Capítulo 15
Dominic
Nunca pensé que una frase tan directa pudiera sonar tan dulce.
“Quiero que te corras con mi mano.”
No es que me sorprendiera solo por el contenido —aunque lo hizo—, sino por cómo lo dijo Livie. Sin rodeos, pero con esa mezcla suya de curiosidad y nerviosismo.
Y por eso no pude decir que no. Porque en realidad, ¿cómo iba a negarme a ella?
No tenía experiencia, eso fue evidente desde el primer segundo. Sus dedos temblaban un poco, evitaba mirarme a los ojos al principio, y se notaba que estaba repasando en su cabeza cada paso como si fuera una coreografía aprendida a último minuto. Pero eso no le quitó intensidad. Al contrario. Esa vulnerabilidad era lo que más me gustaba de Livie.
Que no fingía saber. Que no jugaba a ser más de lo que era. Que tenía hambre de aprender, de explorar, pero no por impresionar. Sino porque realmente lo deseaba.
Y sí, lo hizo bien. Tan bien que cuando terminó, me quedé unos segundos recostado en la cama pensando si en verdad había pasado. Me miró con orgullo contenido, se rió bajito, y se fue como si me acabara de dejar una pequeña bomba de tiempo en el pecho.
Una bomba que estalló horas después, cuando ya estaba en la fiesta de Leo.
Me gustaban esas reuniones. Eran ruidosas, sí, pero me desconectaban del trabajo, de los pendientes, del caos de los correos que no dejan de entrar. Estaban todos mis amigos: Sebas, Noah, hasta Leo que nunca se emborracha pero siempre trae los mejores tragos. La música estaba alta, el patio lleno, y entre luces tenues apareció Maggie.
Cabello suelto, vestido rojo, sonrisa lista.
Nos conocíamos de antes. Del instituto, de esas etapas donde uno no se toma nada muy en serio pero igual coquetea como si lo fuera. Ella siempre supo moverse entre la atención masculina, y aunque nunca pasó nada realmente grande entre nosotros, sí hubo historia.
—¿Te estás escondiendo de mí o solo haciéndote el interesante? —me dijo acercándose con una copa en la mano.
—Ninguna por su puesto —respondí, sonriendo.
Nos pusimos a bailar. Al principio tranquilos, luego más cerca. Tenía buen ritmo, y sabía cómo tocarte sin tocarte. Se acercaba con esos movimientos sutiles que dejaban claro que estaba interesada. Y yo, por inercia, respondía. Aunque mi cabeza estuviera dividida.
Porque mientras Maggie reía en mi oído, yo tenía el teléfono vibrando en el bolsillo.
Un mensaje de Livie.
Ella me escribía sin buscar mi atención.
Y yo le respondía porque me gustaba lo que tenia para decir.
—¿Estás distraído? —preguntó Maggie, acercando su boca a la mía.
—Un poco. Ha sido una semana larga —dije, dándole un trago largo al vaso.
—Podrías terminarla bien —susurró, dejando que su mano subiera por mi brazo.
No respondí. No porque no pudiera. No porque no quisiera, necesariamente.
Sino porque, por alguna jodida razón, no tenía ganas de ir más allá.
Me quedé un rato más. Bailamos. Reímos. Me distraje. Pero esa noche no terminó con besos furtivos ni cuerpos apurados entre sábanas. Terminó con un último mensaje de Livie antes de dormir:
"¿Te divertiste? Yo me quedé haciendo un ensayo. Buenas noches, Dom no tan buenas para mi :)"
Y me sorprendí sonriendo solo. Como un idiota