Enya: En busca del destino | Serie: Destino Sobrenatural.

Capítulo 3.

***

Estaba en el último año de bachillerato, después de esta, empezaba la universidad, que es igual a libertad, mi libertad. Tenía pensado inclinarme en literatura, me esforcé todos estos años en mantener el primer puesto, el primer lugar de la clase, de esta manera podía tener la vida resuelta. Sacaría una beca completa, me largaría a otro país, buscaría un empleo y comenzaría mi vida a mi manera. Sin que me jodan, y sin mierdas.

«Todo está fríamente calculado» decía mi mente, y en su mayoría lo estaba o mejor dicho en un par de semanas ya estaba.

 

***

 

Compro un café, y me dirijo con mis libros en mano a uno de los comedores del fondo de la cafetería de mi instituto. Coloco los libros en la mesa y el café, saco mi celular y mensajeo a mi amiga.

 

Conversación por mensaje:

Yo: ¿Dónde estás? Te estoy esperando en los comedores, mesa de al fondo. ¡Apura!

Lizzie: Ya salgo, espera, el profe está dando trabajo de último momento.

Yo: Ok. Te espero.

 

Mientras espero a Lizzie, mi mejor amiga, saco mi folder con toda la información y planificación que tengo de la universidad a la que iremos. «Ya falto poco»  me alegra internamente. Y sí, estas últimas dos semanas serán solo exámenes de complementación, mi amiga y yo, ya hemos recibido la carta de ingreso a la universidad, solo en estos días nos confirmarán sobre la beca, y espero que nos la den.

 

—Ya llego por quien llorabas. —aparece Liz con una sonrisa y acomodándose frente a mí para beber su agua.

 

—Hola. —respondo igual con una sonrisa. —Estoy revisando los papeles de la universidad, aun no recibo señales sobre la beca. —hago una mueca de tristeza.

 

—Nos la darán. Ya verás. —dice, Liz. Además si no nos dan, ¡los obligamos!—sonríe y continúa: Tenemos las mejores calificaciones del salón, es imposible que no nos den, además nuestro tutor nos ayudará con eso, él envío su recomendación para ambas en nuestras especialidades elegidas.

 

—Lo sé. —digo. Solo estoy un poco preocupada, ese es mi boleto de salida de este pueblo y obviamente de mi casa.

 

—No solo el tuyo, aunque no tengo hermanas malvadas como tú, también quiero salir de aquí, no puedo quedarme en este pueblucho para siempre. Necesito otro aire…

 

—Diversión. —le interrumpo.

—Chicos sexis. —me responde.

 

—Tú lo has dicho. —digo. Me mira, la miro y nos reímos. — ¡Maldita sea! ¡Necesitamos sexo! —grita sonriendo. Me empiezo a reír. Unos chicos que pasaban, se detienen.

 

—Podemos ayudar con eso. —sonríen pícaramente.

 

—Sexo con hombres no con niños, idiota. —dice Liz poniendo los ojos en blanco.

 

—Púdranse zorras. —nos insultan. —Púdranse ustedes, ¿quién carajos los metió en la conversación! —suelto enfadada. — ¡Lárguense!—grita Liz. Los chicos se van y nosotras nos partimos de risa.

 

—Mis primeros puestos. —dice nuestro asesor acercándose. —Están sincronizadas para atacar por lo que veo. —simula una sonrisa.

 

—Por eso somos los primeros puestos. —ataca Liz, mirando al profe y luego a mí. Y yo asiento en afirmación con la cabeza.

 

Nuestro asesor fue nuestro profesor los primeros años de bachiller, luego subió de rango y se convirtió en asesor para los chicos de último año, Nos ha apoyado todo este tiempo con nuestros cartas para la universidad y ahora está pendiente para nuestras becas. En sí, podemos decir que somos sus alumnas preferidas.

 

—Les tengo noticias sobre sus becas. La universidad me ha contactado, ya que llevo sus casos por así decirlo. Hace un ademan con sus manos. Y me informaron…nos dice mirándonos con suspenso.

 

—Le diceeen. —digo, alargando la palabra, para que continúe.

 

—Me informan. —continúa él, haciendo movimientos con las manos y hablando en suspenso, haciendo que mi corazón lata a mil por hora.

 

—Profesooor. —dice Liz, apretando los dientes.

 

— ¡OK! —dice el profesor en voz alta y levantándose de la mesa, nosotras imitando su acción, para luego agregar. — ¡Aceptaron darles beca! —termina de decir. Y nosotras empezamos a gritar, y el profesor se une también gritando para luego decir. —Ya, ya compórtense y no molesten a los demás, ruidosas.




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