Entre tú & yo

Capítulo 29: Cuanto antes lo asumas mejor

Esta era la cuarta sesión que tenía con Olivia. Los nervios que había sentido el primer día hoy ya no estaban conmigo. Me encontraba tranquila mientras esperaba a que la psicóloga se conectara, pero a pesar de que mi corazón no palpitaba acelerado, mi mente no estaba tan calmada. Hoy Olivia me diría lo que tenía o al menos eso esperaba yo.

Salí de mis pensamientos cuando el ladrido del perro se escuchó por mi sala. Miré hacia mis pies y lo encontré olisqueando mis sandalias. Para suerte del pequeño can, la fundación a la que planeaba enviarlo no contestaba mis llamadas y sobre la finca… Aquel lugar quedaba demasiado lejos, pagaría una fortuna sólo en transporte.

Así que…

Aquí estaba, aún conmigo, y en la primera semana de convivencia el perrito no había sido para nada un buen compañero de cuarto. Siendo tan pequeño pudo mordisquear un sostén que, mi yo descuidada, había dejado en el piso de mi cuarto y justo en este momento estaba mordisqueando parte de mi sandalia. Estaba a punto de levantarme e ir a la cocina por comida para entretenerlo cuando Olivia se conectó y su rostro apareció frente a mí.

- Buenas noches Olivia.

- ¿Qué tal Luisa? ¿Cómo ha sido tu semana?

A Olivia le gustaba comenzar las sesiones con una banal charla sobre lo que hice. Me había percatado que siempre preguntaba qué había hecho, con quién, cómo me había sentido en cierto día o qué cuáles habían sido mis pensamientos ante cierta situación.

- ¿Has pensado en el agente Max?

La miraría extrañada de no ser porque ya estaba acostumbrada a que me preguntara lo mismo.

- No – Arrugué el entrecejo, cayendo en cuenta de que realmente no había pensado en él en esta semana.

Y eso se debía al cachorro. Había estado tan ensimismada en cuidarlo y buscarle un lugar que no había tenido tiempo de pensar en nada más, de hecho, ni siquiera había tenido caídas en el espiral. Este cachorro era una buena distracción.

- ¿Cómo está tu perrito?

- No es mi perrito – contesté sonriendo aún mirando al animal -. Ya le encontraré un hogar.

- Me dijiste lo mismo la sesión pasada – la escucho reír -. Apuesto a que terminarás adoptándolo.

Alcé al perrito y se lo enseñé a través de la cámara. Olivia había sido la única persona que no había saltado ni mostrado una mueca al verlo, todo lo contrario, su reacción fue tierna. Luego de unos minutos, dejé al animal en el suelo y me recargué en la mesa, fijando la mirada en la psicóloga.

- Entonces… - Me aclaro la garganta. Es hora de saber la verdad - ¿Qué cree usted que tengo?

- Creo que hemos hablado lo suficiente como para que yo pueda darte un diagnóstico – La veo quitarse los lentes y doblarlos lentamente -. Espero que aún recuerdes las sesiones que teníamos en los jardines de la ASN.

- Claro que sí – Me apoyé en el respaldo de la silla y me crucé de brazos. Sabía a qué sesión en específico Olivia se refería -. ¿Por qué lo pregunta?

- Porque tu problema no es nuevo, ha estado contigo desde hace más tiempo de lo que crees. En una de las sesiones que tuvimos en Estados Unidos, te hablé sobre la forma cómo ves a Max.

Aguardé a que continuara, sin embargo, no la escuché por los siguientes segundos. Levanto la mirada del teclado y me encuentro su mirada puesta en mí. Olivia me observa sin ninguna expresión clara en su rostro.

- Como algo seguro… - murmuro. Los ojos azules de la psicóloga me incitan a hablar más – Lo veía como protección.

- En ese entonces te advertí que podías volverte dependiente de él – La escucho suspirar -. Me inclino a pensar que eso te está ocurriendo.

La observé sin dar crédito.

- ¿Cómo?… yo ¿Dependiente de Max? No – Dije al mismo tiempo que negaba con un movimiento de cabeza – No, no, no lo soy. Yo tengo mi propio empleo, mi dinero…

- No necesariamente me refiero a una dependencia de tipo material o económico, es puramente emocional.

¿Se podía… depender de… emociones? ¿Depender sentimentalmente de otra persona? ¿eso siquiera existía?

- Escúchame Luisa, no estoy completamente segura del diagnóstico. Te he evaluado y no encajas del todo con el perfil de un dependiente emocional y

- ¿Soy una dependiente emocional?

- No, o dicho de una mejor forma, todavía no – Con su respuesta Olivia sólo consiguió confundirme más y eso debió ser evidente porque se apresuró a hablar -. La dependencia emocional es un trastorno de la personalidad tan frecuente como desconocida… - Sus gestos se vuelven cautelosos al igual que el tono de su voz – Se caracteriza principalmente porque el paciente tiene baja o muy baja autoestima y la falta de amor propio lo lleva a buscar el amor y la aprobación de otro individuo a quien lo ve como alguien fuerte, seguro… entre otras características.

- No… - Susurré – No – repetí, esta vez con una voz más alta y cargada de necedad -. Debe ser otra cosa… Yo… quizá estoy deprimida o… estresada por el trabajo, la...




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