En la vastedad del tiempo y el espacio
se desvanecen las huellas de un amor perdido,
como hojas que el viento arrastra sin solaz,
en el eterno ciclo de lo efímero y lo ido.
La pérdida es un eco que resuena en el alma,
un vacío que se expande como un océano sin orillas,
es la sombra que se cierne sobre la calma,
y el eco lejano de risas ya desvanecidas.
En el abrazo de la pérdida encontramos duelo,
un lamento que se eleva hacia el cielo estrellado,
pero también hallamos en su sombrío anhelo,
la fuerza para seguir, con paso firme y decidid
Aunque la pérdida nos hiera como una espina afilada,
nos recuerda la fragilidad y la belleza del instante,
y en su doloroso susurro, encontramos la mirada,
que nos impulsa a valorar cada momento vibrante.
Así, en la danza eterna del amor y la pérdida,
aprendemos a abrazar la belleza efímera de la vida.
Si te gustó, ya sabes que hacer .
Un beso enorme.