Entre tú & yo

Capítulo 26: Mi problema y yo

Había pasado una semana desde que Taylor apareció en mi puerta y en esos siete días me había perdido a mi misma en el espiral otra vez. Sentía que había regresado al inicio, que el momento cuando él y yo terminamos se repetía… El dolor de ese momento volvió con más fuerza.

No me había dado cuenta de que albergaba la esperanza de volver con… pero aquello murió ese día cuando Taylor me dijo que él ya… no…

Tomé aire, reteniendo las ganas de llorar, y me crucé de brazos con la mirada perdida en el negro del café. Miré a mi alrededor deteniéndome dos segundos en los rostros de las personas. Estaba alerta por si alguna de las miradas de esos extraños estaba puesta en mí o si se comportaban de forma sospechosa.

No terminaba de comprender el por qué. ¿Por qué él me dejaría desprotegida? Si desde que pasó el secuestro se volvió más precavido y sobreprotector conmigo. ¿Sería acaso que… estaría tan… enojado conmigo por lo que hice? ¿Me dejaría a mi suerte como… una venganza?

Suelto el aire de manera brusca mientras sacudo la cabeza.

No. La idea de él siendo vengativo conmigo… ¡es ridícula! No, no es por eso. Creo conocerlo lo suficiente como para estar completamente segura.

Entonces…

Me inclino a pensar que lo hizo por… ¿mi bien? O una mejor forma de decirlo sería que lo hizo con el fin de respetar mi vida. Yo misma le había dicho que necesitaba esta separación para sentirme mejor (aunque no me esté funcionando para nada) por lo tanto, es comprensible que él quisiera alejarse, de todas las maneras posibles, de mí y darme mi espacio. Además, si él consideraba que era seguro para mí vivir sin el cuidado de Taylor, era por algo.

Sin embargo, ahora que sabía que nadie vigilaba mis pasos ni me seguía, estaba intranquila. Estos últimos días me había encerrado en mi departamento, incluso había faltado ciertos días al trabajo alegando otra gripe o una caída por las escaleras inexistentes en mi departamento. Don Ramón no estaba feliz con eso y me lo hacía saber en las llamadas; pero no me importaba, yo no quería salir. Las compras, los pagos y los trámites los hacía por internet. El único freno que impedía que enloqueciera era mi anillo, si algo me pasaba... él lo sabría.

Hoy estaba rompiendo el protocolo de refugiarme en casa. Con muchos nervios, salí de mi depa y me dirigí aquí, al centro comercial. Había acordado desayunar con Andrea en aquellos días cuando más quería salir de mi hogar.

Y pensando en ella, la veo a través de los cristales de la cafetería. Camina deprisa con una cartera enorme que rebota bajo su brazo. Me localiza al instante y se acerca a mi mesa con una amplia sonrisa. Verla me tranquiliza un poco.

- ¡Luisa!

- Hola Andrea.

Me abraza fuerte dejándome sin aire por un momento. Toma asiento halándome del brazo para sentarme también.

- Me da mucha alegría verte y estoy feliz por nuestra salida, hace mucho tiempo que no salía de casa – Deja su pesado bolso en la silla a su lado y me mira con expresión cansada -. He estado metida de cabeza en la universidad ¿Cómo has estado tú?

Bebo un sorbo de mi café mientras le hago señas a la camarera para que se acerque.

- Bien – contesto -. El trabajo va… bien.

- Luces cansada ¿Es demasiado temprano? – sonríe nerviosa – Propuse esta hora para vernos porque más tarde tengo clases.

- No, no te preocupes – Contesto con una sonrisa -. Es que no he dormido bien – me encojo de hombros, restándole importancia.

La joven camarera llega a nosotras. Me demoro más de lo usual al leer el menú. No tengo mucho apetito, incluso creo que he quedado satisfecha con el café. No obstante, ordeno otro junto a una tostada.

Andrea me observa en silencio y cuando ve que la he descubierto, me sonríe.

- ¿Y qué estudias?

- Psicología – responde con una sonrisa. Oh, eso podría explicar el porqué de sus miradas -. Estoy comenzando mi segundo año.

- ¿Por qué elegiste psicología?

Su sonrisa se vuelve apenada por un momento. Desde ya sé que su respuesta será algo relacionado con su vida.

- Luego de lo que pasó… bueno, lo que ambas pasamos yo… - Bajo la mirada hacia sus manos. Sus dedos estrujan la servilleta – Yo quise entender… cómo los psicólogos nos ayudaron tanto y quiero ayudar a otros también ¿me entiendes? Pensaba que para mí sería imposible olvidar lo que… ese hombre me… me hizo, pero sorprendentemente fue así. Es así.

Finalmente, Andrea levanta la cabeza y me observa. Su sonrisa vuelve a ser natural. Yo no sé qué responder, me siento… apenada al recordar lo que le pasó. La primera vez que la vi Andrea estaba encorvada en una esquina de esa sucia fábrica, lloraba y se abraza a sí.

- Los psicólogos no sólo me ayudaron a mí, también ayudaron a Eduardo. Cuando él se enteró de… eso, se sintió directamente responsable y la culpa que sentía era tanta que él comenzó a cambiar conmigo – Chasquea la lengua y me observa –. Su actuar hizo que me enojara más y por eso nos distanciamos.

Al escuchar cómo el secuestro afectó no solo a nosotros sino también a los agentes, no puedo evitar pensar en Chris. Si para Eduardo y Max fue difícil sobrellevar el hecho de que sus seres queridos fueron lastimados, no puedo tan siquiera imaginar la culpa que sintió Chris al saber que Sara Simpson murió…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.