.—Afirmo mientras comía del helado.
—¿Que estudias?
—Administración. 
—Es una carrera importante,  difícil.
—Si lo sé. Pero con el tiempo uno se acostumbra.—Kiny se salpico la cara con un poco de helado, la señora Lily saco un pañuelo de la nada y le limpio la parte del lado izquierdo de su boca.
—Se te había manchado la cara.
—Gracias Señora Lily.—Kiny quería hacer esa pregunta que desde hacía días meditaba en su mente y sin pensarlo soltó la pregunta—Señora Lily, ¿Por qué es tan buena conmigo?
La señora Lily medito por un segundo pero inquirió una postura sincera. 
—Chica, te pareces a mi hija. 
—Oh no lo sabía, ¿tiene una hija?—Pregunto Kiny con una sonrisa en  la cara. 
—Murió.—Kiny borro la sonrisa de su cara—. Hace tiempo, en un accidente.
—Lo siento no lo sabía.
—Pierde cuidado, las cosas pasan porque Dios las quiere. Tal vez él me quería enseñar algo con eso.   
Kiny sonrió con ternura, estaba siendo compasiva con la señora, poco después terminaron de hacer las compras y pusieron rumbo de nuevo al bar. La señora Lily no menciono más nada de su hija, aunque Kiny pensaba que las cosas para ella habían sido injustas, la pobre señora había perdido a su hija hace años, y aun no lo podía superar, le dio pena con la buena señora Lily. El carro se encendió rápido y con velocidad llegaron al bar nuevamente, Lily dejo las bolsas en una de las mesas, y dejo a Kiny en la primera planta. 
Kiny miro el celular, un mensaje de Karina había llegado, era algo muy importante, aunque ignoro el mensaje cuando estuviera en casa lo leería. La señora Lily bajo con una bolsa en sus manos que estaba completamente vieja.
—Ven—Lily llamo a la muchacha desde las escaleras. Kiny se acercó rápidamente dejando el celular en la mesa. 
—Si dígame. 
—Toma.—Lily paso la bolsa que traía en las manos y se la entregó a Kiny. 
—¿Qué es?
—Ábrelo. 
Las palabras de Lily fueron órdenes para Kiny y de la arrugada bolsita de plástico saco una prenda de vestir, una camisa de color negro, no ella miro bien era un vestido de color negro, de escote delantero y sin mangas. Un vestido revelador y bonito. Kiny levanto su mirada y vio a Lily como queriendo decir que no. Pero la señora inmediatamente negó con la cabeza.
—Es para ti, póntelo. 
—No. Es que mi moral.
—De eso no se come.—Termino la conversación con esas frases—. Póntelo. 
—Con gusto lo haría—Kiny sonrió— pero es un vestido de gala, no tengo a donde ir. 
La señora Lily vio en la mirada de la chica empatía, lo decía con la verdad en la lengua haciendo asequible la soledad de la chica la ocupación que la consumía poco a poco, porque ella mejor que nadie se había dado cuenta de las ojeras de zombi que tenía, aunque la muchacha se maquillara bien, de una vieja con experiencia y sabiduría no pasaría por alto su aspecto. 
—Claro que tienes. Vendrás a mi bar. Te has esforzado mucho para dejarlo impecable, claro que vas a venir a una fiesta, es justo y necesario. 
Kiny sonrió con ternura su nueva jefa era muy buena y considerada, pensaba en ella y tampoco se iba a  hacer del rogar.
—Entonces sí. Pero me trae y me lleva hasta casa es mi única condición. 
—Dalo por hecho chica. Te espero en la noche, ponte el vestido, ahora si veras lo que es una verdadera fiesta. 
Kiny salió del establecimiento con alegría, aunque no sabía si el día siguiente tenía que limpiar todo el desastre que hiciera hoy con los invitados de la fiesta. Fue corriendo a tomar el auto bus, y en la mesa dejo en celular. Kiny tomo el auto bus y llego al vecindario, llego a su casa y preparo una cena rápida para su abuelo, le dijo al adulto mayor que saldría a trabajar con su jefa, él se quitó toda preocupación y se quedó en la mecedora, para cuando llegara Kiny el estaría en la cama durmiendo cómodamente. Kiny se dio un largo baño, se quitó todo el sudor del cuerpo, y con se lavó el pelo con champú. Salió del baño y se puso una toalla cubriendo su cuerpo. Seco su cabello y luego se peinó. Más tarde se maquillo con lo mejor que tenía. Luego de ponerse linda, dejo caer el paño deslizándose por las curvas de su cuerpo. y se puso el vestido que la dama le había regalado. 
La hija de la señora Lily era de la misma talla que ella, por lo que parecía, aunque el vestido no le quedaba ajustado para nada, pero tampoco le quedaba mal, hacia resaltar su piel clara y su cabello castaño. Kiny se admiró al espejo con el bello vestido, le quedaba corto no cubría la parte de arriba de sus rodillas y el borde llegaba hasta los muslos, un poco destapado  pero con firmeza ya no modificaría su vestimenta. Un carro sonó la corneta dos veces, esa era la señal para Kiny, busco su  teléfono para ver si era la señora Lily, aunque volvió a buscar por el cuarto haciendo más desorden no lo encontró. Luego recordó que lo había dejado en la mesa del bar.  Miro por la ventana de la casa. En efecto era el bólido negro de Lily. Cogiendo un pequeño bolso se despidió de su abuelo y con un portazo se lanzó directo a la fiesta. 
Subió al carro, la señora Lily ya estaba vestida con lo que había comprado en la boutique. Cuando subió al carro recibió un escarmentó. 
—Pedias tardarte más muchacha.
—Disculpe. Es que no encontraba mi celular. 
—Este—Lily busco en la guantera el celular de Kiny.
—Si ese es gracias. 
—Ten más cuidado muchacha tonta. Tienes varias llamadas revísalas. 
Kiny reviso las llamadas, eran todas de Karina, el buzón estaba completamente lleno. Aunque no iba a perderse la fiesta para hacerle caso a una de las locuras de su buena amiga. Solo deslizo la pantalla del teléfono y obvio las llamadas, no se molestó en devolverle ninguna, con la promesa de que lo haría mañana. 
—Vámonos Señor Lily. 
Sin dilaciones la señora Lily puso en marcha el carro, estaba completamente convencida que las cosas en esa noche iban a ser magnificas. Las palabras se las llevaba el viento del carro, y la señora Lily convencía a Kiny de que se quedara hasta que la fiesta acábese pero Kiny debía mantener la seguridad de su abuelo en margen, así que eso nunca pasaría a las doce o algo más, volvería a su casa así se interpusiera el mismo papa. Llegaron al bar, desde afuera se escuchaban las cornetas con música retumbando. 
La señora Lily dejo estacionado el bólido en el estacionamiento y entraron por la parte de atrás del bar. Las paredes retumbaban del altísimo sonido que no dejaba escuchar ni la más mínima palabra. 
—Kiny cuando entremos no te pierdas de mi lado.
Kiny afirmo con la cabeza, Lily abrió la puerta con certeza y un mundo de colores se abrió delante de sus ojos. La gente bailaba en la pista y las mesas estaban llenas de personas comiendo o fumando. Lily agarro la mano de Kiny con acaricio y ambas entraron a la estrepitosa fiesta.  Los jóvenes saltaban con la música y las personas estaban felices rebozaban de júbilo gozoso y placentero. Kiny y Lily vacilaban entre la masa de personas, tropezaban con las espaldas de los altos hombres, que bailaban con sus mujeres. Poco a poco se abrieron paso hasta una mesa en la que descansaron. Lily se acomodaba el cabello, alguien de la muchedumbre se lo había desacomodado. 
—¿Es así todas las noches?—Pregunto con su dulce voz, que se perdía entre la música tan alta. 
—Sí y aun peor.—Kiny rio con algo de bufo. 
—Es bonito. 
—Sí. Ya vengo. —Lily salió de la mesa con dirección al bar donde una de sus empleadas le hacía señales. Los negocios no aguardaban a nadie. 
Kiny se quedó concentrada en las múltiples cosas, una de ellas era la multitud de muchachos que fiesteaban en el bar. Y de lo bonito que se veía en la noche, cuando ella lo limpiaba solo veía los retazos desquebrajados de lo que fue una fiesta, mas ahora la veía en pleno apogeo. Aunque los panoramas no eran tan exquisitos como los de unos quince años, esto era más rebelde, como la fiesta de graduación de unos bachilleres. Kiny no dejaba de sonreír, pero siempre atenta al celular, la hora era fiel compañera de retirada.  La señora Lily no llegaba aun, y el terreno se ponía peligroso. Un chico de cabello negro y piel oscura como la miel se acercó a ella, sin cuidar de sus peligros.
—Hola.—Llego el muchacho por la izquierda de la mesa, Kiny lo miro de arriba abajo.
—Hola.—Dijo ella frívola. 
—¿Vienes sola?
—Si.—Miro ella con agrado al chico, pero conservando la distancia. 
—¿Eres de la ciudad?—Kiny afirmo con la cabeza—. ¿Cómo te llamas?
—Es de mala educación pedir el nombre de alguien, sin antes presentarse.—El chico se echó a reír.
—Disculpa soy un poco despistado. Me llamo Klein. Mucho gusto.—Elevo las manos por encima de la mesa para estrechar la de Kiny. Ella le dio la mano recibiendo el saludo con una sonrisa simpática. 
—Soy Kiny.
—Bonito nombre.—Era un piropo para la chica. 
—Gracias. 
Lily iba a volver a la mesa, pero cuando vio que un morito, estaba tratando de hablar con Kiny se quedó inmóvil en la barra, pidió una copa de Gin-tonic y se quedó observando lo que pasaba. Klein hacia reír a Kiny constantemente, la noche se volvió más corta que antes, poco después que la chica se abriera al caballero, bailaron juntos una pieza, ella le seguía el ritmo y se divertían mientras que le susurraba confesiones indiscretas a la chica, cosa que ponía a reír a la chica. Las siguientes horas pasaron bailando y con copas en la mano. La noche parecía que no iba a terminar pero el Dios de tiempo hizo sonar la balada pulcra y puntual de la alarma, el celular de Kiny empezó a vibras como nunca antes. 
Vio el celular las cosas se iban complicando eran más de las dos de la mañana era el tiempo máximo en que podía estar en el bar. Alarmada apago la alarma.
—Me tengo que ir Klein. 
—Tan rápido. 
—Sí. —Kiny se levantó de la mesa en busca de la señora Lily. Pero Klein con algo de ternura tomo su mano.
—Espera, déjame el número de tu celular. —Kiny con una sonrisa en la cara tomo una servilleta de la mesa, y escribió el número, porque sabía que si se lo dictaba no iba a escuchar nada. Le entrego la nota y se despidió con un beso en la mejilla, así salió corriendo a buscar a la señora Lily.
Kiny dejando a Klein en la fiesta, busco a la señora Lily. Cuando la vio la jalo de un brazo sin nada de delicadeza. Hasta parecía que se lo iba a arrancar. La señora rio con parsimonia creía que Kiny le iba a pedir que le prestara una de las habitaciones de arriba para la compañía que había atrapado hoy.  Cuando escucho que se quería ir frunció el ceño, la señora Lily se negaba pero después de que Kiny insistiera tanto que no podía sacar de su cabeza aquel ruido chichón de su voz suplicando, tuvo que ceder. Lily condujo en el carro hasta la casa de Kiny, en el camino conversaron de Klein, Kiny sacaba de él cualquier tema de conversa, Lily solo escuchaba mientras conservaba una sonrisa sabia. 
La señora Lily se paró enfrente de la casa de Kiny.
—¡Llegamos!
—Gracias señora Lily, se me había olvidado que era disfrutar. 
—Tonta.—Kiny rio. 
—Mañana estaré lo más temprano para limpiar el desastre que he causado hoy.
—Eso espero.—Sarcástica. 
—Nos vemos mañana.—Kiny se echó a un lado para abrir la puerta del carro
—Oye espera, y que pasó con el chico.
—Me llamara. —Lo dijo con tono de cotilleo. 
—Mucho juicio. 
—Nos vemos, señora Lily. Que paso buenas noches, o bueno lo que queda de ella. 
—Si niña nos vemos.
Sin más dilaciones la señora Lily se fue al bar, Kiny espero que Lily saliera de la calle del barrio para entrar a casa, cuando vio la luz del intermitente del bólido girar la esquina, entro a la casa, se quitó los tacones y los llevo en la mano, despacio abrió la puerta procurando no hacer tanto ruido. Fue directamente a su cuarto, cuando entro en la habitación se lanzó de un brinco a la cama, y abrazo a su almohada con una emoción de niña de quince años. Así por un poco de tiempo hasta que el sueño le entro. 
 




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