La semana paso volando después de la fiesta y la salida con Kiny, Fernando logro hacer que la chica tuviera más confianza en ella y hasta la llevo para su casa a que dirimiera un par de veces, aunque el en la sala y ella en el basto dormitorio, ahora ellos estaban en el aeropuerto esperando el avión que los llevaría a Alaska, Hernando a los dos le dio un boleto de avión de la clase turista, cosa que Kiny no entendía para nada, ya que era un empresario y podía tener el dinero como para comprar el aeropuerto entero con todos los aviones. Enfocada en el billete en donde ponía una montaña nevada, pensaba que las cosas nunca habían sido tan buenas para ella.
—Nunca has viajado en avión.
—No para nada.
—¿Estas nerviosas?
—No… Si… Bueno algo. —Estaba indecisa—. ¿Y tú?
—El avión es el medio de transporte más seguro que hay, pero no quita que un motor pueda fallar y terminemos bajo el agua. —A Kiny no le gusto esa broma.
—No tiene nada de gracia.
—No era una broma.
—Cállate me asustas.
—Bueno.
Kiny miro a Fernando, hace rato se daba cuenta que las cosas entre él y ella se habían acercado mucho pero ninguno de los dos daba un paso adelante para conjugar la relación que tenían, aunque era una mentira gozosa, se besaban con pasión, pero no admitían que estaban enamorados.
—Fernando, crees en el amor de verdad.
—¿Y es que hay uno de mentira?—Kiny puso los ojos en blanco.
—Deja las bromas. Responde la pregunta.
—El amor es de verdad, siempre es de verdad, así haya sido falso, porque si sientes algo por esa persona, así sea lo más mínimo, eso es amor. —El suspiro profundo— cuando tenía siete años mi papa murió, pero no te sientas mal por eso, todos debemos de morir, pero él me dijo algo que nunca voy a olvidar. Eso era simple, Los hombres deben defender a las mujeres, así ellas te claven una puñalada por la espalda. Por eso digo que no existe un amor irreal, porque todos debemos sentir algo por esa persona querida, desde lo más mínimo, hasta lo más grande. ¿Me entiendes?
—Algo así.—Kiny sonrió con parsimonia.
—Bueno eso es lo que puedo responder yo en particular. —Junto las manos y bajo los hombros hasta recostarse en el espaldar de las sillas.
—¿Y crees que un amor pueda durar mucho tiempo?—Volvió a preguntar la chica.
—Dura lo que el tiempo crea que es necesario. Nadie más determina eso.
—Pero es injusto ¿no?
—¿Porque lo dices?
—Porque si el tiempo solo quieren que las personas se conozcan y ya.
—Entonces ese era el ciclo de esa relación.
—Pero…
—No puedes obligar a la gente a que te quiera, mucho menos al tiempo. —Fernando paro por completo la conversa.
La bocina de la sala de espera sonó fuertemente alarmando a todos los pasajeros, repitiendo que el vuelo se acercaba. Fernando miro a Kiny y luego se levantó de la silla, busco su pasaje de avión y cogió la maleta que estaba al lado de él.
—Vamos. —Dijo con rigurosidad.
Kiny lo siguió con la maleta de ella arrastrándola, poco a poco se acercaron hasta la oficina de certificación, sacaron los pasaportes y la empleada siendo amable lo reviso, sin ninguna otra dilación llegaron a pasar al pasillo donde el avión esperaba para el abordaje. Kiny antes de entrar sintió un poco de nervios, Fernando presintió el miedo de la chica y se le quedo mirando. Ella inmóvil solo podía ver a los ojos de él, pero Fernando con osadía tomo las manos de la chica y la arrastro hacia el pasillo de abordaje.
—Tranquila te dije que no dejare que te pase nada. —Kiny mirando la amplia espalada del chico, quedo sonrojada de un rojo especialmente intenso.
Así pasaron hasta el asiento del avión donde ella se sentía más cómoda viendo lo acogedor pero incomodo que era el interior de un avión, para su suerte ella toco al lado de la ventana, así podía mirar el paisaje cuando estuvieran a diez mil pies de altura. Fernando se encargó de hacerla calmar más, aunque entre lapsos Kiny presentaba aquellos rasgos impaciencia o intranquilidad.
El avión despego y poco después la chica queda dormida por unas tres horas, el resto del viaje la paso viendo desde la ventana las nubes y el mar, aunque no miraba mucho para abajo para no entrar en pánico. Fernando apoyo su mano en las piernas de la chica para brindarle apoyo, y así pasaron sus últimas horas de viaje con unas películas de comedia moderna y el viaje para nada se les hizo largo.
Kiny abrazo el suelo cuando el avión estaba detrás de ellos, Fernando se quedaba impresionado del como ella se asustaba tanto por volar en un avión, pero siguió adelante para llegar al hotel, después dela larga travesía que habían recorrido estaban cansado, volvieron a hacer el mismo procedimiento que en el aeropuerto de la su ciudad, las cosas fueron sin dilaciones y con rapidez el empresario pesco un taxi, antes de que pescara un resfriado en el frio inclemente que estaba haciendo.
Más tarde llegaron al hotel que le había indicado Hernando, era pequeño pero para la situación de cansancio no le importaba si tenía estrellas o no, solo quería tumbarse en la cama y dormir por siglos, entraron a la recepción, allí el chico busco uno de los mozos para que le dijeran cuales eran las habitaciones, allí el mozo los mando a que le preguntaran a una de las chicas que estaban en la oficina de encargos, ambos con cara de cansancio y casi desplomándose de sueño, pasaron por el lobby hasta llegar a una pequeña habitación de no más de dos metros cuadrados, donde estaba una chica acostada en la silla, con la barriga al aire y arreglándose las uñas. Fernando tosió un poco. Pero la chica ignoro la indirecta.
—Hola—Dijo Fernando.
—Diga—Expulso con malas ganas.
—Hice una reserva, vengo por las llaves.
—La chica volvió en sí, y se sentó bien, y tecleo una contraseña en el ordenador, inmediatamente entro a los registros del hotel. —Nombre—Volvió a refutar con enojo.
—Fernando Aguilera.
—Oh si, aquí esta, tiene una habitación reservada—Fernando frunció el ceño extrañado por las palabras de la trabajadora.
—¿No eran dos habitaciones?
—No sola hay una.
—¿Qué? Debe haber un error pedí dos.
—El error debió ser suyo, aquí solo hay una. —Replico pareciendo que iba a soltar una grosería.
—Pero somos dos.
—Eso no es mi problema, aquí está su habitación tómela o déjela. —Puso la llave de la habitación en la mesa poniéndolas con agresividad.
—Bueno. —Fernando tomo las llaves.
Dio unos pasos en retroceso para volver a donde estaba Kiny.
—Tengo las llaves. —Las ondeo enfrente de ella.
—Bueno vamos.
Subieron al tercer piso donde estaba la habitación esperando, y aunque Fernando pensaba que Kiny iba a mostrar algo de resilencia por dormir en la misma cama, pero no fue así, la chica estaba tan cansada que solo se echó a la cama, sin ni siquiera acomodar la maleta, y en pocos minutos ya estaba dormida, Fernando al verla sintió compasión y le quito los zapatos para luego ponerle una manta, y también ponerse a dormir, antes de quedarse dormido no olvido darle un beso en la frente y despedirse de la susodicha.
Kiny despertó el día siguiente, poco después de la diez de la mañana hora de Alaska, en su país eran como las dos de la madrugada aun, así que no podía llamar a Lily para ver como estaban, las cosas habían transcurrido bien, muy bien el viaje para ella fue como un carrusel excepto cuando el avión presentaba aquella turbulencia insensata. Fernando aún estaba dormido, así que ella se dio un baño para limpiar su cuerpo del sudor frio que tal vez dejo escapar el día de ayer.
Fernando cuando escucho que alguien se estaba bañando despertó del sueño en el que estaba, miro a un lado pero la chica ya no se encontraba allí. Se levantó de la cama y fue a la ventana para ver cómo estaba el clima, el aire era fresco en la mañana y el cielo estaba despejado, un poco de nieve en la calle y los parques algo recorridos, el país de la nieve era muy conocido por tener carbón, ese era el mineral que más iba a necesitar la constructora, y a pesar que el encargado de esta labor era Hernando, por algo había cedido y llegado tan lejos de casa. Vio a lo lejos un puesto de panque cas, no dudo ni un segundo en ir a por el desayuno.
—Kiny apúrate vamos a desayunar.—Grito desde afuera de la habitación.
—Ya voy…
Poco después de eso, Fernando se lavó los dientes y espero a que Kiny estuviera completamente vestida para ir a por el desayuno. Kiny no sabía para donde iban a llevarla pero Fernando parecía decidido, con los mejores abrigos que tuvieran se fueron caminando unas cuadras más adelante donde estaba la tienda de panqueques. Ella al ver el logo de la tienda, un panqueque chiquito, sonrió con delicadeza y emoción, Fernando también sonrió, sabía que esto le iba a gustar a la chica. Y como acertando lo había hecho, le gustaba completamente los desayunos azucarados. Entraron a la cede y se acomodaron como pudieron mientras que Fernando hablaba inglés para pedir la orden.
Luego llego con una sonrisa en la cara.
—¿Dormiste bien?
—Sí.
—Bueno es mejor a que hayas tenido agujetas en los músculos por un mal dormir.
—Nunca me pasa.
—Bueno entonces debemos concentrarnos en la reunión de Negocios.
—Si.—Era una respuesta decidida.
—Primero que nada, tenemos que ir bien vestido si es posible yo de traje y tú de largo, —Kiny hizo una mueca de desagrado—. ¿Qué pasa con esa cara no te gusta los vestidos?
—No es eso, sino que me da mucha pereza ponérmelos y arreglarme el cabello.
—Pero tendrás que usar uno.
—Bien lo intentare.—Kiny recordó que nunca estuvo antes en una reunión de negocios—Que debería aprender antes de que ellos me hagan preguntas que seguramente serán incomodas.
—Nada en especial, si ha estado bueno el postre o cosas así, de eso se habla en las reuniones de negocios, después el contrato se firma, muy pocas veces los socios hacen preguntas. Pero si vez que la conversación se torna algo incomoda solo avísame con una señal, esa señora va a ser un guiño.
—Y tú que harás cuando la conversación se ponga incomoda.
—Cambiar el tema.—Parecía orgulloso de sus planes.
—¿Cuándo va a ser la reunión?
—Mañana así que tenemos poco tiempo para establecer algún plan.
—No creo en que un plan me valla a beneficiar en algo.
—Tienes razón, por eso no haremos uno, solo dejaremos que pase lo que Dios quiera.
Un camarero llego con una bandeja repleta de panqueques y un tarro de miel, poco después trajo una servilleta y una jarra llena de chocolate para acompañar el desayuno. Kiny se quedó estupefacta por aquel desayuno que solo había visto antes en las películas, pero ahora lo tenía enfrente de ella, con uno de los tenederos sin pudor empezó a devorar los panqueques mientras que Fernando veía atónito el apetito de la chica.
La tarden la pasaron de maravilla conociendo los lugares calurosos y reconfortarles de la ciudad de --- en Alaska, residente de al menos unas trecientas mil personas, entraron en una taberna para tomar un poco, ya el cielo estaba cubierto por una aurora de luz escasa, las ultimas horas, por no decir minutos de luz solar se acababan, en la taberna habían muchos hombres tomando cerveza, el lugar estaba repleto y el perchero hasta los dientes de abrigos para combatir el inclemente frio. Kiny se sintió incomoda ante la presencia de tantos hombres grandes y fornidos, se sentía un poco insegura.
Fernando pidió unas copas en perfecto inglés a la camarera, ella con un lindo traje cosplay de conejita caliente se acercó a él y tomo la orden, enseguida la joven que lucía muy buen cuerpo proporcionado estaba empezando a enojar a Kiny, Fernando le estaba siguiendo el juego de dale que te pego, cosa que pensaría que Kiny no notaria pero desde el primer momento ella se dio cuenta de que aquella chica era solo una usurpadora. Entonces marco terreno y empezó a proteger lo que era suyo, además de que no iba a dejar que la humillación se apoderara de ella.
—Fernando—El inmediatamente volteo—. Bésame
—¿Cómo dices?
—Que me beses. —Fernando se acercó a la chica con intenciones de hacer lo que decía, pero lentamente Kiny colmo su paciencia y lo agarró del cuello de la camisa y le planto un beso ardiente que hizo que Fernando se quedara sin aire— ¿Eso es todo lo que quería que me hicieras es muy difícil?
—Disculpa no entendía. —Dijo Fernando desconcertado entre pensamientos extraños.
La camarera con cosplay de conejita vio con lujo de detalle la escena donde se besaban con ardiente pasión, sirvió la copa sin juguetear nada con el empresario e inmediato fue a atender otras mesas que requerían de atención.
Ambos tomaron la tarra gigantesca de cerveza, aunque Kiny se recostó al pecho de Fernando para cuidar su territorio, mientras que miraba a la muchacha con una mirada muy estricta. Aunque la iniciativa protectora de Kiny resaltaba en el bar, nunca Fernando pensaría que era por la muchacha de cosplay, aunque tampoco supo que lo de antes también era solo un ataque de celos simples y comunes. Kiny recomendó que salieran del bar para ir a hotel ella se veía muy cansada, y puso los ojos de un perro regañado para que el hiciera caso, ella sabía perfectamente que ese era el punto débil del empresario, Fernando saco los dorales de su billetera y pago a la camarera y dio una propina significativa, Kiny tomo del brazo a Fernando y lo saco a pasos apresurados de la taberna regresando al hotel. Como habían tenido un día maravilloso en Alaska, también estaban cansados así que no duro mucho tiempo hasta que quedaron dormidos, ambos en la misma cama.