Entre Tu Mirada y La Mía

Capítulo 17


*
El aludido perdió la conciencia cuando el agua entro en sus pulmones, lo último que vio fue el salvavidas intentando acercarse a él, la caña se había enredado entre sus piernas, poco después perdió la conciencia y los rápidos lo empujaron rio abajo. Carente de conciencia fue arrastrado por el rio con parsimonia hasta que la corriente se calmó, y aludiendo algunos golpes letales, el rio lo dejo a la orilla de la corriente, con la espalda contra la tierra y boca arriba. Aun respiraba lo suficiente para vivir.
Poco después abrió los ojos, no sabía qué hora eran ni mucho menos en donde estaba,  miro alrededor escuchando el murmullo de los árboles, inmediatamente se puso de pie aunque le dolía un poco la pierna como para levantarse rápidamente. El dolor era intenso, tanto como para acercarse a la zona donde había caído. Se alejó todo lo que pudo de las orillas hasta llegar a la tierra firme, examinaba con cautela el terreno. Los arboles cubrían el pie del rio, poco después el terreno se hacía más ameno y calmado, pero tampoco podía guardar la calma en lo absoluto, recordaba lo que había pasado perfectamente, el rio, la canoa, Hernando y Kiny. Ahora con ímpetu tenía que regresar.
Lo primero era buscar la salida de aquella naturaleza indómita, para eso se abriría paso por la maleza hasta dar con la carretera, no sabía en donde estaba ni cuanto pudo haber sido arrastrado rio abajo, la zona en donde estaba nunca lo había conocido. La vegetación era extraña nunca antes había estado por esa parte del país. Se miró de arriba abajo para ver si tenían alguna herida de gravedad, empezó por la piernas, no había nada, solo el cable de la caña enredado en sus pies, el recordó que fue eso lo que no lo dejo nadar. Busco heridas en su abdomen pero tampoco encontró nada, finalmente se calmó más cuando examino la cabeza y el cuello, estaba completamente sano, muy sano. Aunque cuando camino sintió una pequeña puntada en la pierna, pensó que seguramente era algo sin importancia así que no debía preocuparse de nada.
Inmediatamente salió del hueco donde estaba, puso rumbo a la maleza de antemano. Todo su cuerpo estaba completamente mojado, era muy incómodo el caminar en esas condiciones infrahumanas. Siguiendo con su travesía llego hasta donde empezaba el vasto campo de maleza. Poniéndose enfrente de ello trago saliva y llenando el pecho de aire empezó a recorrer el trayecto.  Fue vacilando las cañas de monte, mucho monte que hacia el caminar una tarea muy hostigosa, maldijo un par de veces al sentir heridas y algunos rasguños en su piel, el terreno de verdad era muy inclemente. Poco a poco se fue abriendo paso entre la paja aunque no sabía a ciencia cierta a donde iba con exactitud, carente de una brújula y con los pocos conocimientos de supervivencia que había adquirido en Discovery Channel. Así siguió caminando hasta donde sus pies pudieron aguantar. 
Las nueves estaban completamente grises, el ambiente se ponía oscuro y el aire era de invierno completamente invernal. El azote de la naturaleza parecía completamente inclemente Fernando no recordaba tanta faena solo para desplazarse aunque era un empresario de ciudad no un aventurero para estar en forma por estos senderos peligrosos. Fernando había caminado mucho, un par de horas haciendo lo que podía mientras pasaba por el muro de paja, logro atravesarlo por completo pero poco después se sentó en una roca grande para disfrutar la vista y descansar, había pasado la peor parte. Pocos minutos después sentía hambre, no había comido nada desde la mañana de ese día, o del día anterior, tampoco tenía idea de que día era, o siquiera si era el mismo día de ayer o ya era mañana.
En esa pradera no había animales, dudo en sí, que hubiera animales en ese prado así que la comida sería un problema esa noche, ahora también tenía que preocuparse por tener un refugio, antes de que el agotamiento lo desmayara. Los minutos pasaban y aunque no había pasado mucho tiempo en la piedra ya tenía que volver a caminar. Antes de eso tuvo que ubicarse, saber si estaba en el norte o el sur, o en cualquiera punto cardinal, así subió un poco más en la roca, escalando un poco hasta llegar a una elevación pronunciada, desde allí vería el paisaje con admiración y se sabría ubicar. Escalo con cuidado los últimos peldaños de la roca y se paró encima de ella, la vista era magnifica se podía ver casi todo el prado, a lo lejos una pradera aún más larga y distante, y unas montañas, miro para atrás, allá estaban las montañas, viendo el rio se supo ubicar, sabía que estaba afuera de la ciudad, estaba en un condado vecino. Justamente se encontraba donde la gente lo detestaba, la ciudad más ecología del mundo. Maldijo una vez más. A lo lejos estaba la carretera, cruzando la pradera, y viendo un pequeño punto que parecía ser fuego, se alegró inmediatamente.
Poniendo una mueca en la cara fue rumbo a aquella posible fogata, o era un bombillo, bueno fuese lo que fuese iba a ir rápidamente solo para ver quién era y poder salir de este aprieto, tal vez tendrían comida. Lo más importante un refugio no tendría que pasar la noche a la intemperie mirando estrellas. Así que rápidamente fue a buscar aquella extraña luz, bajo de la roca con cuidado de no caerse y luego puso rumbo corriendo por la paja que estaba más pequeña que la anterior.
Vacilando en algunas ocasiones troncos caídos siguió corriendo, ya había llegado a la otra parte de la pradera donde la maleza se hacía más pequeña, estaba más cerca de la luz, mucho más cerca que antes, no bajo el ritmo de trote aunque le dolían ya las piernas. Así se acercó lo más posible a la pradera donde estaba la carretera, Por fin había llegado, el sol se había ocultado ya completamente, lo único que se podía ver era la luz que estaba a unos veinte metros de él, aunque esa luz era de una fogata pudo reconocer mientras venia. Lo mejor que podía hacer era acercarse con cuidado u sigilo para ver quién era, para ver lo que le esperaba con esas personas que estuvieran allí, para no asustarla con su aspecto de espanto, la ropa seguía mojada aunque ya no le incomodaba la humedad tras haber calentado su cuerpo con aquella infame carrera. 
Así se acercó más, a la fogata, escucho unos gritos y algunas carcajadas. Estaba más cansado muy cansado, ya casi no se mantenía en pie. Le costaba mantener el equilibrio seguramente era porque no había podido comer nada en todo el día, cuando creyó que no podía contenerse más grito pidiendo ayuda, pensando en que nadie lo escucharía, volvió a gritar con fuerza pero poco después cayó al piso, cerrando los ojos levemente. 
Al rato Fernando despertó, su cabeza le daba vueltas completamente estaba aturdido, casi no se podía mover, había sido víctima de un desmayo por sobreesfuerzo. Pero sentía un poco de calor, era como si la ropa que tenía mojada no la tuviera ahora, se levantó con cuidado estaba acostado y tenía una cobija, enseguida el empresario frunció el ceño. Miro sus manos estaban completamente lavadas y su ropa no estaba solo su ropa interior era lo que mantenía. Al lado de él había una camioneta banb. Muy pequeña pero que parecía albergar gente.
—Vaya ya despertó. ¡Hermana!, ¡Hermana ya despertó!. —Una voz un tanto chillona percuto detrás de Fernando, el empresario  enseguida miro, allí había una niña de como once años, el cabello de color rubio y ojos claros, la chica era muy flaquita lo más que se pudiera ser, aunque no era desnutrición, llevaba unas sandalias destapadas y un vestido que le cubría hasta más debajo de las rodillas.
—¿Quién eres?—Pregunto Fernando intentando levantarse. 
—¡No!—La pequeña niña se tapó los ojos. Inmediatamente Fernando se dio cuenta que estaba desnudo, se cubrió rápidamente con la manta. 
—Disculpa.
—¡Hermana!
La niña volvió a gritar con fuerza hasta que otra chica llego.
—Vaya Michelle, eres demasiado escandalosa. ¿Qué pasa?—La niña señalo a Fernando. 
—O ya despertó el señor.—La chica mayor se acercó a Fernando—. Vaya sí que estaba algo golpeado Sr. 
Fernando escruto a la chica, parecía mayor, tendría como unos veintitantos años, era alta y su piel clara, también usaba un vestido que cubría hasta más debajo de sus rodillas. Ella era como un ángel caído del cielo para Fernando. 
—Usted me salvo, gracias. 
—Sí, yo soy Aurora y ella es Michelle, —La niña se ocultaba en las faldas de su hermana—. Somos hermanas, y somos unas chicas que viajan por el país. ¿tu quien eres?
—Me llamo Fernando—Agrego Fernando rápidamente—. Me perdí, estaba pescando con un amigo y no sé dónde estoy.  
—Vaya.—Complemento la chica con asombro.
—Si es fuerte lo que me paso. 
—¿Oye y porque no tienes a nadie buscándote?
—Deben estar haciéndolo, pero es que el rio me arrastro muy abajo, seguro me dan por muerto.
—No puede ser es muy fuerte. 
—Sí. 
—Pues te ayudaremos a volver. —Fernando la miro con asombro. 
—Lo harían. 
—¿Si claro en dónde vives?
—Con que me lleven a Street 15 estoy bien. 
—Oh pero hay un problema antes de eso debo ir a un lugar. Si quieres acompañarnos te llevare. 
—¿A dónde tienes que ir?
—Tengo que completar un viaje digámoslo así. 
—¿Te tardaras mucho?
—Cinco días. O una semana. 
—Está bien esperare. 
No le quedaba más al aludido Fernando, estaba consciente de que si no aprovechaba la oportunidad no sabía para cuándo regresaría a la ciudad esperar cinco días no sería nada, así que tenía que aprovechar la oportunidad de en regreso. 
—Pero, sabes puedes darme algo de ropa. —Agrego Fernando incapaz de mirarla a los ojos, lleno de vergüenza. 
—Claro voy.—Apresuradamente aurora fue a buscar ropa para el chaval desconocido que decía estar perdido. 
—¿Eres un enfermo?—Pregunto la niña poniendo los brazos en su cintura.
—No para nada.—negó Fernando. 
—Tienes novia.
—Algo asi.
—En que trabajas.—Fernando procrastino. 
—Soy…
—Michelle deja al pobre hombre. Perdona ella es así.
—No… no hay problema.
*




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