El día después de su gran victoria que fue gracias a la llegada de Fernando Aguilera a la entrevista, fue en la mañana a la tienda de la señora Lily. Llego muy temprano como siempre, aunque se tardó diez minutos más de lo esperado, poco después tomo la escoba y empezó a barrer el desastre que había dejado alguien ayer. Hizo lo de siempre y poco a poco fue ordenando todo, más tarde almorzó con Lily y después del medio día quedo con Klein para contarle su historia.
El chico llego como a las dos, siempre llegaba con una sonrisa en la cara, se saludaron con un beso en la boca, más tarde se quedaron confiados de que era la cosa perfecta el ir a un día de campo, el chico ya tenía preparado todo, la cesta con la comida y el lugar perfecto en uno de los parques de los distritos vecinos. Kiny se dio de baja en el trabajo y rápidamente se fue con el chico. Caminaron por la ciudad de las manos agarradas y llegaron a un parque algo alejado de la ciudad. El clima estaba perfecto, el cielo estaba gris, parecía que una tormenta se avecinaba. Pero eso no retrocedió los ánimos de la chica en hacer el día de campo. Llegaron con seguridad al lugar donde tenderían la cobija, esa tarea le tocaba a Klein y de la canasta ella saco los platos y el resto de las cosas que iban a utilizar.
Comieron pan y demás alimentos frutas y jugo de uvas, el día era perfecto, ella estaba recostada en el pecho templado del chico. Disfrutando de la brisa que iba y venía. Poco después se dieron un beso y salieron del parque en dirección a la casa, Klein dejo a la chica en la entrada del barrio y se despidió con un beso en la boca, más tarde ella entro a la casa preparo la cena y se fue a dormir, para empezar otro día laboroso mañana.
Era el domingo por la tarde, Fernando había salido de casa, se dirigía a la zona de pesca de la ciudad para refrescar la mente, esa semana había sido ajetreada más con la llegada de la nuevo modelo a la empresa, encontrar a Kiny lo puso muy feliz pero aún faltaban tomar más pasos para saber si lo que estaba sintiendo era real. Así que invito a Hernando a que fuera con él, ambos estaban en el bólido con sus chores de pesca, a Fernando le quedaban mal, dejaban ver sus piernas pálidas y con bellos negros. Mientras que a Hernando le favorecían ya que no tenía bello y mostraba una piel más bronceada.
Fernando condujo hasta las afueras de la ciudad. Allí estaba el centro de pesca en uno de los ríos más caudalosos que se pudiera ver. Pero salían buenos peces por ahí. Fernando se estaciono.
—¿Estás listo compañero?—Hernando afirmo con la cabeza.
—Siempre estoy listo cap.
—¡Vamos!
Salieron del carro y buscaron todo los implementos para pescar, primero los sombreros para no sufrir dolores de cabeza. Luego las cañas y anzuelos, algunas redes, hilo para pescar y más, cuando entraron en el rio el guardabosque les dio una canoa para que pudieran pescar con buen tiempo. Junto a la canoa también le dio varias indicaciones sobre el rio, como navegar y los caudales peligrosos, los rápidos y advirtió que si venia una tormenta que salieran del rio lo más rápido posible, porque la posibilidad de ser arrastrado por la corriente era demasiada. Con todo estas indicaciones el guardabosque se rasco la entre pierna y siguió haciendo su trabajo.
Fernando hecho la balsa a flote, muy a flote, y Hernando subió de un salto, así remaron hasta que estaban en la mitad del rio. Allí estaban los mejores pescados, y es que no era tan necesario para ellos, pero si querían atrapar uno grande, alimentando su espirito de competencia. Hernando le dio la espalda a su jefe y se puso a pescar.
—¿Has pescado a uno cap.?
—Acabamos de llegar, no he pescado nada. —Dijo Fernando irritado.
—¡je!
—Oye Hernando, sabes que estoy pasando por algo.
—¿Que es cap.?
—Creo que me enamore de Kiny.
—¿De la modelo?—Miro de reojo por encima de su hombro.
—Si.— Hernando guardo silencio por un leve instante.
—¿Pero es fuerte lo que sientes?
—No lo sé. Ese es el problema. No lo sé.
—Entonces tenemos un asunto complicado. —Suspiro Hernando, como queriendo decir que tenía muchos problemas—. Te ayudare cap.
—Gracias Hernando siempre puedo contar contigo. ¿Qué haremos?
—Creo que debemos esperar.
—¿Esperar a que?
—Esperar que las cosas se calmen.
—Dices lo del casting.
—Sí. —Fernando no entendía nada.
—Pero si esperamos mucho puede llegar alguien más y quitármela.—Hernando rio—. Entonces lo que estaría haciendo es perderla.
Hernando tiro de la polea de la caña, parecía que había encontrado algo, pero después de emocionarse y tirar con todas sus fuerzas no consiguió pescar nada. Maldijo al mundo y volvió a lanzar con fuerza el hilo con el anzuelo.
—Cómo iba diciendo, debes esperar a que ella te dé el paso. Si ya tiene a alguien igual tú eres nadie en su vida.
—Pero. —Fernando pensó.—Claro en la fiesta no me dijo nada de un novio.
—Ves. Puede que tenga uno.—Fernando se encogió de hombros.
—Ojala que no. —Viendo al agua calmada Fernando reflexiono sobre ella—Pero podemos hacer algo que le va a gustar mucho.
—Dime cap.
—Parkourt.
—¿Parkourt?—Hernando alzo una ceja.
—Si a ella le gusta el Parkourt.
—Y eso que tiene de bueno.
—No lo entiendes.
—No cap. —Negó con la cabeza.
—Fácil, la constructora. —Dijo Fernando con una sonrisa en la cara.
—¿No me digas que?—Hernando puso una cara de pánico.
—Si señor cuando regresemos lo haremos.
—Esto es una locura.—Musito sin que él lo escuchara.
Fernando estaba tan emocionado con su nueva idea considerada as bajo la maga que soltó la caña y se perdió entre las profundidades del rio, siendo arrastrada por la corriente rio abajo, cosa que le causó mucha risa a Hernando. Más tarde los hombres se fueron directamente de llenos al carro para regresar a casa, con la indignación causada por la derrota, el rio estaba recio ese día, y no pudieron pescar nada. Fernando dejo a su amigo en la puerta del edificio, chocaron las manos y se despidieron hasta el otro día.
El lunes de la semana entrante Kiny se preparó para ver a Fernando y firmar el ansiado contrato. Lily le dio el día libre para que fuera a cobrar sus millones, como ella decía, aunque tenía ganas de ver a Fernando, aquella extraña sensación que tuvo el día de la fiesta volvía a apoderarse de su cuerpo. se vistió con un vestido corto de pliegues y falda ancha, camino hasta la parada, aquella vestimenta dejaba ver la silueta delicada de la muchacha, también dejaba ver algunas pecas en la parte de debajo de su hombro, justamente donde el cuello se convertía en pecho.
Camino por el distrito uno hasta llegar al basto edifico donde estaban las oficinas de Fernando, en un rascacielos ella miro desde la primera planta al cielo, y por efecto de la altura se mareo, dejando los juegos siguió adelante hasta llegar al elevador y subir hasta el piso noventa y siete. Tuvo que tomar varios elevadores para llegar al piso correspondiente, cuando estaba arriba sintió que las piernas se le iban a derrumbar de tanto estar parada, ignorando aquello, entro en la oficinas, y vio un motón de gente trabajando, casi fue arrollada por un chico que llevaba unos papeles a unos pisos más abajo. Un mensajero. Entro con algo de miedo a la oficina, y vio como el cuarto estaba repleto de secretarias y computadoras, muchos cubículos y demás oficinas casi imposibles de contar.
Dio unos pasos más adelante hasta toparse con una chica de cabello claro, ella era una secretaria que estaba atendiendo algunos papeles en la recepción. La chica parecía ocupada pero al ver la presencia de la chica miro a Kiny.
—Buenas…—titubeo— eh, vengo a firmar un contrato con Fernando.
La señorita la miro de arriba abajo después cogió un telefonillo y llamo. La chica recibió unas órdenes que afirmo con la cabeza.
—Puede pasar, es el despacho de la derecha.—Señalo la secretaria con la mano a una puerta en el fondo del pasillo.
—Gracias.—Respondió Kiny con alegría.
Kiny siguió las indicaciones de la secretaria, camino rectamente hasta llegar a la puerta, cuando estaba enfrente de ella toco dos veces. Inmediatamente apareció Hernando. Con una sonrisa en la cara, y su cabello bien arreglado.
—Hola Kiny. Pasa Fernando te está esperando.—Hernando salió de la oficina y le indico que Kiny que pasara. Kiny sumisa sin decir palabras solo afirmo con la cabeza, mientras se acomodaba el vestido. Pensaba que parecía una niña.
Camino por un pequeño pasillo y después se encontró directamente con Fernando que estaba en su silla cual rey de un país. Cuando Fernando vio la silueta de la delicada muchacha se levantó del asiento y después camino unos pasos hasta rodear el basto escritorio y ponerse en frente de ella.
—Hola Kiny.
—Hola.—Kiny miro de un lado a otro la oficina impresionándose por las ventanas Diáfanas.
—Siéntate allí.—Señalo Fernando con una voz dominante a la silla del escritorio.
Kiny se sentó derecha como una señorita y más nunca dejo ver que estaba nerviosa por estar con él a solas.
—¿Te gusta la vista?—Kiny se descuidó por un segundo y cuando volvió a ver a Fernando tenía una botella de Ron en las manos y sirvió un copa.
—Si es…—Kiny miro la vista—. Motivacional.
—Si.—Se acercó poco a poco a la chica—, Sabes ya hice el contrato para que lo firmes.
—Si a eso vine.—Dijo Kiny con ánimos.
—Kiny te ves muy bonita hoy. —El empresario giño el ojo.
—Si tú lo dices…—Se sintió algo incomoda y llego a sonrojarse, pero Kiny siguió firme en la silla manteniendo la postura de una profesional.
—Aquí esta—Fernando Saco de la mesa una carpeta de color negro, y la elevo al techo.
Kiny sintió orgullo ahora era una modelo profesional empezaba su carrera y aunque no sabía porque su vida estaba cambiando de la noche a la mañana disfruto los momentos de felicidad que le estaba dando la vida.
—Bien. Firmemos.
—No quieres leerlo antes.
—No.
—Deberías sabes que la políticas son…—Kiny arrebato el contrato de la mano de Fernando y busco la línea en donde decía su nombre y debía firmar.
—Ya está listo.
—Debiste leer. —Fernando miro a la chica con la mirada de un padre escarmentado a su hija.
—Pasare mi número de cuenta para que deposites el dinero. —Kiny se llenó el pecho de orgullo. Y se dio golpes de pecho giñando el ojo.
—Bueno pero insisto en que debiste leer muchacha loca.—Fernando exhalo con resignación y puso los ojos en blanco—.Tienes que estar en los estudios la semana que viene, allí empezaran las sesiones con el Fotógrafo Daniel.
Ella afirmo con la cabeza y enseguida pensó en el chico de la sesión de fotos, del cual tenía la tarjeta de referencia. Kiny empezó a imaginar las cosas cuando estuviera en la sesión de fotos, el mundo la empezaría a reconocer, y los trabajos llegarían solos como la lluvia en una tormenta, suspiro con ansias emocionada por su nueva etapa de la vida que vislumbraba su insurgente carrera de modelo.
—Si asistiré con ansias. Te juro Fernando que voy a dar todo por esta compañía. Así solo sea prestando mi cara.
—Bueno, está bien Kiny me gusta que seas comprometida con el trabajo. —Guiño el ojo—. Eso es todo, lo más importante era lo del contrato, si quieres ya puedes irte. —Kiny cogió el bolso y atento con irse, Fernando tomo del brazo derecho a la chica y rápidamente la empujo con suavidad a su pecho, quedando debajo de sus mentón y pegada a su cuerpo.—No te vayas aun.
Kiny no pudo pensar en lo que estaba diciendo el empresario quedo embelesada en el acto de osadía de Fernando, sentía en el pecho una mezcolanza de emoción, miedo y gusto. Kiny tenía mucha vergüenza en su cabeza, se sonrojo al rojo vivo, su cara parecía un tomate mientras que se quedó inmóvil esperando que el empresario hiciera el próximo movimiento, cansándose de esperar elevo la vista hasta que sus ojos quedaron conectados, y se quedaron inmóviles por unos segundos, Fernando sostenía sus brazos con firmeza y algo de fuerza aunque Kiny no sentía que la lastimaba.
—Acompáñame un rato. Tengo que enseñarte algo. —Musito bajito por la cercanía de Kiny con su cuerpo.
—¿Qué es?—Kiny esperaba que él, no se diera cuenta de que estaba completamente sonrojada aunque tampoco intento esconderlo, por primera vez maldijo el no tener el cabello suelto. Mientras que sentía nervios de punta.
—Una sorpresa.
—¿Que dices?
—Ven.—Fernando deslizo el brazo hasta entrelazar sus manos, y guiarla suavemente hasta detrás de su escritorio hasta llegar a una mesa de dibujo técnico que usaría un arquitecto, llena de planos y dibujos.—Te quiero mostrar esto—Fernando tomo uno de los dibujos.
La muchacha estaba completamente asombrada todo lo que le mostraba era magnifico e impresionante, tanto que lo dejaba sin palabras. Kiny miro bien los planos, los dibujos se parecían a un…
—Parque de Parkourt. —Dijo ella en voz alta.
—Si.—Fernando sonrió—. Lo estoy diseñando personalmente.
—¿Porque?—Pregunto Kiny.
—Tú lo dijiste, no había nadie que hiciera Parkourt en los peligrosos edificios.
—Pero no solo porque yo diga algo tienes que hacerlo. —Inquirió una postura rígida.
—Bueno pero creo que es un buen proyecto para la ciudad y hasta para mi constructora.
—¿Tienes una constructora?—Kiny estaba más sorprendida aun, pensaba que el imperio de Fernando solo abarcaba lo comestible.
—Si la funde hace varios meses, sabes siempre quise tener una.
—Pues en hora buena.
—Gracias.
—Pero de nuevo insisto no creo que sea necesario hacer uno.
Fernando no entienda las cosas de las que fardaba Kiny, su pasión por el Parkourt superaba su lógica y ahora decía que no debían impulsar la práctica del deporte.
—No te entiendo.
—Creo que te confundiste cuando dije que quería hacer Parkourt. No debes hacer esto, mucho menos por mí, porque gastaras dinero en esto y me sentiré mal, Pero es muy bonito detalle gracias.—Ella puso sus manos delicadas en el hombro de Fernando—. Me quedare con los planos, que tu hiciste con tanta dedicación, como muestra de que me ha gustado.
Fernando sonrió con parsimonia.
—Creo que igual no se va a poder parar.—Se rasco por detrás de la cabeza.
—¿Porque?
—En un proyecto social, lo mande a la ayuntamiento y al alcalde le ha gustado, se va a hacer en colaboración con el estado. —Kiny frunció el ceño.
—Ahora me siento peor.—Dijo sin remedio y se echó en la silla giratoria sin saberlo. Cuando vio que estaba en la silla del jefe volvió a recapacitar y se levantó rápidamente.
—No te sientas así, debería alegrarte, vas a impulsar el deporte, y si quieres le podemos poner tu nombre, para que siempre la gente se acuerde de ti.
—Para nada quiero que me recuerden.
—¿Que vislumbrada estas?
Kiny no entendió el comentario pero para no crear una cortina de ignorancia en la cortina del empresario cuando supiera que no sabía el significado de la palabra siguió negando con todos sus ánimos.
—Fernando enserio no pongas mi nombre en ese parque. —Exigió.
—Está bien, no lo hare te lo prometo.
Fernando se acercó a ella poco a poco hasta que se sentó en el escritorio de la oficina quedando justamente frente a ella.
—¿Oye crees que si no nos hubiéramos conocido el día de la fiesta, nunca nos hubiéramos conocido?—Pregunto Fernando algo sentimental.
—No lo sé. Son cosas del destino.
Fernando se quedó viendo los bonitos ojos brillantes de la chica, pensó que se podía perder en ellos por un buen tiempo. Eran como un laberinto en el cual se perdía a cada segundo, así desde que llego, pero no lo dejaba notar, pues su masculinidad se rebajaba mucho y Kiny sabría que estaba muerto por ella. Se dio cuenta que la chica parpadeaba más de lo común, lo hacía con alternándose en lapsos de tiempo corto, era como una singularidad que no tenía otra mujer a su alrededor.
—Si son las cosas de la vida—Dijo embelesado en los ojos de la chica—. Y agradezco a ella que te conocí.
Kiny sonrió con picardía, era un piropo que le gustaba algo romanticón de novela pero le gustaba que se lo dijera de esa manera, musitando con la voz ronca, sin titubar y con sentimientos verdaderos, las palabras de Fernando salían del alma, lo que logro conectar con Kiny eso mismo. Un chico que hablaba con el corazón no como el resto de jóvenes que solo buscaba sexo.
—¡ay! Gracias Fernando.
—De nada guapa.
—¡Ja! Listo.
Fernando hizo un gesto queriendo preguntar qué era lo que dijo.
—Nada olvídalo—Contesto Kiny—volvamos al trabajo.
—No estamos trabajando chica.
—Bueno a lo que sea que estábamos. —Puso los ojos en blanco.
—El parque.
—Si—No dejo que Fernando siguiera—. ¿Sabes que es hacer Parkourt verdad?—Fernando negó con la cabeza.
—Solo se el concepto. Más nunca lo he practicado.—Sonrió con orgullo.
—¡Ja! Entonces podemos hacer algo.
—¿Qué?—Fernando parecía estar interesado en lo que decía ella—. Dime.
—¿Que harás esta noche?—Pregunto Kiny.
—Pues…—Fernando miro la pila de papeles de reojo, pero pensó que tenía tiempo aun antes de que llegara la noche, y si le deba algo de caña podía lograrlo.—Nada.
—¿No tienes que ir a una fiesta de casanovas con una morena explotada?—Fernando noto como la chica decía las palabras con desprecio, parecía como si sintiera celos de alguna chica de la ciudad que estuviera detrás del empresario, pero por fortuna solo ella estaba en su cabeza.
—Nada de morenas explotadas.—Alzo la mano como queriendo jurar—. No soy así.
—¿Seguro?—Kiny se acercó a él hasta estar a centímetro de su boca.
—Sí. Muy seguro.
—Entonces te enseñare lo que es Parkourt.
—No entiendo.
—Lo entenderás cuando lo sientas.
Fernando quedo muy desconcertado con las declaraciones de la chica.
—Nos vemos en la noche, te escribiré para que decirte la dirección a dónde vas a llegar —Kiny sin despedirse salió del despacho.—Y ve en ropa deportiva. —Grito desde el pasillo, aunque Fernando había escuchado perfectamente.
Fernando se relajó cuando lo dejaron a solas, se pasó las manos por la cara estaba tan cerca de besarla que si no se controlaba iba a perder el control y tomarla por la fuerza para estrujarla en sus brazos y sacarle el aire a base de besos.