Entre tú & yo

Capítulo 27: Emocionalmente perdida

No estaba del todo segura si esto iba a funcionar.

Estúpidamente había esperado encontrarme en el sillón del consultorio, escuchando la curiosa selección de música de la psicóloga y quizá tocando las hojas del bonsái que recordaba Olivia tenía; pero en lugar de eso me hallaba sentada en una de las sillas de mi comedor, con la espalda comenzando a dolerme y mis ojos un poco mareados por estar viendo la pantalla de la laptop por largo rato mientras dudaba acerca de la efectividad de esta terapia.

Para sorpresa mía, había recibido un correo de respuesta por parte de la psicóloga en menos tiempo del que había imaginado. Olivia había accedido a atenderme, pero las sesiones serían vía Skype debido a la obvia distancia en la que nos encontrábamos. Ella estaba trabajando en la sede de la ASN en Estados Unidos por lo que ella no podía viajar para darme una sesión en persona y, claro está; yo tampoco podía viajar hacia ella y, en caso de que tuviera el suficiente dinero para ir y venir en repetidas ocasiones, por nada del mundo me permitirían ingresar a la agencia.

Y esto del Skype… me aterra. Nunca lo había usado antes, sin embargo ¡Aquí estoy! sentada frente a la pantalla esperando a la psicóloga. Cuando apareció el sonido de la llamada, me convertí en una abuela quien usa por primera vez el control del televisor. Luego de varios minutos logro contestar. Una agradable emoción que no sentía desde hace mucho me invade al verla en la pantalla. Su cabellera rubia resalta en la pared blanca que tiene a su espalda.

- ¿Hola? ¡Luisa! Qué gusto verte de nuevo ¿puedes escucharme?

Suena como si la estuviera aquí, en mi país, en mi propia sala. Me sorprende el sentirme tranquila y acogida por ella como cuando estaba en la sede recibiendo tratamiento.

- Doctora Olivia… - contesto sonriente – el gusto es mío. Creía que no sería posible contactar con usted.

Al escucharme, su cara cambia mostrándose ahora intrigada.

- Ahora que lo mencionas, tu correo me sorprendió bastante ¿de dónde has obtenido el mío?

Oh…

- Un amigo lo consiguió por mí – La mirada confundida de la doctora me pone nerviosa así que cambio de tema ­-. Me refería a la agencia – continúo - creía que no le permitirían contactar conmigo otra vez.

- ¡Oh! La ASN… - Vuelve a sonreír – Usualmente se demoran meses en dar la aprobación ante casos así, pero esta vez no. Pienso que esta excepción se debe a ti. Entre la agencia y tú hay un documento de no divulgación y lo que más anhela la agencia es que lo cumplas y, si para eso necesitas ayuda psicológica, entonces la agencia lo aprobará.

- Que bueno es oír eso… - La miro por unos segundos, sintiendo cómo poco a poco mi sonrisa se forma – No sabía cuánto la había extrañado hasta que la veo ahora.

- Siempre es agradable escuchar esas palabras de parte de mis pacientes y, bueno ¿cómo has estado? – Pregunta con su perfecta sonrisa.

Olivia y yo nos tomamos algunos minutos para ponernos al día. Me pregunta sobre mis estudios y se alegra al enterarse de mi graduación y qué decir de su reacción cuando le conté acerca de mi empleo. Por su parte, Olivia me platica que ha estado bien en general, que se ha inclinado por seguir una dieta y ya ha perdido algunos kilos. Al escuchar aquello, me fijo en su apariencia. Es recién entonces que noto su cara un poco más delgada y a su blazer color crema quedarle flojo y no ajustado como recordaba.

Todo iba bien hasta que a Olivia se le ocurrió preguntar por él. Intenté controlar mi expresión, pero a la final desistí. Ocultar mis reacciones a Olivia no ayudaría a la sesión, por lo que sólo respondí que se encontraba en Australia desde hace varios meses.

- Te veo bien Luisa, muy bien.

La miré con el ceño fruncido ¿Me ve “bien”? Andrea notó al instante que andaba algo mal con sólo verme, no puedo creer que Olivia diga eso siendo ella la verdadera psicóloga… por lo que llego a creer que Olivia me miente. Quizá lo dice para sacarme las palabras…

- No, no lo estoy. Me ve así, pero… no sabe lo que siento – Levanto la mirada al techo, soltando una risa nerviosa -. Bueno, no lo sabe aún.

- ¿Y qué es lo que sientes Luisa? ¿Cuál es la razón por la que tenemos esta sesión?

Entrelacé mis dedos y los estrujé. Apareció la sensación de hormiguitas caminando por mis brazos con lo cual sólo me ponía más inquieta.

Con total seguridad podía decir que en este momento iniciaba la terapia.

- Pues… - comencé, pero mi mente se enredó.

¿Cuál era mi problema? ¿Con qué comienzo? ¿Debería contarle sobre el regreso de mi miedo a la oscuridad? ¿O sobre las pesadillas que tuve por octubre? Aunque aquel período paranoico fue como una tos pasajera…

- ¿Te sientes bien?

Enfoqué mis ojos en la pantalla. Negué en silencio.

- No me siento yo – Contesto –. Hago cosas que yo no… Incluso mis pensamientos son… ¡Noto mi cambio! Y no me gusta para nada.

- ¿Ese es el problema? ¿Que sientes que has cambiado?

- Es uno de los problemas - aclaré.




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