Entrelazados

El hermano mayor

Andreas estaba teniendo un una mañana ajetreada, había llegado a su oficina a las seis de la mañana para ponerse al corriente con los pendientes y su secretaria ya tenía una pequeña montaña de papeles para firmar.

Aunque si algo había aprendido era a poner atención a las cosas por muy apresurado que estuviera y leyó con detenimiento cada uno de los contratos, aprobó los que cumplían los requisitos que siempre pedía y rechazó algunos otros.

Para el medio día su asistente, quien había que decir, era una chica muy atractiva y que desde que inició a trabajar en la empresa de Andreas le había coqueteando "discretamente", fué por los papeles ya firmados y los rechazados los verificó informándole a los responsables los desacuerdos que en él se presentaban.

La única razón por la que Andreas no había despedido a la chica era por qué en el trabajo sabía lo que hacía, cumplía al pie de la letra sus órdenes y era muy rápida para aprender.

Ya entrada la tarde Andreas tomó su chaqueta del perchero y salió con rumbo al hospital dándole un asentimiento de cabeza a su asistente a modo de despedida.

Estando en el ascensor llamó de nuevo a sus hermanos pero ellos seguían sin responder sus llamadas, la situación lo estaba cansando.

Para cuándo llegó al hospital Andreas estaba practicando respiraciones pausadas para calmarse y actuar normal frente a su padre, no quería preocupar al señor Black.

Casi llegando a la habitación de su padre vio a una joven de bata blanca salir de ahí.

-Buenas tardes señorita, ¿cómo se encuentra él?.- Los nervios se filtraban en la voz de Andreas y ajustó su corbata una vez más.

-Ha respondido muy bien a los medicamentos y está recuperándose de forma exelente.- Contestó ella con una sonrisa amable y con una pequeña asentimiento siguió su camino por el pasillo.

Andreas sonrió con un poco de tensión liberándose de sus hombros y entró a la habitación de su padre.

El señor Black se encontraba recostado en su cama viendo el canal de noticias en la pantalla del televisor del frente.

-Papá, ¿qué haces viendo eso?.- Preguntó Andreas tomando el mando a distancia.

-Buenas tardes papá, así se dice niño malcriado, ¿Acaso no te eduqué bien?.- Respondió el señor Black cruzándose de brazos enfurruñado.

-Buenas tardes papá.- Replicó Andreas con una sonrisa viendo que el señor Black no había perdido su humor, no parecía estar tan mal después de todo.

Pasaron la tarde poniéndose al corriente entre risas y bromas por parte de ambos, su relación siempre había sido de esa manera desde que Andreas era un pequeño.

Un tiempo más tarde la señora Black llegó con un semblante algo enojado pero que disimuló por el bien de su marido, a quien no pudo despistar fué a Andreas y una vez que el señor Black se hubo dormido ambos tomaron asiento en uno de los sofás que habían dentro de la habitación. Comodidades que tenía al ser un hospital privado y tener una de las mejores habitaciones.

-¿Qué pasa mamá?, te he notado algo molesta desde que llegaste, ¿se trata de mis hermanos?-. Interrogó Andreas al saber que ellos simplemente no habían dado el brazo a torcer desde el día anterior.

-Ojalá no fueras tan perceptivo hijo y sí, ninguno de esos mocosos se ha dignado a contestarme las llamadas o al menos los mensajes, pareciera que tuvieran esos malditos celulares de adorno.

-Tranquila mamá, seguro que en unos días recapacitan, yo también he intentado ponerme en contacto con ellos pero no ha dado resultado entonces... Iré a buscarlos hasta donde haga falta.

-Ten cuidado Andreas, sabes que tus hermanos son testarudos y no me gusta que peleen.

Andreas sonrió con ternura y abrazó a su madre por un costado.

-Haré lo mejor posible así que mañana iré por ellos, deséame suerte y cuida bien de papá.- Andreas le dió un beso en la mejilla a su madre y fué a darle un beso en la frente a su padre, esperaba que se recuperara pronto y al parecer así sería.

-Claro que sí hijo, mándale saludos de nuestra parte a Ale, escuchamos que él te está ayudando muy bien en la empresa.- La señora Black acaricio el cabello de Andreas y tomó asiento al lado de su esposo.

-Esta bien, yo le diré, despideme de papá, trataré de regresar más temprano mañana.- Andreas salió de la habitación mordiendo su labio con nerviosismo que pocas veces dejaba expresar.

Sabía que encontrar a sus hermanos era algo fácil de hacer, lo difícil llegaba cuando intentaba entablar conversación con ellos.

Con eso en mente regresó a la oficina para adelantar algunos pendientes del día siguiente.

Estaba en medio de una lectura de contrato cuando su puerta se abrió sin ser tocada previamente, sabía que era Alexander sin siquiera levantar la mirada, era el único que se tomaba esas libertades.

-Sabía que te encontraría aquí, ¿acaso no amas tu hogar?, sabes que mañana puedes terminar esos pendientes.- Alexander se dejó caer en el sofá de su oficina con los brazos abiertos.

-Es muy probable que mañana no pueda venir a la oficina.- Respondió Andreas con voz cansada tallando sus ojos.

Alexander vió fijamente a su amigo y soltó un pesado suspiro.

-Son tus hermanos de nuevo ¿cierto?.

Andreas solo asintió con un aura de tristeza invadiendo su alrededor.

-Esos desgraciados...- Murmuró Alexander con desprecio.

Para Andreas no era un secreto que Alexander guardaba rencor hacia sus hermanos en nombre de él pues muchas veces se había desahogado con él en sus noches de borrachera y Alexander también sabía todo lo que había pasado entre él y sus hermanos, incluso trató de ir a pelear con ellos aquella noche de la "gran noticia" de no ser porque Andreas lo detuvo a duras penas.

-Tampoco le han respondido las llamadas a mamá así que mi única opción es ir por ellos personalmente.

-Dejame acompañarte.- Pidió Alexander, le causaba incertidumbre solo pensar en Andreas estando a solas con sus hermanos, casi siempre acababa en gritos o peleas.



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En el texto hay: fantasia, romance, poliamor

Editado: 10.07.2024

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