Entre tú y yo

Menos enredos

Capítulo 8

Dominic

No pensé mucho en el comentario que hice esa tarde, cuando ofrecí llevarlas. Fue automático, casi una respuesta al entusiasmo exagerado de Mía y a la risa fácil de Livie. No es que me molestara, pero su energía contrastaba con mi día y con mi humor. Había sido una jornada agotadora en la oficina, y escuchar esa conversación sobre maquillajes, vestidos y fiestas universitarias me recordó lo lejos que me sentía a veces de todo eso. Como si la vida que llevaban fuera otra dimensión. Más ligera. Más simple.

Pero cuando bajaron, listas para salir, me tomó por sorpresa. Livie… se veía distinta. Y no solo por el vestido o el maquillaje, que estaba bien hecho, nada exagerado. Era su expresión. Más segura. Más brillante. Casi como si su energía se hubiese amplificado con la noche. Mía era escandalosa, como siempre, lanzando comentarios y piropos en voz alta. Pero fue Livie la que me hizo detenerme un segundo más de la cuenta.

No dije nada. No soy de los que suelta halagos fáciles, y menos en un contexto donde cualquier palabra podía sonar más cargada de lo que pretendía. Me limité a abrir el auto y dejarlas en la puerta de la casa donde era la fiesta. Ella me sonrió antes de bajar. Una de esas sonrisas pequeñas, sin expectativa, pero reales. Respondí con una inclinación de cabeza, y me fui.

No me detuve a pensar en lo que sentí. Era Livie. La amiga de mi hermana. Joven. Brillante. Y probablemente sin la menor idea de lo que quería todavía. Lo último que necesitaba era complicarme por una sonrisa y una mirada.

Así que hice lo lógico: llamé a Sebs, a Noah, y quedamos en encontrarnos para tomar algo. Era sábado, y a veces me venía bien recordarme que todavía sabía divertirme, aunque mis fines de semana ya no fueran lo que solían ser. Nos encontramos en el mismo bar de siempre, ese que tiene cerveza decente y música que no revienta los tímpanos.

Entre una charla y otra, la noche me llevó hasta Maggie.

No la había visto desde hacía años, pero la reconocí enseguida. El mismo cabello castaño claro, las mismas pecas tenues, y esa forma de hablar que siempre bordeaba el sarcasmo sin llegar a ser ofensivo. Nos saludamos con un abrazo breve, cargado de esos recuerdos medio borrosos del instituto. En su mirada había una mezcla de familiaridad y juego. Me preguntó en qué andaba, y le conté lo básico. Maggie no tardó en reírse y decir que necesitaba que alguien la convenciera de no renunciar a su trabajo para irse a Bali a vivir de clases de yoga.

La conversación fluyó con facilidad. Eso era lo que tenía Maggie. No había tensión ni necesidad de impresionar. Había sido un tonteo, sí, pero con líneas claras. Nunca fuimos más que dos adolescentes que sabían reírse juntos y coquetear un poco sin cruzar la línea. Estar ahí con ella me recordó eso. Lo fácil. Lo ligero.

Y pensé que tal vez era lo que necesitaba. Menos enredos, más de eso. Salir con los chicos más seguido. Recuperar una parte de mí que había dejado colgada entre vuelos, estudios y presentaciones frente al directorio. Maggie sonreía y hacía bromas mientras Sebs se unía a la charla con uno de sus típicos comentarios inapropiados. Me reí. Me sentí cómodo.

No pensé más en Livie esa noche.

O al menos, eso me repetí cada vez que me sorprendía recordando cómo se había visto al subir al auto. Pero era normal, ¿no? Era una chica guapa. Punto.




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