Capítulo 17
Dom
No sabía en qué momento había empezado a pensar tanto en ella. Al principio era simple: química, tensión, diversión. Pero últimamente, Livie se me aparecía incluso cuando no estaba cerca.
Lo curioso era que ella no parecía afectada en lo absoluto. Siempre tan tranquila. Tan libre. Como si no importara si me alejaba o si nos veíamos. Y eso... eso me jodía más de lo que quería admitir.
Esa semana decidí marcar distancia. No respondí de inmediato a sus mensajes, no sugerí que nos viéramos. Quería probar si ella haría algo. Si me buscaría. Si notaría mi ausencia.
Pero no lo hizo.
Livie simplemente aceptó la distancia como si no pesara. Como si lo nuestro fuera un juego que podía pausarse en cualquier momento sin que le moviera un solo hilo. No había reclamos. No había indirectas. Nada. Y esa nada fue lo que más ruido hizo.
Me repetí que quizá el problema era que habíamos estado demasiado tiempo juntos. Que confundí costumbre con deseo. Que necesitaba salir con más gente, recuperar el espacio que tenía antes. Así que organicé una reunión en casa. Una de esas como en los viejos tiempos: cervezas, risas, música y amigos por todos lados.
Invité a todo el grupo, incluidos los de la universidad. Maggie estaba en la lista, obviamente. Siempre estaba. y siempre parecía dispuesta a retomarlo cada vez que el clima se prestaba.
La casa se llenó rápido. El volumen subió. Las risas también. Maggie llegó con un vestido ajustado y esa actitud de que el mundo giraba a su alrededor. En algún punto de la noche, se sentó sobre mis piernas, como lo hacía antes. No me molestó. Me dejé llevar, riéndome con los demás.
Y entonces, la puerta se abrió.
Mía entró primero, con Livie justo detrás. Las dos reían, probablemente por alguna anécdota del camino. El cabello de Livie estaba más suelto de lo normal y llevaba un conjunto de short que no había visto antes le quedaba espectacular. Su mirada se paseó por la sala con rapidez, deteniéndose apenas un segundo en donde estaba yo.
Maggie todavía sentada sobre mí.
No hizo ningún gesto. No cambió su expresión. Saludó como si nada y se fue con Mía directo a la habitación, cruzando la sala entre los demás, esquivando cuerpos con esa calma que parecía tan suya.
Pero por dentro… por dentro yo sentí que algo se me revolvía. Porque no supe si fue coincidencia. O si vino sabiendo que esto ocurriría. Porque si lo sabía, entonces estaba jugando. Y si no… entonces estaba más lejos de mí de lo que había imaginado.
Y por primera vez, me pregunté si este juego que empezamos no lo estaba perdiendo yo solo.