Los años pasaron, los jóvenes crecieron juntos, jugaron juntos, rieron y lloraron juntos. Todo marchaba a la perfección, si es que lo perfecto existe.
Estructuraron su relaciona de una forma tan única, tan compleja, que a cualquiera le era difícil entenderla, aunque más difícil les era entender el amor que se tenían. Pero qué importaba, ellos eran felices así. Tenían su propio cuento de hadas, con sus aventuras y hazañas. ¿Saben? Si alguien me hubiera preguntado por el amor verdadero los hubiera señalado a ellos, estaba segura de que eran el ejemplo perfecto.
Perfección, tal vez catalogarlos así fue otro error pues, incluso aquello que parece totalmente perfecto, tiene un defecto.
En este caso el defecto era el corazón humano, y la persona que lo puso a descubierto no era nada especial, no tenía realmente nada particular. Pero, por alguna razón, hizo saltar ese defecto con tanta fuerza que no pasó desapercibido para ninguna de las dos almas.
Era una tarde de septiembre, en el año 2018, era primavera, no hacía demasiado frío ni demasiado calor, las hojas y flores empezaban a brotar nuevamente, después de un crudo invierno.
Sofia y Lucas habían ido, como todas las tarde, a entrenar a su gimnasio preferido.
Sofia, con su cabello rubio recogido en dos trenzas cocidas, golpeaba ferozmente un saco de boxeo. Por otro lado, Lucas, estaba a unos cuantos metros de ella, levantando unas pesas. Fue ahí, cuando ese maldito defecto apareció.
Mientras los dos jóvenes enamorados se concentraban en sus ejercicios, una joven rubia, esbelta y muy alta, se acercó a Lucas. Ambos, empezaron a platicar muy amenamente.
No era extraño, esas situaciones se daban muy a menudo pero, por alguna razón, esa fue diferente.
Al instante en que Sofia vio a la joven, su corazón se estrujo. No supo por qué, simplemente le dolió algo muy en lo profundo de su ser. Dejó de golpear el saco y se quedó observando la escena, no había nada raro, nada que no hubiera visto antes. Entonces ¿Por qué? ¿Por qué le dolía?
Lo que Sofia nunca supo es que no era ella la herida. El alma que albergaba sabía, lo había sentido. Al momento en que los ojos de Lucas vieron los azules ojos de la joven, las almas de estos dos seres quedaron entrelazadas. Rompiéndose, por completo, el lazo que unía a Lucas y a Sofia.
Fue lo más triste que vi en toda mi existencia.
El alma de Sofia, sufrió un inimaginable tormento desde ese momento en adelante. La pobre chica, no podía parar de llorar, sentía un dolor tan fuerte en el pecho que no la dejaba comer o dormir, incluso le costaba respirar.
Lo peor es que ella no entendía la razón, estaba segura que él la amaba y que la seguiría eligiendo por sobre todas las cosas. Se repetía lo mismo una y otra vez, hasta cansarse. Pero era inútil, su alma sabía que ya no existía nada que los mantuviera juntos. Sabía que un lazo formado en el mundo humano, era mucho más fuerte, y más sencillo, que uno formado en nuestro mundo.
A pesar de esto, Sofia seguía convencida de lo que decía. Se negaba a creer o escuchar cualquier otra cosa. Así de fuerte era el amor que sentía, el amor que ya no le correspondía.
Llegó diciembre, el amor entre Lucas y la muchacha rubia se hacía cada vez mas evidente. Él, empezó a esconderse de Sofia, quien todavía era su novia, y frecuentar mucho más a la joven rubia que a ella. Se escudaba detrás de cualquier excusa, y desaparecía casi todo el día.
Llegó un punto en que Sofia no pudo seguir obviando la situación. Ella ya no era la persona que él elegía al final del día. Caer en cuenta de esto, terminó por destruirla, tanto a ella como a su alma, quien aún guardaba la esperanza de volver a conectar.
Una noche, Sofia salió a la terraza de su edificio y se sentó en el piso, apoyando la espalda contra una pared. Inclinó su cabeza hacia atrás para ver el cielo. Las luces de la ciudad hacían difícil ver las estrellas, pero allí, en medio del oscuro manto nocturno, una estrella, solo una, brillaba intensamente para ella.
Dejó caer sus lagrimas ante la estrella, dejó que viera su dolor y su pena, le contó su historia y hablóo de su pérdida, le contó de Lucas y la joven rubia de ojos celestes, le contó sobre el terrible dolor que no la dejaba sola un maldito segundo. Le suplicó ayuda, le pidió que le cumpliera un deseo, entre gritos, lágrimas y sollozos, le rogó que la ayudara a librarse del dolor y la estrella la escuchó.
Durante tres noches seguidas, Sofia subió a la terraza para hablarle de sus penas a la estrella que, todas las noches, brilló para ella.
De a poco, sintió como el universo se llevaba su dolor. Cada lágrima, cada suspiro, desaparecían en la inmensidad del universo. De a poco, su alma sanaba.
La mañana siguiente a la tercer noche, Sofia se levantó con toda su energía renovada.
Después de un largo baño caliente, se arregló el pelo y se vistió con lo primero que encontró.
Por fin, retomó su rutina con naturalidad y, por un día, le dio igual lo que Lucas hacía de su vida o si ella todavía formaba parte de la misma.
Sin embargo, esto se vio un poco conflictuado cuando la noche llegó. Sofia, había decidido tomar un paseo por el centro de la ciudad. Compró un helado y recorrió todas las tiendas que vio, incluso compró algunas cosas, las compras siempre la ponían de buen humor. Pero, al salir de una librería, termino topándose con algo que no le gustó.
Justo al frente de ella, Lucas y la joven rubia, paseaban tomados de la mano. Sofia se quedó helada, los miraba sin saber que hacer, no sabía si irse, si acercarse, si continuar su camino como si nada. Aunque al final no importó lo que pensara hacer, Lucas la vio y, automáticamente, soltó la mano de la joven rubia.
Sofia interpretó esto como una invitación a acercarse, claro esta, no era esa la idea de Lucas.
En cuanto la joven rubia vio a Sofia acercarse, enloqueció. Resultó ser que, Lucas, le había dicho a la joven que él y Sofia habían terminado.
Después de una escena de celos de película! La joven rubia se fue furiosa, dejando a Lucas y Sofia solos.
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Editado: 08.04.2025