Entre Tú Stand y El Mío

Capítulo 9

Sindy se levantó de la cama con toda la paciencia del mundo, esperaba que Sander le contestara el teléfono ya había pasado dos días desde que el chico se marchó. Las variables eran discretas aunque no había hablado con nadie más aparte de Nathalia acerca del beso con el chico Vicente, aunque eso no fue un beso con todas las de la ley, más bien era como un rose de labios imperfecto además solo había durado algunos vagos segundos. Pero le había afectado en el momento a hasta hoy le causaba secuelas, no se había encontrado con Vicente desde esa entonces, aunque tuvo que mantener un margen de limites demasiado vertiginoso, entre ellos, nunca coincidir en la cafetería, alejarse si lo veía en el camino, tratar de evitarlo completamente y finalmente jamás encontrarse en las escaleras del centro comercial, todas estas se cumplieron con facilidad, y Sindy se sorprendió que no había ido a visitarla en la tienda. Aunque no le disgustaba eso, mejor que las cosas siguieran así. 
Las cosas se ponían intensas en el centro comercial, todo el mundo estaba hablando de la fiesta de Vicente aunque a Sindy nunca le intereso los chimes de pasillo —a no ser que fueran algunos en donde estuvieran hablando mal de ella, pero solo lo hacía por enterarse que decían suyo— aunque con esta fiesta se estaba volviendo muy popular, los carteles llenaban las vitrinas de los locales y encima los publicaban con colores tan llamativos que la gente se detenía a verlos. Sindy se dio un largo baño en donde pensaba las cosas que habían pasado desde que Sander había llegado a su vida, o mejor dicho al stand de al lado suyo. Las cosas se tornaron algo divertidas como si los años en donde estaba trabajando como una mula hubieran desaparecido. 
El agua llegaba a sus rodillas, y la tina estaba llena, su bello cuerpo mullido quedaba al descubierto, pero siempre que miraba sus piernas y portentosos muslos recordaba aquella trágica escena del pasado que siempre que se quitaba el pantalón revivía y tomaba control de sus pensamientos, paso sus manos por sus piernas masajeándolas con cariño. 
—Por eso es que no debo confiar en ningún hombre.—Musito antes de meterse debajo del agua y sumergirse unos segundos. 
Terminado el baño de remojos en la tina salió de ella y se dirigió a su recamara. Ahí estaban sus jeans vaqueros negros, y una camisa escotada roja, perfecta para ella. Sombreo sus ojos con maquillaje y encima se añadió algo de polvo. Terminado la sesión de belleza se fue directamente al centro comercial. Busco un taxi ya que Mariana no pudo hacerse cargo hoy de llevarla. Llego al centro comercial y subió hasta su stand, donde se puso a ordenar cuentas con algo de rapidez. No tardó más de diez minutos cuando llego Nathalia. 
—Sindy no me lo vas a creer. —Nathalia entro casi gritando. 
—¿Que paso?
—Es algo increíble. No te lo vas a creer. 
—Dime que es Nathalia. 
—El chico Sander, con el cual casi te besabas. —Sindy retorció los ojos y encima siseo para que no siguiera hablando. 
—Idiota no digas eso en voz alta. —Sindy estaba avergonzada. 
—Bueno. Lo que quería decir era que ese chico tiene novia. 
Novia, como que novia, Sander nunca le había dicho que tenía novia, además él era soltero. No creo que estuviera jugando con cosas como esas, menos cuando se había comportado tan bien con ella. 
    —No lo creo.
—Mira. —Nathalia se acercó con su teléfono móvil, hasta que Sindy pudo ver la publicación de una revista muy famosa de Madrid. En el titulo ponía. “Modelo atrapada comiendo perros calientes con su Novio empresario.” Y había una foto de Sander besando a una chica delgada y bonita, en su  defecto una modelo. —Lo vez es el. ¿No? —Sindy no sabía si responder o si ponerse como el mismo demonio del infierno. 
    —Si es él. —Dijo algo desanimada. 
—¿Entonces qué vas a hacer?
—Nada él no es nada mío.
—Pero…
—No Nathalia pero nada. —Sindy termino la conversa. 
Nathalia trato de hablar con ella, pero Sindy se fue al baño quería refrescarse la cara, porque la conversación le había hecho subir el calor corporal. Cuando entro al baño fue directamente al lavamanos ahí intento vomitar, pero tras tres intentos no pudo, el calor en el pecho era muy sofocante, y tenía toda la columna rígida, cansada como si hubiera cargado unas cajas demasiado pesadas. Se mantuvo sentada en el inodoro como por diez minutos en posición fetal, pensando en esa foto. Quiso llorar  pero ella misma se contuvo las ganas de hacerlo, porque sus ojos se pondrían rojos y Nathalia  la descubriría. Se apretaba fuertemente el estómago con los brazos, como tratando de contener la rabia en sus manos. Quería causar algún destrozo pero debía mantener la cordura. Se levantó del inodoro y se lavó la cara con agua fría, para recuperar fuerzas. Y entre todo ese acto musito algunas palabras de reproche contra sí misma. —Ves todos los hombres son iguales—. Dijo antes de salir del baño. Con una sonrisa de hipocresía volvió a la vitrina queriendo terminar el día de trabajo y volver a casa, lo último que quería hacer es ver a Sander. 
Cosa que no pudo hacer, porque alguien la estaba esperando en la puerta de su stand con una sonrisa de punta a punta. Era nada más y nada menos que el chico Sander. Sindy se sintió extraña y su corazón se acelero era efecto de la rabia, pero el chico Sander estaba ahí. Tal vez era lo que le voló la cabeza de su sitio. 
—Sander—Casi gritaba—. Ya llegaste.
—Si Sindy, estas mejor que la última vez.
—Yo los dejare solos. —Nathalia se fue del stand con la cuartada que tenía que ir al gimnasio. 
—¿Sindy como has llevado el tratamiento? —Sindy frunció el ceño. Ya estaba más calmada se pudo integrar a la conversa con totalidad normalidad.
—Si bien. —Estaba siendo lo más cortante posible. Para que se diera cuenta que no quería hablar con él. Pero Sander con ansias seguir la conversa sin mermar la voluntad. 
—Oye no me contestaste hace rato te envié un mensaje al celular. 
—Si.—Ella quito la mirada de Sander y miro al estante a su derecha ahí concentro toda su energía, con la mas mínima, 
—¿Te pasa algo?—Sander empezó a darse cuenta de las indirectas de la chica.
—No, estoy de lo más normal. 
—Pero… 
—No estoy bien en verdad. Solo es que estoy muy ocupada podrías venir luego. —Sander capto la indirecta con total serenidad, estaba convencido que algo le había pasado a su chica, pues la bella mujer radiante de siempre, estaba en amargura.  
—Está bien volveré luego. 
Sander camino hasta la puerta del stand sin la sonrisa que lo acompañaba cuando entro en la casa, la verdad no era lo mismo de haces días, la bella chica que le sonreía y en sus momentos se ponía tierna, con los dedos en su barbilla, se fue resolviendo aquella anécdota inesperada que le aguardaba le día de hoy. Sindy cuando vio que Sander salió disparado por la puerta se sentó en la mecedora que tenía para probar zapatillas a las clientes, ahí descanso su espalda e hizo un quejido muy similar a un gato hambriento, también dio patadas al aire y berrincho durante las próximas horas, estaba decidida. Él era un hombre horrible, se besaba con una modelo, y después sin nada de vergüenza venía a buscarla a ella, como si fuera un plato de segunda mesa.  
Ahora ella estaba decidida a ir a la fiesta de Vicente y aunque no había jugado aquel haz bajo la manga desde hacía tiempo, tendría que usarlo definitivamente. Ahora era su turno de darle celos a Sander. Y para ella usaría a el gerente más musculoso de toda la ciudad, haciendo que el piso cinco del centro comercial estrella, se convirtiera en una batalla a muerte por el amor. Sander regreso a la pequeña oficinilla, donde había dejado la laptop y papeles que llevaba firmado desde hace rato, aquel comportamiento extraño de la chica se había puesto interesante para él. ¿Por qué había cambiado en tan poco tiempo su forma de ser? Entonces Sander abrió la cerradura de su stand y accedió a internet para ver los calzados de la competencia. Y en varios clics se encontró con un chisme de farándula, entonces era el momento perfecto para tomar un descanso, entro en este sitio de farándula—Genero poco frecuentado por el empresario, pensaba que solo era una pérdida de tiempo—. Y entonces vio aquella foto. Enseguida del asombro dejo escapar un nombre de sus labios. —Chulita. 
Entonces se levantó de la silla impactado, se llevó las manos a la cabeza y pateo un par de veces el escritorio como único medio de desahogo. 
—Por eso es que Sindy está enojada conmigo. —Se dijo a él mismo—.Entonces debo tomar medidas.
Sander salió disparado de la tienda y fue directamente a su domicilio trayéndose algo entre manos. 
Sindy  por otra parte se arregló un poco esta vez iría al gimnasio de Vicente para confirmarle la asistencia en solitario para la fiesta. Ahora la chica no estaba siendo racional, aunque Sander le llamaba mucho la atención mostraba ser uno más del montón de hombres, no es que Vicente fuera la excepción pero para darle celos la única opción era él. Entonces de una forma onírica bajo las escaleras de aquel gimnasio, nadie estaba en el cuarto. Solo Vicente haciendo peso con unas mancuernas.  Bajo lentamente las escaleras con el fin de que el hombre se diera cuenta que ella estaba ahí. 
La presencia de la figura fémina hermosa ante los ojos de Vicente se dejó ver, y el tiro las mancuernas al piso haciendo un sonido infernal y después se secó el sudor de la frente, inmediato fue a recibir a Sindy quien bajaba como una miss universo por las escaleras. 
—Hola Sindy que sorpresa tenerte por acá. 
—Si verdad —Sindy respondió con tanta dulzura  que su voz parecía la de otra chica—.Vine a decirte que si asistiré a la fiesta.
—Oh que bueno, ¿y tu novio ira? —Era la pregunta que ella esperaba. 
—No el tendrá que trabajar. Iré sola.
—Okey.—Vicente estaba incomodo, Sindy lo noto a la primera vez, él no la miraba fijamente a los ojos, como si estuviera apenado de algo—. Sindy sabes lo que paso hace dos días. 
—No importa. Que quede como un secreto entre tú y yo. —Sindy giño el ojo derecho con picardía. Ya Vicente suponía todo lo que ella intentaba decir. Sindy subió las escaleras otra vez con una sonrisa macabra, entonces salió del gimnasio y se fue directamente a su stand. Vicente estaba completamente desubicado por el comportamiento de la chica, pero en  fin sin pensarlo mucho se agradeció el que la chica iba a ir a su fiesta que más podría salir bien ese día. Para celebrarlo hizo otra rutina con las mancuernas y después cerro el gimnasio. 
Sindy ya estaba más entretenida y bajo a la cafetería del centro comercial para comer algo. Recordó que en un par de días tendría que buscar los exámenes que se había echo la semana pasada cuando sucedió el desmayo. Vio rápidamente su teléfono, compro algunas cosas en línea para la tienda, y después comió una hamburguesa extra grande. La grasa chorreaba por sus dedos, y la coca cola que había comprado estaba bien fría, tanto que hacia hielo en la bebida. Estaba casi congelada. Sindy miro a su alrededor como de costumbre. Entonces vio una pareja de chicos quienes comían con gusto un helado parecía reír mucho. ¿Qué se contaban? ¿Qué parecía tan divertido? ¿Cómo pasaban el rato? Con su ex solo hablaban de negocios y de cosas de empresas, mas nunca recordaba una conversación extravagante, acerca de las noticias el clima las cosas pequeñas de la vida, o las mascotas, en su defecto de cada uno de ellos. Sindy creyó que en lugar de tener un ex novio era solo un papanatas que le gustaba dejar corazones rotos. Finalmente exhalo con melancolía y siguió comiendo dejándose de distraer. 
—¿Te acompaño? —Sander llego por un lado con una bandeja, Sindy no quería responder ahora lo único que faltaba era eso, Sander detrás de ella. 
—Estoy terminando. —Sander sin escuchar lo que ella dijo, se sentó a un lado. 
—Ya se lo que paso. 
—De que hablas.
—Lo de las noticias.—Sindy fingió no saber nada.
—No sé de lo que me hablas.
—Claro que sí, viste el chisme. 
—No, claro no me interesan esas cosas de modelos y empresarios.
—¿Entonces como sabes que fue una modelo y un empresario?—Sander dio un mordisco gigante a la pedazo de pizza. Sindy quería que se la tragara la tierra, además metía la pata a cada segundo—. Sabes si bese a chulita. —Encima decía el nombre con cariño Sindy sentía como si la estuvieran matando a puñaladas, y que cada puñalada estuviera cargada de dolor. Hasta tal punto el descaro de Sander no tenía límites—. Pero no quería hacerlo. Antes de besarla me recordé de ti. —Sindy sintió algo en el pecho.
—¿De mí? —Pregunto con inocencia.
—Sí. De ti. 
—¿Porque?
—No lo sé, tal vez porque me gustas. O no lo sé tampoco. 
—Creo que no debemos.
—Espera.—Dijo Sander con algo de superioridad—.No he terminado aún. Sé que estuvo mal que besara a chulita —A Sindy le daba rabia escuchar ese nombre—. Pero en realidad quería que fueras tú. —Sindy se quedó callada—.  Además no se puede decir que fue un beso, solo roce sus labios nada más.
—No medes detalles.
—Quiero que lo sepas porque no me gusta que estés tan distante de mí. No me mates así.
—Sander metiste la pata. 
—Si lo sé pero estoy arrepentido. —Sindy vio su cara, tanto su voz como su cuerpo estaban siendo honestos.
—Y quien comprueba el arrepentimiento.
—Yo.
—Y que garantía tengo de que no vuelvas a hacer lo que estabas haciendo. 
—Te lo juro. —Alzo la mano derecha.
—Jurar en vano es pecado.
—No será en vano. Además —El busco en uno de sus bolsillos de su ropa deportiva— te traje esto. —Sindy vio las manos del chico, era unos aretes en forma de una perla, aunque no sabía si era una perla de verdad, el hombre era millonario hasta podía ser una. —Tómalo. Sander estiro la mano hasta poner los aretes en frente de ella. 
—Me estas intentando comprar con esto. 
—No para nada.
—Entonces ¿porque?
—Por qué se me antojo regalártelo 
—No es motivo.
—No debe haber motivo. Tómalo no me dejes con la mano estirada. 
—Sabes que avece eres algo insoportable. —Sander rio. 
—Si tú lo dices. 
La chica se levantó después de tomar los aretes y pretendía despedirse del chico, lo iba a dejar en suspense. 
—No creas que soy una chica fácil. —Ella meneo el dedo índice enfrente de la cara del chico. 
—Lo sé. 
Sindy después de aquella situación algo embarazosa dejo la cafetería y subió al quinto piso. Donde se encontró  con Nathalia en la puerta. Sander se quedó viendo como la chica que más le gustaba se Persia de su vista subiendo al elevador. La situación era incierta, de alguna manera ella le había dado el beneficio de la duda, pero ahora debía hacer algo más, para ganar la confianza que se había derrumbado. 
—¿Entonces te regalo esos aretes?—Nathalia estaba embelesada en los aretes que parecían unas perlas. 
—Si
—Que guay. 
—¡No!
—¿Son perlas? 
—Eso que importa. 
—Mucho.
—No para mí no
—No seas así. 
Sindy no quería ceder en la conversación, estaba decidida que había sido un error el que el chico se haya gastado su dinero en unos aretes que solo dios sabia de donde procedían. Claro no es que estuviera del todo molesta, en el elevador trato de contener aquella sonrisa de quinceañera cuando le compraban un dulce. Mientras subía en el elevador, tenía una cara de felicidad como nunca antes lo había echo. Aunque en el fondo también se guardaba para sí, sus dudas. Y la única duda que tenía era una duda con proporciones de 60-90-60 ósea la modelo llamada chulita.
Entre muchos años de soledad ahora la vida de la chica llegaba alguien que estaba rompiendo la barrera de hielo y cavaba por dentro el hielo y rompía la burbuja que separaba su mente del resto de mortales, y hacia un campamento allí, siendo una expedición que se dirigía a emancipar su corazón. Ahora bien estaba claro que Sander no era como el resto de los hombres, que devoraba a una mujer con la mirada, o tan siquiera ella no lo había visto hacerlo tan siquiera. Era como un pequeño niño que carecía de malicia y ya lo había notado desde que lo había conocido. Pensaba mientras miraba sus libros de contabilidad, se había convertido en muchos, los últimos años había llenado más de siete libros de contabilidad, y su registro de empresa también estaba lleno, al igual que las facturas para clientes y proveedores. 
En las facturas siempre ponía su firma, cosa que siempre hacia mal, por causas de la infancia al poner la ese, la escribía como una seta, entonces en vez de decir, Sindy, Quedaba diciendo Zindy. Un pequeño fallo en su memoria, como los múltiples errores que había cometido en su vida, entre ellos ese chico del pasado, aquel que la había hecho sufrir tanto como el mismo diablo castiga a los hombres malos, cosa que no merecía para aquella entonces. Entonces Sindy hablo con su amiga mientras ella aun estaba embelesada en los aretes. 
—Nathalia te recuerdas de él.
—Te refieres a…
—No menciones el nombre.—Nathalia callo enseguida.
—Si me acuerdo.
—¿Crees que Sander sea así?
—No le sé. Pero Sander ha demostrado ser único. El problema es que no te gusta ser de las chicas que olvidan rápido de algo.
—Es que como me olvido de aquel día —Miro a sus piernas—. Me ha costado todo.
—Pero debes sanar.
—¿Cómo se sana algo tan fuerte?
—Ay mi querida Sindy, todo cuesta en la vida.
—Si pero esto más.
—Si pero siempre he estado a tu lado, nunca dejaría que nada te pasara. Vamos juntas en esto vale. —Nathalia tomo las manos de Sindy apoyándola en cada momento-segundo.
—Si  juntas. 
Las chicas se quedaron sentadas sin decir otra palabra, pero Sindy vacilaba en los miles de pensamientos u recuerdos amargos, aunque era de esperarse para lo que se decía a sí misma. Ahora pensaba que el amor era como una canción, pero en un mundo donde solo había tristeza, o como una bella flor, que crece en el campo de guerra, inefable, o como un pequeño rayo de luz en un vasto pozo, para que servía si su alma estaba sumergida como en una pecera repleta de agua y ella ahogándose en el fondo, sin poder salir, la mima agua de la pecera tomaba forma de gigantescas manos y la atrapaba y jalaba para abajo sin dejarla escapar, luego llenaba sus pulmones de agua pero no moría, solo estaba en el fondo, prisionera, viendo el tiempo pasar, viendo la vida pasar por enfrente de ella, viendo como la luz se volvía oscuridad y luego nada. Era prisionera su alma pero libre su mirada, al final no era nada ilegal soñar. 
Entonces dejo de soñar, porque de la nada apareció Vicente en el stand con una invitación a la fiesta, obvio se había olvidado completamente, maldijo en voz bajita, tan bajita que nadie escucho pero ella sí, la verdad es que se podía poner mal las cosas en un minuto o en segundos. Ahora debía decidir qué hacer con lo de la fiesta, además de que estaba coqueteando con Vicente. Y Sander le había regalado los aretes, cada vez estaba peor la situación. Lo único que podía empeorarla es que el cargamento que venía de china se lo quitaran en la aduana. 
—Vicente. —Dijo ella como si no supiera que él iba a venir. 
—Sí, soy yo. Te traje la invitación.
—Sí.
—no sabía que ibas a venir.
—Te lo dije hace rato.
—¡ah! se me olvido.
—Sí que eres despistada.
—No es solo que estaba ocupada.
—Bueno en fin, aquí está la invitación. —La puso en la mesilla de la recepción. 
—Está bien. 
Vicente iba a decir una frase súbitamente relacionado con el coqueteo de hace rato, pero se lo callo, quien sabe si era por la presencia de Nathalia en la sala, que no estaba prestando atención a nada, porque se entretenía viendo los aretes que parecían mucho a una perla. Solo faltaba que los llevara a una joyería a hacerle pruebas. Vicente sin hacer ninguna otra cosas, se marchó del stand después se encargó de darle forma a sus músculos en una rutina intensa de brazos. Sindy se echó para atrás en la silla y dejo reposar sus hombros en el espaldar del asiento y se llevó los dedos a los ojos, frotándolos. 
—Demonios otra cosa más. ¿Qué voy a hacer?
Nathalia no presto atención, ahora le toma foto a los aretes, cada vez más la obsesión por esos benditos aretes estaba subiendo más, hasta el punto de colgarlo en el Instagram. Sindy para recuperar a su amiga inmersa en las joyas, —que aún no podían comprobar si eran unas joyas e verdad— arrebato la cajita y la guardo en su bolso. Se puso en una posición dominante y hablo con toda la seriedad del mundo. 
—Nathalia debes ayudarme en algo.
—Sí.
—No voy a ir a esa fiesta.
—¡Que!
—Si como lo escuchaste.
—Además debo fingir ser novia de Sander por algunos meses para que mis padres me dejen en paz.
—Esto está cada vez mejor.
—¿Cómo dices?
—Nada.
—Bueno presta atención.
Sindy explicó con detalle el plan para fingir la mejor ruptura ficticia de todas aunque ni siquiera había empezado con Sander. Nathalia no procesaba toda la información pero de repente, pudo ver que las cosas que estaba escuchando se parecían a una novela de misterio. 
Sander por su parte ahora estaba repleto de trabajo, tenía que poner todo su esfuerzo en hacer surgir la tienda, no iba a esperar que su socio le hiciera todo. Empezaría por una campaña publicitaria pequeña para la empresa. Pero cuando estaba viendo aquellos papeles en la mesa, su celular recibió un mensaje. El frunció el ceño, no había quedado con nadie para que estuviera sonando. Enseguida cogió el teléfono y deslizo la pantalla de bloqueo. 
—Hola Sander, soy chulita.
    —Hola chulita. 
—Que haces?
    —Trabajando.
—Oye eres muy trabajador.
    —Bueno no es que tenga tanto tiempo como una modelo.
—Dices que esto es fácil? 
    —No para nada. 
—Entonces?
    —Solo digo que estoy trabajando nada más.
—Las fiestas de pamplona empiezan la próxima semana 
    —Sí.
—Vas a venir?
    —No lo sé.
—Es tu ciudad debes venir.
—te avisare chulita.
—Bueno malote.
—XD
Terminada la conversa Sander regreso a los papeles mientras que se destinaba en volver a hacer alguna que otra campaña publicitaria para beneficiar al negocio, quería también tener una que otra semana de descanso de tanto viajes se había cansado, aunque no era la primera vez que pasaba el año completo viajando y manteniendo ideas para los calzados. Era la profesión de un buen jefe.  Al mismo instante recibió otro mensaje, pensó que era chulita esta vez tendría que ser un poco más duro con la modelo, le estaba quitando tiempo de trabajo.
—Hola Hijo espero que estés bien. Me haría mucho gusto que vinieras con tu novia a las fiestas del pueblo, ya nos tienes olvidados, hace mucho que no te vemos. Te queremos muchos tus padres. 
Sus padres eran los que amenazaban ahora, estaba claro debía ir a la fiesta, solo había un inconveniente, la novia, aunque era novio de Sindy solo por unos meses como una mentira desarrollada pero debía aprovechar sus cartas para jugar en estos campos de guerra. Ahora más que nunca necesitaba hacerse novio de la chica ms bonita del quinto piso. 
 




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