Entre tú & yo

Capítulo 13: Omisión

Para cuando terminé mi primera semana de trabajo ya comenzaba agosto y, junto al mes, también iniciaba el frío. Podía decirse que me gustaba este mes, pues el frío me permitía usar todos los abrigos que pasaban olvidados en una esquina del armario por el resto del año. Me hubiera gustado traer uno de esos abrigos al trabajo.

Cuando el reloj marca las 5:20pm me levanto de mi escritorio y tomo mi pequeño bolso. Mi hora de salida es a las cinco en punto, pero pienso que quedarme unos minutos más por aquí se ve bien ante mi jefe.

No es lambonería, es sólo… Dedicación, sí, eso.

- ¡Hasta el lunes Don Ramón!

Al señor Ramón terminó por gustarle el “Don”.

- Adiós Luisa.

Me despido de algunos compañeros y camino hacia el ascensor.

¡Vaya que tengo hambre! No he comido desde el almuerzo, otro error mío, debí comprar unas galletas o un yogurt…

- ¡Hola! Luisa ¿Verdad?

Estaba distraída pensando en comida que no noté que Daniela había entrado en el ascensor. Ella es del área de contabilidad y nos habíamos topado varias veces en la fila del almuerzo.

- Hola – Digo sonriendo – Sí, ese es mi nombre.

- Eres la nueva.

- También me puedes llamar así.

Cuando Daniela ríe por mi comentario, noto sus dientes recientemente blanqueados. Ha de extrañar beber café…

- ¿Cómo ha sido tu primera semana aquí?

- Bien – Callo por unos segundos, considerando que mi respuesta es muy seca – Me gusta aquí.

“¿Me gusta aquí?” ¡Pero qué! Hablo como una niña de guardería.

- Todos son muy amables – Continúo – Y el edificio es muy bonito.

- También te gustaron las tijeras de podar gigantes de la entrada ¿Verdad?

Ambas reímos.

Un timbre nos avisa que hemos llegado a planta baja. Daniela y yo salimos, acompañadas del tac tac de nuestros tacos.

- Hasta el lunes Luisa.

- Adiós Daniela.

La veo alejarse en dirección a la garita en donde están reunidos varias personas que, al notar a Daniela, le gritan saludos. Por sus ropas pienso que también son empleados de greenlife, puede que se hayan reunido para ir a beber o comer algo por ser viernes.

Camino en sentido contrario a Daniela, hacia el parqueadero. Los fríos vientos comienzan a aparecer, entrando hasta a mis huesos. El sonido de un pito hace que levanta la mirada. El sonido se repite. Volteo el rostro y encuentro a la camioneta de Max estacionada unos metros detrás de mí.

- ¡Hola guapo! – Sonrío al tiempo que troto hacia él - ¿Tienes novia?

A veces me da por jugar, lo bueno es que Max me sigue la corriente; bueno, la mayoría de las veces, porque cuando mis juegos son demasiado infantiles opta por sólo sonreírme, pero no acompañarme en mi chiquillada.

Cuando estoy a su lado, paso mis brazos por sus hombros.

- Sí, sí tengo – Baja un poco la cabeza hasta que su boca está cerca de mi oreja – Y la quiero demasiado.

- ¡Qué suertuda la maldita!

Reímos.

- Lo es. – Contesta y me regala esa sonrisa suya de suficiencia.

- Fanfarrón… - Me acerco a su boca, pero antes de besarlo, debo decir la verdad: - Un guapo fanfarrón.

Al besarlo, me contengo un poco. Por muy enamorada que esté, siempre seré consciente del lugar en donde nos encontremos. No quiero que mis nuevos compañeros de trabajo me observen intercambiar besos con Max.

- ¿Cómo te fue hoy? – Pregunta.

Abre la puerta para mí y, de un certero salto, entro al auto.

- Normal, no me despidieron. Aún.

- Me alegra oír eso.

Rodea el auto y entra.

- ¿Qué tal tu día? ¿Qué hiciste hoy?

- Pues… - Sale del parqueadero y lentamente lleva el auto hacia las garitas de salida – Me ejercité y salí con Alfredo y James. ¿De qué tienes ganas de comer?

Nos decidimos por ordenar comida china y comerla en mi departamento. Ninguno de los dos quiere ir a un restaurante, yo estoy un poco cansada de estar casi todo el día fuera y añoro mi pequeña casa y, por supuesto, añoro su compañía.

Extrañaré esto, nuestras salidas, tenerlo conmigo todo el tiempo y, sobre todo, extrañaré lo bien que me siento a su lado.

Suelto un suspiro. Estoy consciente de lo que hago, actúo como cuando sabes que algo está por terminar y sólo decides ignorarlo.

- ¿Comerás todo? – Le dirijo una mirada acusatoria – No quiero que tires las partes que no comas por tu dieta.

- Comeré todo.

- Bueno. – Giro a apreciar su perfil mientras conduce. - ¿Te parece si mañana vamos a tu depa?

Se limita a asentir. Max no está hablador hoy.




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