Entre Tú Stand y El Mío

Capítulo 5


Sindy llevo a rastras a Sander hasta su stand, sabiendo que nunca haría algo parecido para otro hombre más estaba en un dilema, porque estaba sintiendo aquella extraña preocupación por Sander, el chico de cabello ondulado, no era su aptitud normal, si otro hubiera hecho eso solo lo habría mandado a comer Pizza en algún restaurante. Pero ahora lo más importante para ella era buscar el alcohol para cerrar y desinfectar la herida de Sander. Entro de golpe a la tienda y todo estaba bien ordenado, el olor a perfumes y la cerámica puesta en el piso, le dio una agradable estadía a Sander. 
—Siéntate allí —Dijo Sindy señalando con el dedo índice la pequeña butaca a un lado del mostrador— No te quites la mano de la cabeza. Sander seguía a pie de la letra las órdenes de Sindy aunque no le gustaba que se lo ordenaran en aquel tono.  Era infamia para el chico, aunque contenía la sonrisa de la cara, solo por estar con su chica. 
Sindy Por otra parte buscaba con parsimonia aquella gaveta en las partes traseras de la tienda, donde ponía las cosas que casi nunca utilizaba, un trastero de cosas inutilizables, ella abrió la puerta y lo primero que vio fueron cajas de cosméticos vacías. Paso por sobre ellas con un pequeño brinco. Y llego  al otro extremo del cuarto, allí estaba la pequeña mesa con un botiquín de pequeños auxilios, rápidamente agarro el botiquín y volvió a la sala donde estaba Sander. 
—Ya estoy aquí. —El chico miro a Sindy, ella pudo sentir como el chico estaba escrutando la desnudez de sus caderas. Ella sintió un leve cosquilleo en la barriga, como si su cuerpo le gustara ser examinada por el chico. 
—Sindy creo que deber ir al médico primero, y así aprovecho para que me revisen la herida.
—No Sander, primero voy a curarte el hueco que tienes en la cabeza. Ella estaba decidida a cerrar la hemorragia del chico. 
Sander se dio por vencido, no iba  a poder combatir con la hermosa mirada de la chica, estaba claro que ella iba a curarle la pequeña herida.                                 —Creo que no es un hueco. 
    —Bueno lo que sea, fin no me importa debe cerrarse porque vas a perder sangre y después te puedes… Ella dejo de hablar, como si la boca le pesara para decir las siguientes palabras. 
    —Tranquila no voy a desmayarme. Solo ponme una gasa y después vamos al hospital, te tiene que ver un médico.                                             —No primero tu herida. Yo ya estoy bien. 
Sander estaba confundido y le empezaba a doler la cabeza, la única salida de aquella situación seria hacerle caso a Sindy dejar que la curara. Pero no quería porque un toque de sus manos cálidas en su cuerpo, podría provocar problemas como elevarle el autoestima a niveles desconocidos. Entonces la chica se le acerco a Sander, sus pechos se posaron justo en frente de sus ojos y Sander no evito mirarlos, ella destapo el alcohol con cuidado de no botarlo, con avidez agarro el algodón de la mesilla, Sander estaba frívolo y rígido, pensativo en los actos venideros. Su chica estaba encima de él, y tocándole el cuerpo. Sindy con delicadeza paso sus manos por el cabello de Sander, acomodándolo por arriba de su frente. Sander casi dio un respingo, su espalda se puso rígida y mantuvo las ganas de soltar una sonrisa.
La chica busco la parte por donde brotaba la sangre,  quito la mano del chico, ahora estaba enfrente de la herida, vertiginosamente aparto todo cabello de la brecha. A Sindy le costaba ver la herida con detalle, su vista no daba para tanto, entonces con rapidez dejo de lado al chico y busco en su bolso, y saco unas gafas de lecturas. El chico se impresiono de esa faceta, no lo conocía de ella, pero con las gafas también se veía más linda. Le daba un toque de ejecutiva, un aire muy excitante para el chico. 
    —No sabía que usabas lentes. Afirmo el chico con tranquilidad.                     —No me gusta usarlos muchos, se me ven mal.                             —No lo creo, te ves bien. —Sander lanzo una sonrisa algo calorosa.
Sindy no le importó mucho el alago de Sander, y siguió con su trabajo, ahora si veía mejor, y vio la brecha que Sander se había abierto, era profunda, tanto que seguro tendrían que poner algunos puntos. El punto bueno era que se había sellado la hemorragia. 
    —Vas a necesitar puntos, creo, aunque no soy enfermera, pero la herida es profunda. La chica asumió que Sander entraría en pánico.                                 —Bueno entonces tendremos que ir al hospital.                         
Sindy tomo el algodón, y lo paso por encima de la herida, con cuidado para no provocarle tanto dolor a Sander. El chico estaba disfrutando tener las manos ásperas y cálidas de la chica encima de él. Esas manos causaban un brote de calor en su piel, calor que estaba penetrando hasta su alma, era el paraíso para aquel chico. Sin mencionar el que pudo rozar con sus senos un poco, por el movimiento de la chica, cuando buscaba la herida, Dios le había sonreído de manera sutil, y le había mejorado la vida mil veces, ahora no le importaba si se moría de derrame cerebral, sino que quería estar así, unos diez mil años más. 

La chica acabo con su trabajo la herida ya estaba desinfectada, era ágil con las cosas de enfermería, Sander le impresiono eso, la  mayoría de sus amigas nunca habían aprendido eso, sino solo a maquillarse y ser dependientes de sus hombres, por eso nunca le gusto alguna de ellas. Ahora Sindy era otra cosa, y ante los ojos del chico era una mujer verdaderamente nueva e impresionante, era como el agua fría para el sediento, algo placentero, como una sensación agradable por dentro del cuerpo que causaba placer sin necesidad de mencionar el sexo.  
Sindy se apartó de él, y se acomodó un mechón de pelo que había caído por sobre sus orejas. Haciendo un gesto muy bonito e impresionante. Al chico no le disgusto nada, se veía magnifica. Poniendo una gasa termino su trabajo. Y se sentó en la butaca que había enfrente de Sander. 
    —Ya está listo ve al hospital para que te pongan algunos puntos.                     —Tú también tienes que ir, debes hacerte exámenes. Sindy negó con la cabeza y a causa de eso provoco una cadena de conversación con el chico.                             —No voy a ir, solo me hace falta algo de locura para decirte que iría adonde un matasanos.                                                         —Pero si nos vas puede haber consecuencias. ¿Segura que no estas embarazada? Te desmayas mucho. Y si algún día te das un golpe en la cabeza, bueno ya tú sabes… Sander pronuncio las últimas palabras con un acento de cubano inconfundible.                         —Primero que nada, yo no estoy embarazada, y segundo no volverá a pasar.             —Si pero tú me dijiste lo mismo hace dos días y mira lo que paso.                 —No insistas no voy a ir. Sindy era plena en sus decisiones, con avidez metió las gafas en el bolso y se acomodó para irse a casa.                                     Sander se resignó de hacer cambiar de opinión a la chica. Más le gustaba verla molesta ponía una cara linda.                                                 —Entonces tan siquiera acompáñame a la salida del centro comercial, o hasta el estacionamiento a buscar mi auto. —Sindy dudo un momento, vio a Sander y lo analizo, tampoco iba a ser tan mala como para no ayudar a un chico indefenso que pedía su ayuda con una herida en la cabeza.         —Bueno pero solo hasta el estacionamiento. Vamos ponte en pie que te voy a ayudar a caminar. —la chica no sabía porque hacia eso, solo le quedaba claro que quería salir de la situación, que se estaba poniendo algo intensa, con Sander hablando solo del médico.                 —Vamos entonces. Sander con cuidado se levantó de la butaca, la vista le dio vueltas, seguro por el efecto del golpe, no caminaba tan bien como antes pero ya estaba mejor. Sindy le agarro del bíceps para que no se cayera y pusieron tubo al estacionamiento. 
Ella no entendía porque Sander sonreía tanto con una herida en su cuerpo y por el hecho de que le iban a poner puntos. Pero el chico seguía con su sonrisa en la cara, de punta a punta. Bajaron por el elevador, llegaron rápido a la planta baja del centro comercial y se dirigieron a la salida del mismo, buscando el coche de Sander. 
—¿Sander cuál es tu carro? Pregunto Sindy mientras entraban al estacionamiento.         —Aquí está la llave. —Sander metió la mano dentro del bolsillos y después saco un llaverito y las llaves del coche— Esta por allá. —Señalo con la boca.                     
Sindy dirigió al chico a su carro, todos los autos de ahí eran casi iguales y pensó que era uno de ellos, pero entre todos los autos se distinguía un deportivo descapotable. Un Ford Mustang Camaro copo. De color rojo. Algo llamativo y obsesivo. Ella dudaba que fuera de él, al lado de ese Mustang también había carros de otros modelos, así que se acercó más pensando que estaba entre ellos. Se acercó hasta la sección donde estaba el Mustang. Y miro a los lados.                             —¿Dónde está tu carro? Pregunto con una ceja encima arriba.                     —Estamos enfrente de él.                                         —¿El Mustang? —El chico afirmo con la cabeza.                             —Súbete tu conduces chica.                                        —No espera yo no voy a  conducir. No sé hacerlo es muy avanzado.     La voz de Sindy se quebró  un par de veces, tenía miedo                                         —Es Manual con que sepas meter tercera está bien.                             —No… estás loco, y si lo choco. Además debes conducirlo tú.                     —Pues como estoy no creo. Además si lo chocas nos vamos a tránsito, y tendremos que pagar una multa.                                             
Como ese hombre podía ser tan gracioso en esa situación, pero viendo bien, también tenía algo de razón, como alguien que se había dado tremendo golpe iba a conducir semejante fiera. Sander puso las llaves del coche en las manos de Sindy presionándola para que condujera para él. La chica dudo un par de veces, pero cedió al final. No pudo al ver como Sander se pasaba la mano por la brecha de la herida. Además ella tenía algo de culpa, le iba a besar, no a hacer daño, y después para mala suerte del muchacho sonó el celular. Además era un Copo Camaro, no iba a perder la oportunidad de conducir uno. Se iba a tomar fotos y presumirlas en el Instagram.                    —Pero si lo rayo no lo voy a pagar. Fue lo que dijo antes de lanzarle una sonrisa meterse en el asiento del piloto. Sander la siguió y se introdujo también en el carro.                 —Tranquila si lo rayas ya sé dónde encontrarte. En modo sarcástico el chico respondió con gran felicidad.         
Sindy estaba en el volante de la fiera con ruedas. Miraba a Sander. Y luego al volante. Ella estaba nerviosa claro nunca había manejado un carro de tal calibre, menos de alta gama y con tantos caballos de fuerza.     
    —Sander no sé qué hacer, nunca he manejado un carro de tanto calibre. 
Sander miro a la chica, e intento relajarla poniendo su mano en el hombro. 
    —Tranquila solo sigue mis instrucciones.  Ella afirmo con la cabeza estaba clara que nunca podría conducir un carro así por su propia cuenta.     Ahora escuchar al chico de cabello rizado sería mejor.     Ahora Sander tomo la voz cantante en la situación.                             —Primero mete las llaves enciéndelo y mete primera. Ella siguiendo  las instrucciones de metió la llaves y el motor rugió, Sander empujo la palanca a donde estaba el número uno.             —Esto no va  a ser una buena idea Sander.                                 —Tranquila llegaremos al hospital. Lo segundo que tienes que hacer es poner reversa. La chica movió la palanca hasta donde estaba una R.                                 —Perfecto ves que si se puede. 
Ahora ella estaba un poco más tranquila, —Pisa lentamente el acelerador— Dijo Sander guiando con su dedo.  El chico tomo ventajas de las cosas y se puso a la delantera, aprovechando aquel infame suceso. Sin permiso tomo la mano derecha de la chica, y ella se impresiono  que tomara aquellas libertades.                                                     —Tranquila no te voy a hacer daño. —Dijo con voz áspera y profunda— así será más fácil que tomes la palanca. 
Ella se sintió un poco insegura, pero después de sentir el pequeño calor que brotaba las manos del chico se quedó más tranquila, se relajó y sintió como el guiaba el acto. 
    —Las manos las debes de tener relajadas para conducir, además nunca le quites la vista a la carretera. 
Sindy escuchando lo que decía su caballero e instructor de manejo,  piso de golpe el acelerador y el auto se fue de lleno hacia atrás, en efecto recorrió medio estacionamiento de esa manera, Sander no pudo mantenerse estable y jalo la palanca  del freno de mano clavando el auto en medio del estacionamiento.  Sindy quito las manos del volante y después recogió sus piernas encogiéndolas hasta el punto de pegarlas contra su estómago. Las manos se las llevó a la cabeza cubriendo todo su cráneo también cerro sus ojos fuertemente, como queriendo nunca más volverlos a abrir y esperaba el regaño del hombre encolerizado por haber hecho tan acto de inseguridad.  
Sander pudo ver algo que el resto de la gente, no veía un amarillo singular en la piel de la chica, una marquita que dejaba ver en su hombro derecho, una cicatriz minúscula que cualquiera no percibiría. Además por la reacción que tomo ella al cometer aquel error él estaba consiente de una cosa. 
    —No quiero que pienses que soy un hombre que le gusta meterse en los asuntos de los demás. —Ella miro a Sander relajándose un poco más y saliendo de aquel trance, se normalizo al ver que el hombre no estaba siendo grosero con ella por haber cometido aquella cagada—  Tampoco quiero que me lo cuentes si no quieres, no lo veo necesario, pero tenías una pareja que te pegaba cierto. 
Ahora por instinto ella dudaba en decirle la verdad, y si aquella forma de ponerse solo por haber cometido un error no tenía manera de vacilarlo, lo único que podía hacer era explicarle la verdad, porque por más de que fuese asustadiza no era para ponerse en pánico, menos teniendo a un lado a un hombre que manejaba bien.
Sindy dejando a un lado su orgullo y poniendo algo de buena caña a las cosas, Afirmo con la cabeza. 
—Si estuve con un cretino que me pegaba, Fui una idiota, el solo buscaba sexo, nunca le interese.                                                         — ¿Cuánto estuviste con él?
—Casi tres años. Sindy se quedó mirando el tablero del carro, no fue capaz de ver a Sander a los ojos.
—¿Que hacía que te apegaras tanto a él?
—Es que soy una idiota. Sander no se conformaba con aquella explicación vaga.
—No creo que una chica tan inteligente como tú, estuviera con un hombre así solo por estar, soportando aquel castigo.  Sindy tampoco estaba cerrada, quería conversar con él, ya que era el único que sabía su secreto. Algo que ni su misma familia conocía.             
—Lo hice porque necesitaba tener a alguien a mi lado, para que mi familia no me molestara con el tema del noviazgo. 
Ahora Sander estaba un poco más claro en el asunto.  Pero no le gustaba tener a la chica más bella del mundo con ese carácter, quería que estuviese feliz. Así que no dudo en acercarse para darle un abrazo, pero en efecto lo haría con menos brusquedad, no como lo haría con una persona normal. Sino como a un bebe, o a un pequeño gato, que no tiene confianza en las personas. Pues eso era la morena ahora. 
    —Soy una idiota, una maldita idiota, —Sindy comenzó a gritar— Sabes Sander soy una maldita idiota, una estúpida que creyó en un hombre, que no valía mas de dos pesos. —Sander rápidamente la agarro de los brazos y la metió a su pecho, donde la chica reposo su cabeza.             —Ya tranquila no eres una idiota. Sander intentaba calmarla con palabras.                —Si lo soy.                                                 —Crees que una idiota, tendría una empresa como la tuya. Una idiota no haría las cosas que tu haces.                                                     —Pero me engañaron Sander.                                     —A todos nos engañan alguna vez en la vida Sindy. 
Ahora el silencio en la cabina del auto era incorpóreo, no se escuchaba nada, Sander pensaba que la había cagado, tratando de darle significados a sus palabras, con una contra respuesta filosófica.  Pero no iba a arruinar el momento con una corrección, se sentía el hombre más feliz del mundo, porque en su pecho estaba la chica más linda que podía existir en miles de kilómetros a la redonda. Sindy pensó en lo bonito que era Sander, como un hombre podía ser tan amable con las personas, y además no era como el estéreo tipo de siempre, arrogante, que farda sobre lo que tiene o no, hasta había escondido que era presidente de una industria.                         
Además el calor de su pecho era agradable, como el de un padre al consolar a su hija, o como el de dos amantes consumidos por la llama del amor. No paso mucho para que el mundo irrumpiera en  la cabina del auto, el teléfono de Sindy sonó otra vez.  Ella se apartó un poco de Sander, quien estaba disfrutando mucho la oportunidad, ella contesto el teléfono, mientras veía que Sander contenía las ganas de tomar el teléfono, tirarlo por la ventanilla y pasarle el auto por encima, y a ella le causo un poquito de risa. 
    —Hola mama. Sander frunció el ceño, teniendo en cuenta la oportunidad de aprender algunas otras cosas de la morena.                                             —Que si voy a ir a la cena familiar con mi novio. —Sander se corrigió, ¿novio? Ella tenía novio, pero después de lo que le había dicho, se tiro novio nuevo.                         —Pues es el mes que viene ¿cierto?    Ahora sintió la responsabilidad de saber más de ese hombre, quien sería digno de probar los labios de aquella bella mujer.  Aunque tampoco pudo pensar mucho, porque un Bum gigante le invadió el pecho con un dolor de corazón gigante, que escondió en su mente con la excusa barata de <<Son gases no celos>>                        —Madre ahora estoy un poco ocupada, llámame más tarde, un beso.  
Sindy con rapidez soltó el teléfono y le colgó el teléfono.                         —Necesito pedirte un favor Sander. 
    —¿Que es Sindy? si es dinero creo que tengo algo guardado en una cuenta de ahorros. Añadió con sarcasmo                                            —No es eso, necesito que te hagas pasar por mi novio por un par de meses.         
Sander Era Nagasaki e Hiroshima y Sindy la bomba nuclear que acabaría hasta con la última neurona del cerebro del chico.  Ahora dudaba entre reírse del júbilo o llorar de la puntada dolorosa que ahora invadía en su cabeza.                                             —Pues ahora no se responderte. Porque me duele mucho la cabeza, mejor vamos al hospital. —Sindy pensó que era muy insensata haciéndole aquella pregunta con respecto a su familia, además  el chico presentaba malestar, ahora sí que debían ir al hospital.                         —Si vamos, vamos, espera que vuelva  a encender el carro, si te duele algo más avísame.         —No eres doctora ¡Ja!                                            —No hagas esos chistes esta grave de salud.    Sindy se puso rígida como aquella mujer que nunca confía en nadie.                                            —No creo que me esté muriendo—Interrumpió Sander sin ninguna cortesía.             —Deja lo tonto…                                     
Encolerizada ella puso su pie en acelerador y puso rumbo al hospital, ahora estaba conduciendo bien, el carro no daba brincos y las marchas las hacía con exactitud, cosa que impresiono a Sander.     —Que bien Morena, conduces bien. Pensaba que no sabías.                         —No es eso, sino que no lo hacía desde hace mucho.                             —Pues entonces pondré mis manos aquí. —Sander bajo la mano izquierda a la palanca y la puso con cariño encima del puño cerrado de la chica. —Por si se te olvida algún cambio         
    Sindy miro de reojo al chico. Con una sonrisa pícara. 
Surcaron la ciudad en menos de diez minutos, y después de algunos semáforos ya estaban en la enfermería del hospital,  Sander recibiendo sutura y Sindy tomándose algunas pastillas a las cuales era medicada, cosa que no le podía faltar, mientras que Sander tenía a una enfermera cortando pelo encima de él, para después poner la sutura, el miraba a la chica en el otro extremo de la sala, ponía atención y disimulo, la chica estaba ahora más relajada después de la pastilla.  Cosa que no le gusto a Sander y frunció el ceño. El doctor hizo acto de presencia y después verifico la herida del chico, le dio una orden a la enfermera, podía poner la sutura con normalidad, solo era un corte, gracias al  efecto de un milagro no había sido una fractura o un golpe mortal.  
 Ahora Sindy se debatía en porque había dicho, lo de hacerse pasar por su novio, ¿en qué pensaba? ¿Cómo pudo meter la pata así? Pidiéndoselo en otro momento tal vez hasta le agradara la idea, pero lo había soltado como una bomba, ahora qué pensaría el chico de ella. lo más seguro era, que pensara, en que era una loca que andaba pidiendo favores a extraños, y no un favor cualquiera, sino el de hacerse pasar por su novio, para que la familia no crea que la niña pequeña de casa, no ha sabido llevar la vida, y que no se iba a quedar sola por el resto de su vida, como una solterona y vieja, pero peor quedaba con lo que Sander podría pensar de ella, una loca, aprovechada, y vejestoria que anda por la vida desmayándose. Y por causas de esos desmayos, las personas salían afectadas. 
Tanto bululú en la mente de la chica, que no le quedo momento para pensar en el beso que casi se da con el Sander. Estaba tremendamente distraída, tanto que ignoro a Sander que llego por detrás de ella y se paró con los brazos cruzados detrás de la fémina. Y tosió para que supiera que él se encontraba allí. 
    —¡Sander! Qué bien ya estas mejor, pero ¿es seguro que estés parado después de la sutura?    —Si no pasa nada pero… —El chico miro el bolso de Sindy que colgaba en su brazo— Dame tu bolso. —Sindy no entendía a lo que se refería.                                 —¿Por qué quieres mi bolso? —Sander se cansó de tanta palabrería y le arrebató el bolso, sin tener cuidado.                                                 —Esto es lo que estaba buscando… —Del bolso saco una tableta—. Te estas medicando. —Dijo con voz afirmante. La chica miro a Sander con algo de enojo, después le arrebato la tableta de la mano y la metió de nuevo al bolso.                                         —Me equivoque. —Dijo ella.                                         —¿No entiendo que dices? La chica que se iba a ir pero Sander se puso en su camino.         —Déjame pasar Sander, me quiero ir.                                 —No, no sin antes revisarte con un médico. La chica intento pasar por un lado de Sander, pero el estiro sus brazos y la capturo con delicadeza agarrándola de su estómago.                  —Suéltame Sander no me agarres así, no me gusta. Sindy estaba toda encolerizada, el chico que creyó que era distinto a los demás, se estaba comportando como el resto de patanes.             —No primero debemos ir a que te veas con un médico, o si no, no te ayudare con lo de hacerme pasar por tu novio. —Las palabras del chico esta vez fueron más estrictas, no pensaba en ceder.                                                         —No quiero ir a un matasanos, además estoy bien. Sindy buscaba una excusa para salir de la escena.                                                     —Te estas medicando unas pastillas, que Dios sabrá de donde salieron, además te están haciendo daño. Sander cio que la chica estaba más calmada, y la soltó de sus brazos.                 —No me estoy medicando, además si no quieres, le pediré a otro que se haga pasar por mi novio. —Sander soltó una risa sarcástica.                                     —Mira morenita, también se cosas de ti, —Ella frunció el ceño.— así que no me intentes amenazar, al final la única que perderás serás tú. —El tono soberbio de Sander encendió la chispa de la ironía en Sindy.                                                  —Tú tampoco me puedes amenazar. Dijo ella                             —No lo estoy haciendo.                                         —No quiero hablarte —Sindy le aparto la mirada y se cruzó de brazos              Ese puchero digno de un bebe, le pareció lo más agradable del mundo de parte de Su morenita,  tenía que admitir, que enojada, Sindy se veía el triple de bonita.                     —Está bien no lo hagas, pero entonces te cargare hasta el consultorio.                 —No lo harías, no montarías ese numerito.                                 —¿Me estas retando? —Sander puso su más icónica sonrisa.                 
Sindy empezaba a ver como Sander se ponía más pesado con el tema de médico. Unas dos o tres pastillas para el estrés no le iban a hacer nada, en comparación a lo que haría si no las tomara, además los desmayos solo eran por cansancio. Todo se iba a solucionar con algunas horas más de sueño. 
    —Solo es cansancio—respondió ella como excusa para salir de aquella embarazosa situación.                                                         —No, no lo es, son las pastillas, debes verte con el médico, aprovechemos que estamos aquí, y te revisas. —Sindy le dio el beneficio de la duda a Sander, viendo a su alrededor, vio un montón de gente que estaba siendo atendida por los médicos.                                  —Hay demasiada gente y debo hacer arreglos para la tienda, entiéndeme Sander.             —Tu salud es más importante que una tienda.                             —Pero hay mucha gente.                                         —Te acompañare. —Sonaba tentador para la chica.                            —Pero… —intento decir Sindy, pero fue interrumpida por Sander.                    —Ni peros ni peras, tu salud primero. Sander tomo la mano de la chica, y la guio hasta la sala de espera donde estaban los otros pacientes, a esperar para tener una consulta con el médico. Sindy estaba asombrad, se dejó convencer por Sander y además descubrió que tomaba unas pastillas, hasta donde llegaría este hombre. Hasta la luna si él quisiera, no había algo que le impidiera, no hacer lo que el dictara. 
Cruzaron el pasillo y la sala de espera se dejó ver, había cuatro personas por delante de la chica. Algunas bancas estaban libres así que Sander se aprovechó y sentó a la chica en una y en la otra se sentó el. Cruzado de brazos y con la pierna derecha para arriba y para abajo, como si no supiera esperar. Sindy lo miro un par de veces, era lindo, todo lo que estaba haciendo por ella, no lo había echo nadie en el mundo. Ni sus amigas, ni su familia. Y hasta se veía lindo enojado, como si estuviera haciendo un berrinche.  Se veía hasta tierno, pensando en cosas, mientras los otros dos pacientes pasaban a la consulta.  
La chica lo veía y se reía un poco, como una ricilla burlona, pensando en ¿Qué estaría pensando él? Sander la miro y no dudo en preguntar si se estaba burlando de él.                         —¿Te estas burlando mío?                                        —No para nada, solo pienso algo gracioso.                                 —¿Y qué es eso tan gracioso si se puede saber?                            —No lo puedes saber, es cosas de chicas.                             
Eso puso más enojado a Sander, ella estaba pensando algo de él, y no se lo quería decir. Además ¿porque estaba haciendo eso? Si le gustaba Sindy pero tampoco era para tanto. Debía esperarla a que saliera de la consulta y además hacerla más favores, y ella se comportaba tan mal con él. Las casa como son, y él no estaba pintando nada allí, pero ya no la podía dejar sola, había dado su palabra, tenía que cumplir o quedaría como un payaso. 
—¿Y porque debes hacer que alguien se haga pasar por tu novio, es tan importante esa cena para tu familia? Pregunto Sander.                                         —No es por eso, es porque… —Sindy dudo en responder.— Es difícil de responder. Sander inclino la cabeza y frunció el ceño. 
—ay dios, eres demasiado complicada. 
—¿Como que complicada? ¡Explícate! La chica sintió que la estaban insultando, y no dudo en refutar su respuesta.                                                 —lo que quiero decir, es que debes tener un rumbo claro de para dónde vas y donde quiero estar. Sindy dejo de hablar y pensó en la respuesta de Sander. Pasaron el resto de pacientes y ninguno de los dos pronuncios ninguna palabra. Se quedaron entretenidos en cada uno de sus celulares, Sindy viendo algunas publicaciones de moda, mientras que Sander conversaba con su socio. 
Sindy no pudo evitar ver de reojo la conversación tan emocionada  de Sander con su socio, y hasta en un momento pensó, en la enorme posibilidad que le estuviera escribiendo a su novia. Para comprobar si el chico, tenía a una susodicha pareja, tuvo que empezar a espiarlo disimulada mente. Primero puso su  teléfono a un lado de la pierna de Sander, para disimular cuando le mirara. El chico estaba totalmente entretenido en la conversación tanto que se olvidó que estaba con Sindy. Ella vio un poco por encima de hombro del muchacho. 
De reojo pudo ver la inicial de un nombre, con la letra erre <<Rosa —pensó ella— no Rouss… Rebeca>> las calamidades se presentaban en la cabeza de la joven mientras pensaba en esta sospechosa inicial.   El chico se levantó con parsimonia a buscar un vaso de agua,  Sindy se echó para un lado, esperando que él no hubiera visto que le estaba espiando. <<Quien será esa, bueno no es que me importe tanto, pero, no para que me miento, si me interesa, que flacucha  estirada estará detrás del dinero del buen Sander, seguro es una regalada e interesada, que busca sacarle dinero. No eso no se lo voy a permitir a  ninguna bruja>> 
El chico regreso, pero se sentó a espaldas de Sindy. <<Diablos>> pensó la chica en su cabeza. Ahora estaba de espaldas no podía saber lo que estaba escribiendo, y los más importante con quien. Sindy  no se iba a quedar con la sensación de que Sander estaba chateando con alguna Morena explotada, no lo toleraba y entonces puso sus rodillas en la silla, y se encaramo en el asiento. Paso por encima de los anchos hombros del muchacho, ahora podía ver con total libertad. Mas su libertad, duraría poco, pues el doctor Grito: —El siguiente— Sindy se asustó y sin dejar que Sander la viera, se volvió a sentar con normalidad, calándose las miradas de los otros pacientes que la venían con interrogo. 
—Sindy—Dijo Sander por encima de los hombros de la chica.                —¿Qué pasa? Pregunto ella.                                        —Te toca, tienes que verte, con el médico. 
Sindy haciendo caso sin quejarse, agarro su bolso y camino hasta la puerta del consultorio, pensaba en aquella sospechosa inicial. Aunque no se iba a rendir hasta conocer el nombre de la chica, no mejor dicho, la mujerzuela que le intentaba sacar dinero al pequeño Sander. 




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