Baje a la habitación de mí, madre; ahí estaba ella con el vestido de novia...
Juliana: Guao, te vez hermosa.
Marzia: en serio, es un alago que venga de mi hija.
Juliana: Me recuerda a la foto que tienes del día de tu boda con mi padre.
Marzia: A sí.
Mi madre se volteó al espejo y un silencio abundaba en la habitación. En eso entró la mejor amiga de mi madre.
Sol: Se está haciendo tarde; el novio ya está en el altar.
Mi madre bajó por las escaleras rápidamente y yo iba agarrándole la cola del vestido para que no se encubriera de polvo.
Al llegar a la iglesia las campanas sonaron y mi madre entró. Le di la cola a mi sobrina para que acompañara a mi madre hasta el altar.
Me senté en el asiento donde estaba Daniel, ya que era el lugar reservado para los 2.
Daniel: ¡Qué lindo que nuestros padres vayan a ser felices, verdad!
Daniel me miró y le respondí.
Juliana: No creo que una mujer o hombre ocupe ser feliz solo por casarse; soy de las personas que piensan que la felicidad se la puede dar uno solo.
Daniel: bueno, yo no lo creo; mi padre lleva soltero desde que mi madre murió en labor de parto...
Juliana: Mira, no estoy aquí para que me cuentes tu vida; no es mi problema.
Daniel me miró y me dijo con una risa y lágrimas en los ojos:
Daniel: Que piensas que eres la única que sufre. Tú conociste a tu queridísimo padre. Yo no conocí a mi madre. Ella murió solo por tenerme a mí y sé que mi padre me culpa por eso, ya que tuvieron la decisión de salvarme a mí o a mi madre y ella decidió salvarme a mí, pero no ando haciendo berirnches por eso.
Sentí un deseo de impotencia. Daniel dijo eso y se guardó su sufrimiento. Lo dijo con tanta fuerza que me sentí culpable, pero me gané el coraje y aguardé todo mi rencor si no le hubiese respondido: "Por lo menos tu padre no se está casando con el asesino de tu madre".
Juliana: tienes razón, fui una tonta, no soy la única que sufre, hay personas que ven. A su madre o padre casarse con la persona que mató a su pareja, y no pueden hacer nada, pero lo nuestro fue un accidente y tenemos que superarlo.
Daniel: exacto, por fin lo entiendes.
Era obvio que había dicho todo eso con sarcasmo...
El padre miró a Jack y le dijo:
Padre: Jack, aceptas a Marzia como tú legitima esposa y juras amarla y protegerla en la enfermedad...
Jack: acepto.
Padre: Y tú, Marzia.
Marzia: acepto.
Padre: si hay alguien que se opone a este matrimonio que hable hoy o cae para siempre.
La iglesia estaba en silencio, cuando de repente "Pum".
Un hombre con una capucha negra, unos guantes negros y su cara tapada estaba en la entrada de la iglesia. Una pistola estaba en sus manos. Todos se asustaron. Cuando, de repente, se escuchó el grito de mi madre...
Marzia: Aaaaaa, Jack, que...
La boca de mi madre temblaba mientras con una mano sostenía la cabeza de Jack y con la otra la herida. La mano que tenía en la herida también estaba temblando. Daniel y los guardaespaldas de Jack salieron tras el hombre, quien tiró el arma en el suelo y salió corriendo.
La ambulancia llegó y se llevaron a Jack. Los guardaespaldas y Daniel todavía no regresaban en el hospital. Mi madre se acercó a mí y agarró mi mano fuertemente.
Juliana: ¿Qué te pasa?
Marzia: si averiguo que tuviste algo que ver con este accidente, te juro que irás a la cárcel; no me importa que seas mi hija.
Juliana: Crees que tú hija es una asesina
Marzia: Si.
Esas palabras dolieron, pero me calmé. En eso entró Daniel, y los guardaespaldas atrás venía José.
Marzia: Atraparon al hombre.
Daniel: No es muy rápido; lo perdimos como en medio segundo.
Marzia: ¿Entonces por qué vienen tarde?
José: Lleve el arma a un laboratorio para que averigüen de quién son las huellas.
Marzia: ¿Y de quién son?
Daniel me miró y con una media sonrisa que solo yo noté, le dijo a mi madre.
Daniel: Las huellas eran de Adrián.
Editado: 18.03.2025