Entre tú & yo

Capítulo 4: Los 22 años

No fue la alarma, tampoco fue el ruido de los autos recorriendo las calles. Fueron los fuertes y consecutivos golpes a mi puerta los que lograron traerme del más allá. Me revolví en las sábanas y cerré de nuevo mis ojos como si con eso pudiera alejar el molestoso ruido.

—¿Luisa? —seguido del llamado aparecieron dos golpes más— ¡Abre soy Kitana!

La voz de mi amiga se escuchaba lejos, como si estuviera a kilómetros de mí.

—Uhm…

Con los ojos aún cerrados, salí de la cama y caminé despacio hacia mi sala. De no haber estado somnolienta hubiera estado impresionada por hacer todo el camino con los ojos cerrados, sin tropezarme ni pisar algo. Saqué el seguro y abrí la puerta, encontrándome con un gran globo de helio con forma de torta.

No esperaba esto. Abrí los ojos a tiempo de ver aparecer la radiante sonrisa de mi amiga.

—¡Happy birthday bitch!

El globo y ella entraron para envolverme en un abrazo. Kitana soltaba gritillos en mi oído al mismo tiempo que el globo me propinaba leves golpecitos en la cabeza. Miré el reloj de la sala el cual indicaba que eran las siete de la mañana.

“¡Las siete! Aún es de noche”.

Kitana se separó de mí. Me observaba con las cejas fruncidas.

—¿Luisa? —sacudió mis hombros— ¿Estás drogada?

—N-no.

—¿Si sabes que hoy es tu cumpleaños verdad?

—Sí-í.

—Oh ya sé… —dijo riendo— Estás con cumpleañitis, a todas nos pasa. No es fácil asimilar la vejez. Por cierto ¡Toma! —me tendió el globo— ¡Feliz cumpleaños vejestorio!

Me refregué los ojos y sacudí mi cabeza. Realmente no estaba drogada, era sólo que usualmente comenzaba a funcionar a partir de las nueve o diez de la mañana. No antes, no era una chica madrugadora.

—Gracias… —bostecé— ¿Qué haces aquí tan temprano?

Cerré la puerta y amarré mi globo a uno de los muebles.

—Quiero desayunar contigo ¡Mira! Traje sánduches y café.

Sonriente Kitana me enseñó la funda con la comida. “Hum… huele delicioso”.

—Que lindo de tu parte —otro bostezo más—. Muchas gracias.

Me acerqué a abrazarla. Kitana era la mejor a pesar de que me levantara en horas de la madrugada.

—No es nada Luisa —movió sus hombros—. ¿Luisa? ¿Te dormiste en mi hombro?

—Eres muy acolchonada… —murmuré adormilada.

—¡Ve a bañarte! Quizá el agua fría te despierte —me separó de ella, dándome golpecitos en los cachetes— ¡Báñate y ponte algo bonito! Hoy saldremos —dicho esto, soltó un gritillo. Kitana estaba más emocionada que yo.

—¿Saldremos?

—Oh sí. Te pongo la correa y partimos.

—¿A dónde vamos?

—A comprar las cosas para la fiesta, ya hablé c…

—¡¿Qué fiesta?!

Kitana me miraba fijamente con la boca abierta para responder, pero en lugar de hablar me dedicó una enorme sonrisa burlona.

—Mira ya te has despabilado… —dijo riendo— El sábado, es decir dentro de tres días, haremos una fiesta por tu cumpleaños ¡Pero déjame terminar! —cerré la boca, tragándome la queja— La haremos aquí en tu departamento y ya he invitado a nuestros amigos e incluso lo invité a tu amigo… ese el que tiene cara de bobo.

—¿Jason?

—Ese mismo.

—Pero…

—¡Shh! Al baño ¡Ahora!

—Kitana yo no quiero una fiesta.

—Pues igual la tendrás.

—No gracias.

—¿Recuerdas a la Teniente Córdova?

La miré confundida, inclinando mi cabeza al igual que un perrito ¿Qué tenía ella que ver aquí? De repente, una idea loca apareció en mi adormilada mente.

—No me digas que la invitaste.

Se carcajeó.

—Claro que no. Recuerda lo maldita que era con nosotras —dejó de sonreír. De repente me miró fijamente—. Así de maldita puedo ser yo si ¡No entras ya a ese baño y te arreglas! ¡Mueva ese viejo culo, recluta!

No sabía si reír o pegarle con el globo.

¡Una fiesta! ¿Estaba loca? Sabía que no me gustaban ¡Ahg, Kitana! Dejé caer los hombros y di media vuelta, marchando hacia el baño.

Este día sería intenso.

***

Justo hoy miércoles el centro comercial estaba de promoción. ¡20% de descuento en todas las tiendas! ¡Blah! Eso no nos hacía ahorrar, solo lograba enloquecer a las personas y que éstas se tornaran agresivas.

¡Sí, agresivas! Faltaba que gruñeran si quieres tomar algo que ellos también deseaban comprar.

Kitana había dicho que “el descuento era por mi cumpleaños” y “que lo disfrutara y dejara la cara de mono amargado”. Y sí, estaba amargada cual pepinillo ¡Vaya actitud en mi cumpleaños! Pero es que…




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