Entre tú & yo

Capítulo 37: Sesenta días

NARRADOR EXTERNO

- ¿Regresaste con Arturo? Pensé que ya no querías nada con él.

- Y así era. No quería ni verlo, pero… - responde encogiéndose de hombros con un brillo nuevo en sus ojos – del odio al amor hay un solo paso.

Luisa esperaba que su amiga recordara esa frase y la aplicara cuando le dijera que había regresado con Max porque desde que ellos habían terminado la relación, Kitana sentía cierto fastidio hacia él, hasta podía ser que lo odiaba un poco. Ya había pasado un poco más de tres semanas desde que Luisa regresó de Camberra y aún no había reunido el coraje para confesárselo a Kitana.

- ¿Me dijiste pimiento o pepino?

- Pepino – respondió mientras escogía los mejores tomates.

Recientemente Luisa había descubierto una calle en donde todos los sábados y domingos, agricultores se reunían para vender productos totalmente orgánicos y lo más importante económicos. Ella sabía que estaba exagerando con respecto al dinero. No estaba en quiebra ni cerca de ello, pero el viajecito sorpresa le había costado cifras de tres números de la cuenta bancaria y ahora Luisa se había convertido en una rata miserable que se lo piensa dos veces antes de endeudarse en una blusa de catálogo o un pepino de más.

- ¡Mira Luisa!

Cruzó la calle, vigilando cada paso, con cuidado de no resbalar. Había llovido toda la noche y el pavimento estaba resbaloso.

Kitana sostenía en el aire una pelotita verde que al apretarla emitía un chirrido.

- Cómpralo, para Sultán.

- Ya tiene muchos juguetes – tomó la pelotita y abrió desmesuradamente los ojos al ver el precio “¿Es que estaba hecha de oro?” pensó. Espantada, lo devolvió al vendedor -, además mi perro daña sus juguetes, no le duran ni siquiera una semana.

- Lo extraño, incluso mi madre ¿puedes creerlo? ¡Ya sé! ven a cenar esta noche – abrió un poco la boca cuando se le ocurrió una idea -. ¡Ah! Trae ese paté de atún que haces, te queda riquísimo.

- Hecho.

- Invitaré a Arturo también – sonrió, haciendo aparecer pequeñas arrugas alrededor de sus ojos -. Para que lo conozcas.

- Pero si ya lo conozco. Fui yo quien lo agregó a Facebook sólo para que tú pudieras espiarlo desde mi cuenta ¿recuerdas?

Continuaron calle abajo mirando las perchas y comprando más verdura. ¡Oh! Dos atunes por el precio de uno ¡Perfecto! Luisa compró cuatro.

- Entonces lo conocerás otra vez – respondió riendo. De pronto se colocó frente a Luisa y caminó hacia atrás ¿Cómo ella podía arriesgar su vida así cuando el pavimento estaba tan resbaloso? – Tiene un amigo muy guapo, lo conoce del trabajo, es soltero y…

- No quiero saber, gracias.

Luisa se hizo a un lado, pero Kitana la siguió.

- Es acuario, extrovertido, odia a los niños igual que tú y prefiere los perros, y como un plus él es ¡muy divertido! Ya he hablado un par de veces…

- Ya sé lo que dirás – suspiró dramáticamente -. Ahora dirás que él y yo somos compatibles.

- ¡Lo son! – pasó su brazo por los delgados hombros de la chica – Christian y tú podrían ser una buena pareja y sustento mi hipótesis en el horóscopo del periódico. Sus signos zodiacales coinciden.

Luisa rio con ganas.

- ¿Desde cuándo lees el horóscopo?

- Desde que en la empresa donde trabajo se cayera la antena del internet. Ahora durante el almuerzo leo esta cosa llamada periódico, descubrí que es interesante. Es como un celular, pero no hay que cargarlo.

Las dos rieron aún abrazadas. Comenzamos a caminar coordinadas como solían hacer en los pasillos de la universidad.

- ¿Qué dirá el mío hoy? – preguntó.

- Averigüémoslo.

Se acercaron a una señora de cabello tinturado quien estaba sentada junto a un mostrador. Kitana compró un periódico y pasó las páginas tan deprisa hasta que se detuvo en una en específico. Se aclaró la garganta y leyó:

- Alégrate Leo, se vienen tiempos buenos… - hizo gestos en el aire, como si estuviera leyendo una bola de cristal y eso hizo que Luisa riera más – Estate preparada porque todo lo que has deseado pronto llegará, saliste del agujero para respirar el aire que necesitabas y préstale atención a tu loca amiga escorpio, ella sabe lo que te conviene chica Leo y dale una oportunidad a Christian.

- Eso no es lo que dice, lo estás inventando.

- Ah y tus números de la suerte son el dos y el once.

- De acuerdo Kitana, creo que deberías dejar de leer esas cosas.

- ¿Por qué? ¡es divertido!

- Conociéndote, mañana empezarás a leer las cartas.

- ¿Crees que pueda?

La idea quedó sembrada en su fértil cabeza.

- Vamos niña gema, tengo que ir a casa y darle el desayuno a Sultán.

- ¡Niña gema! ¡Me encanta! Oh, espera – Por inercia Luisa le hizo caso, permaneció parada a su lado cargando las bolsas. Kitana estaba con los cerrados y fruncidos, con una mano puesta en su frente -. Estoy recibiendo un mensaje, Saturno y Neptuno están alineados.




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